5 de marzo de 1994. Un día normal en nuestras vidas. O no. No, para nada: ese día del ya lejano 1994 veía la luz Selected Ambient Works II, el segundo álbum de Richard D. James, bajo su más conocido alias, Aphex Twin, y el primero en Warp. Un doble disco atemporal, fabuloso, en el que el irlandés dejaría para siempre una huella imborrable en el mundo de la música electrónica.
¿Cómo mides lo imposible?
Intentar medir la influencia o la importancia del legado de Aphex Twin es difícil. Tan complicado como intentar calibrar cuál es el peso en la historia contemporánea de una figura esencial para definir gran parte de la electrónica que escuchamos hoy. Desde que el genio de Limerick empezó a plasmar sus obras, ya fuera bajo un alias u otro, en cada uno de ellos ha dejado su sello distintivo, finiquitando en bastantes casos discos para la historia. Uno de ellos es este segundo volumen Selected Ambient Works. Un álbum doble comatoso y ensoñador; brillante. Uno de los trabajos que ayudaron a construir la leyenda.
Como Aphex Twin, dos años antes ya había impartido clase con el primer Selected Ambient Works, cuando casi todos pensaban en el ácido, breaks y en fiestorras; él elaboró un disco de electrónica para escuchar, no para bailar. En una calidad pésima en la que unos temas se escuchan más fuerte que otros, eso sí, pero con registros y temas que ya forman parte de clásicos de la electrónica. Pero este Selected Ambient Works II es un trabajo que hace mucho más honor a su título que la primera edición. Un larga duración con extensos desarrollos de ambient que miraban de frente a Brian Eno. Y no sólo eso, iban más allá. Por otra parte, este estaba mucho más pulido y mejor producido que su antecesor.
Según el propio Richard D. James, escucharlo es como “estar delante de una estación eléctrica puesto de ácido”. Algo parecido es lo que rezuma este trabajo. Absolutamente opuesto a lo editado en años anteriores bajo pseudónimos como Polygon Window, Power-Pill o Caustic Window, todos en clave acid. Pero aquí la historia va por otro sitio, es donde continúa la leyenda que el propio Aphex se encargó de forjar dos años antes con el primer LP. Una de las características que se pueden encontrar en algunos discos totémicos es lo actuales que suenan épocas después, y en ese sentido, por eso Selected Ambient Works II es un trabajo atemporal no sólo por su condición de clásico, sino también por esa cochina costumbre del irlandés de adelantarse a los acontecimientos y de innovar en distintos géneros electrónicos. Un visionario.
Cada vez que escucho el disco imagino un reflejo de la mente de Aphex Twin, un tipo que no se deja ver mucho, pero que cuando aparece deja varias perlas, y hace acto de presencia con discos inmensos. Aquí imagino a una mente aislada, con aires de perturbación, un páramo que se traduce en hipnosis que entra en mi cabeza para darme vueltas y rebuscar en mis pensamientos más primarios. Es una de los requisitos para poder disfrutar al máximo del legado que hasta hoy tenemos del irlandés: conectar con su música. Aunque tratándose de él, más bien es él quien conecta con nuestras mentes. Ha dejado una década de regalos sonoros para los sentidos, y este disco no es menos. Ideal para escuchar con unos buenos auriculares y dejarte llevar a donde quiera que te lleve.
La transversalidad y sensibilidad del genio
La música sin emoción no vale un pimiento, y lo que hace Richard D. James es una tormenta de emociones en estado puro. Capaz de conectar con cerebros poco amigos de la electrónica y de rebuscar en sus sentimientos más ocultos. En este punto y aparte de su discografía bajo su proyecto más famoso, pues el resto son hermanos más idemeístas y rebosan drill ’n’ bass, hay para todo. Para sentirse angustiado y rodeado de estridencias que te inquietan, y también maravillosos hilos ambientales que son los que te dan la cálida bienvenida al abrir el primer CD.