Los mejores discos internacionales de 2017
Los mejores discos de 2017, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Otro magnífico año se cierra. He aquí nuestra lista de lo mejor que ha deparado. Nos hemos vuelto a topar con excelentes proyectos experimentales que rebuscan en las raíces de la música popular y lo enlazan con las vanguardias; con trabajos que colocan a la música negra en un estadio de excelencia permanente; con auténticas joyas de orfebrería electrónicas; y con un puñado de discos de Metal extremo que vuelven a poner de manifiesto el increíble recorrido compositivo, temático y conceptual del género. Todo ello sumado al elenco habitual de sospechosos pop/art de la casa.
Ha sido un año raro para nosotros, con menor ritmo de publicación. Pese a todo, hemos seguido escuchando discos, disfrutando de la música y, ahora que se cierra 2017, aunándolos en una lista con las mejores intenciones. Todos y cada uno de los discos aquí incluidos merecen la pena. A disfrutarlos.
50. Kaitlyn Aurelia Smith — The Kid
Los sonidos modulares siguen teniendo en Kaitlyn Aurelia Smith a una de sus máximas exponentes. Canciones que transitan entre el pop, ambientes que evocan a la naturaleza y que miran al espacio a través de detalles cósmicos que recuerdan las grandes referencias con las que cuenta la productora norteamericana.
49. King Gizzard & The Lizard Wizard — Polygondwanaland
Cinco discos en doce meses: la premisa que el grupo australiano planteó a finales del año pasado era compleja no tanto por lo productivo, sino por lo valioso. ¿Cómo separar el grano de la paja ante tal cascada de trabajos? La respuesta definitiva fue Polygondwanaland, la condensación casi perfecta de todo lo que King Gizzard habían probado hasta la fecha. Una amalgama de sonidos progresivos y psicodélicos de una finura innegable.
48. Protomartyr — Relatives in Descent
Protomartyr han encontrado en el noise y en unos planteamientos más arties, alejados del cortavenismo imperante en el post-punk, una vía de escape para diferenciarse de muchos compañeros de generación. Este trabajo ya se trata de un álbum maduro, mucho más serio, con un salto de calidad respecto a esos primeros arrebatos juveniles pero sin novedad. Aquí se balancean entre canciones más trabajadas, buscando nuevas estructuras que den como resultado temas de épica y emoción y clasicismo post-punk que corta el aliento sin jugar con el bajo estándar. A la tercera va la vencida.
47. Jason Isbell — The Nashville Sound
Tras algo más de un lustro sin rayar a la altura que la fanaticada le exige, el ex Drive-By Truckers ha obtenido dos victorias este 2017. Por un lado ha logrado que los iniciados dejemos de darle por muerto, y por otro ha conseguido revitalizar su sonido y asomarse a lugares por donde no transitaba desde hace eones. Y lo ha hecho con un disco delicioso pero con el regusto amargo que se le debe presuponer, con la dulzura inicial del primer sorbo y el ardor posterior que sube por la garganta. Ahora, a esperar que los años sigan dotando de aspereza a su sonido, que aún sigue haciéndole falta.
46. Ibeyi — Ash
Lisa-Kaindé y Naomi Díaz han supuesto una de las sorpresas más agradables y globales del año. Quizás no por un éxito comercial incontestable, aunque no les ha ido mal, sino por lo cosmopolita del sonido de su segundo álbum. ‘Away Away’ fue nuestro primer contacto con este disco, que incluye ‘Deathless’, con la colaboración de Kamasi Washington, uno de los temas más redondos de 2017. Por aparecer, hasta aparece Michelle Obama.
45. Vieux Farka Touré — Samba
A Vieux le ha perseguido durante toda su carrera el espectro que siempre atenaza a los Farka Touré: el de su padre, Alí. El valor de su último trabajo reside precisamente en su capacidad para respetar el linaje de su sangre y dibujar una narración personalísima, de una factura muy original, capaz de elvarse por encima de aquella. En fin, ya sea en los medios tiempos de trenzado acústico o en las explosiones hendrixianas, a Vieux todo le ha salido bien en este disco. Y nosotros aplaudiendo con las orejas.
44. SZA — CTRL
Tras varios años tratando de hacerse un huequecito en el mercado pop (los fans de Rihanna no serán ajenos del nombre artístico de esta cantante), SZA por fin debutó con su primer largo, un exquisito trabajo de R&B que encantará a los que se creen demasiado guays para escuchar R&B popular y que cuenta con una de las mejores canciones del año, ‘Drew Barrymore’.
43. Grandaddy — Last Place
2017 ha sido un año de reuniones de varios grupos que fueron convirtiendo en fetiche con el paso del tiempo. Hasta ahí, lo normal en los últimos tiempos. Pero con la salvedad de que la calidad de los trabajos de estos últimos ha sido, en general, notabilísima. A Jason Lytle y los suyos se les quedó un Last Place estupendísimo. No solo para saciar el apetito de los nostálgicos, sino para enganchar a cualquiera que se acerque a ellos por primera vez. ‘A Lost Machine’, pura gloria.
42. White Ward — Futility Report
Hay algo naturalmente hortera en un grupo cuyo punto de partida supone el término intermedio entre las aguas turbulentas del Black Metal y los densos terrenos experimentales del Jazz. A White Ward, sin embargo, le sale bien (sin perder su vis hortera, claro). Su segundo disco condensa múltiples ideas y dota de ¡saxofón! a los riffs de natural explosivos del género (escorado a su variante depresiva). La mezcolanza es un éxito.
41. Foxygen — Hang
Foxygen se han asesinado a sí mismos tantas veces que todos los discos que publican de un tiempo a esta parte siempre parecen el último. Le sucede a Hang y le sucedía a su predecesor. La excepción reside en el enfoque: en esta ocasión, Foxygen han atado y bien atado ocho canciones de factura excepcional cuyo paseo por ABBA, Sparks y todo el espectro del soft-rock setentero les sienta como anillo al dedo. No hay mejor disco pop este año de ‘On Lankershim’ a ‘Rise Up’.
40. Brockhampton — SATURATION II
Lo de Brockhampton es uno de esos fenómenos que molan mucho que surjan: de charlar en un foro para formar la primera “boy band de Hip Hop formada en Internet” a romper 2017 con tres discos. Nos quedamos con el segundo, el primero que nos enamoró y el más redondo. Que sigan camelando los chavales.
39. The Black Angels — Death Song
A The Black Angels el funeral se les apreciaba de lejos: lo que no sabíamos es que iba a consistir en la celebración fastuosa de todas las virtudes caducas del Flower Punk. Indigo Meadow indicaba un punto de no retorno hacia la decadencia del grupo, plagiado hasta la extenuación, y hete aquí que se plantan en 2017 con una compilación de canciones per-fec-tas haciendo exactamente lo que llevan haciendo toda la vida. Un “qué os creíais” en forma de tortazo sonoro a todo lo que vino después de ellos.
38. Bell Witch — Mirror Reaper
Por enfoque y por el complejo contexto mortuorio que le rodeaba, Mirror Reaper se ha convertido en una pequeña-gran-sensación dentro del Metal extremo. Los motivos son variados, pero si debiéramos condensarlos (fútil tarea en una canción de ochenta minutos) lo haríamos con el cierre epopéyico de quince minutos en el que arramplan con la segunda mitad acústica, puro Slowcore. Es Doom Metal en mejor versión.
37. Lorde — Melodrama
El mejor disco mainstream de este año. Un parto lleno de dudas, de temor y de incertidumbre. De miedo a que la joven promesa se quedase en eso. Pero Lorde ha confirmado que está preparadísima para hacerse con el cetro mundial del pop sin el menor atisbo de duda. Completísimo, reivindicativo y lleno de himnos. Una absoluta maravilla.
36. Brand New — Science Fiction
Hacerse viejo y caer en brazos del emo. Esa es la contradicción en la que nos ha metido a muchos un disco de despedida que hace daño porque remueve la conciencia de nuestro pasado y porque hace de punto final en el lugar más alto de la carrera de la banda. Una lástima porque no volveremos a escucharles más, una maravilla porque nos ha ayudado a muchos a volver a tener 17 años de nuevo. Y qué narices, es un disco brillante.
35. The Ruins of Beverast — Exuvia
El mestizaje siempre mola, por eso no podíamos sino comprar un disco de unos germanos que juntan sonidos tribales con metal extremo y funeral doom ceremonioso del bueno. Atrevido, demoledor y cautivador: la otra joya no-oculta del Funeral Doom Metal de este año, en un ejemplo del buen estado de salud del género en sus variados frentes.
34. Benjamin Clementine — I Tell a Fly
I Tell a Fly daba continuación al debut del londinense, que le había servido para ganar el Mercury y, en consecuencia, asegurarse una duradera carrera musical. Este nuevo paso confirma a Clementine como un creador de universos musicales extremadamente personales y atractivos. Teatral e inspirado, I Tell a Fly es mucho más que un simple disco.
33. Los Espíritus — Agua Ardiente
Era extremadamente complicado repetir lo que Los Espíritus cuadraron con tanto tino en Gratitud, aquel disco de psicodelia empapada que navegaba los ríos salvajes de Argentina con indeleble espíritu aborigen. De modo que, dos años después, Maxi Prietto y compañía debieron plantearse desde otro punto de vista: más blues, más rock, menos misticismo y humedad. El resultado es igual de agradecido, acaso más accesible y rematadamente adictivo. Sabias decisiones para uno de los mejores grupos de latinoamérica.
32. Colin Stetson — All This I Do for Glory
Si Sorrow, la reinterpretación que Stetson hizo de Gorecki el año pasado, nos sirvió para cogerle enorme cariño, ahora ha dado un paso más, y hemos pasado a considerarlo hombre del año. Tanto por este ejercicio de experimental y jazz marca de la casa, como por alguna otra colaboración que obtiene puestos altos en esta lista. Stetson está en plena forma, derrocha musa y no podemos hacer otra cosa que aprovecharlo.
31. Zola Jesus — Okovi
Con Taiga, Nika Roza Danilova perdió la opción de dar un paso que la instalase definitivamente en aspiraciones mediáticas mayores. Aquel momento, que se suponía definitivo en la carrera de Zola Jesus, no funcionó, y Okovi se convertía en un trabajo casi a vida o muerte. Un paso atrás, una vuelta a la oscuridad, a la angustia, al fango. Un ‘Exhumed’, un ‘Wiseblood’ y un universo personal e intransferible. Pero de obligada visita.
30. Kelly Lee Owens — Kelly Lee Owens
Entre la sofisticación pop y una nívea voz, entre un tech house reposado y unos ritmos de baile hipnóticos, el debut de Kelly Lee Owens es una de las mejores noticias de este año. El equilibrio que muestra entre esa melodía pop, los detalles sintéticos y la sorprendente puesta en escena de su voz, hacen de este un disco delicado y bello, a veces rodeado de un aura espiritual, pero también con un sonido de refinado techno berlinés que le dan el toque necesario para que entre en cualquier top.
29. Motorpsycho — The Tower
Tropecientos discos y ni una sola muestra de cansancio. Tropecientos discos y en cada uno de ellos hay al menos un par de joyas que destacar. Tropecientos discos y aún siguen sonando tan frescos como el primer día. Así son Motorpsycho, una banda ignorada por el gran público que es una apuesta segura pese a sus veinte años de carrera. Y prueba de esto es su última obra, un robusto ejercicio de nostalgia psicodelicoprogresiva capaz de dejar en pañales al más pintado. Más de dos décadas en la industria y se reivindican hoy con uno de sus mejores discos. Y lo mejor de todo es que sabemos que lo van a volver a hacer.
28. Natalia Lafourcade — Musas
Tiempo ha de aquella joven compositora que asaltó los charts de todo el espectro hispanohablante a principios de la pasada década. Natalia Lafourcade es hoy una de las compositoras más reposadas, más inspiradoras y originales de su generación, y Musas, su particular homenaje a quienes la precedieron, un canto a la belleza de la música latinoamericano, la confirma, además, como un prodigio de los géneros clásicos. De la tradición a la modernidad, Lafourcade nos ha embelesado.
27. Elder — Reflections of a Floating World
Los estadounidenses vuelven a hacer gala de su maestría diseñando paisajes sólo con riffs de guitarra y la parte más estimulante, lisérgica a la par que progresiva, del stoner doom. Otro gran catálogo de ideas alucinantes y sonidos rocosos que nos transporta a lugares que nuestros ojos todavía no han divisado pero que nuestra mente acaba dibujando con pleno detalle gracias a lo que inspiran estas piezas.
26. Charlotte Gainsbourg — Rest
Iba para disco de intensita susurrando en francés y se llevó todos los prejuicios por delante. Complejo, elegante, diverso, líricamente arriesgado y maravillosamente producido cuando sobre el papel debía haber sido un merengue indigesto. Y sí, a veces susurrado. Brava.
25. Phoebe Bridgers — Strangers in the Alps
Quizás haya sido un año menos prolífico (o de menos calidad) en cuanto a discos folk. Bueno, o eso o que hemos tenido desaparecido a Dr. Chou, que todo puede ser. Pero entre varios nombres a reseñar, seguramente nos quedemos con Phoebe Bridgers. La joven californiana ha debutado con Strangers in the Alps y, ya desde los primeros acordes de ‘Smoke Signals’ nos ha ganado para la causa. Joyazas como ‘Scott Street’ acabaron de convencernos.