310 premios grammy han salido de manos de sus alumnos. 34 Emmys. 108 Grammys latinos. 7 premios Tony. 8 Oscars. Ubicada en Boston, la Berklee College of Music es la universidad privada dedicada a la música más grande del mundo. Por narices, piensas, debería salirte gente suficiente como para montar un grupo.
Pero Adrianne Lenker (guitarras, voz), Buck Meek (guitarras), Max Oleartchik (bajo) y James Krivchenia (batería) estudiaron allí... y no se encontraron. Vivieron al margen unos de otros y, de repente, acabaron encontrándose y conectando en Brooklyn. Y allí, lejos de un lugar tan prestigioso como, en sus propias palabras, asombroso y agobiante a la par ("Pasas por delante de una puerta y dices: "Dios mío, es el mejor batería que he escuchado en mi vida", y es un chaval de 17 años", recordaba Krivchenia de su estancia en Berklee) nacieron Big Thief.
Cuatro discos desde entonces les han confirmado no como grupo inmaculado y sin tacha, jóvenes genios de los instrumentos, sino como una experiencia de las más emotivas surgidas en el indie-rock USA de la última década. El quinto disco está en ciernes: Dragon New Warm Mountain I Believe in You se publica el próximo 11 de febrero, de nuevo en 4AD, como los dos anteriores. Los adelantos, hasta ahora, prometen uno de los discos del año. ¿Mucha burbuja? Veamos su carrera.
Masterpiece (Saddle Creek, 2016)
★★★ 1/2
Pasemos por alto de la simpatiquísima desvergüenza de llamar a su primer disco “obra maestra”. Pero no pasemos por alto el contraste que ejercen las dos primeras canciones del debut de Big Thief: por un lado, la ratonera, lo-fi, ‘Little Arrow’, con Adrianne Lenker dando la primera muestra de su amor acústico; por otro, la cristalina y ambiciosa ‘Masterpiece’, rock incendiado con el corazón optimista, una canción en la que llega la hora de dejar marchar a alguien pero puedes hacerlo sin miedo.
La una, con su fragilidad, y la otra, con su visceralidad controlada, marcan el contorno de una banda que suena siempre a eso, a banda, pase lo que pase. A veces a una demasiado normal (‘Interstate’ es anodina hasta decir basta), otras una que tiene todo el viento a su favor porque ellos mismos soplan las velas: ‘Paul’ es preciosa, ‘Humans’ echa a arder una y otra vez, encabritándose desde la emoción. Es ahí donde Big Thief clavan su primera pica, en la capacidad para capturar melancolías varias en eléctrica emoción.
En la portada, una foto de la madre de Adrianne Lenker, quinceañera, con sus dos hermanos. En las letras, estampas de gente que se fue pero cuyo recuerdo no quieres dejar marchar (la titular). O retratos sin tapujos de una escapada romántica en pleno momento del subidón (‘Vegas’). Instantáneas de la vida feliz con nombre ( ‘Lorraine’). Pimpinelismos hermosos (Paul, I know you said that you'd take me any way I came or went / But I'll push you from my brain / See, you're gentle, baby / I couldn't stay, I'd only bring you pain).
A ratos, se nota la querencia del indie-rock USA de los 2010s por el mundo Radioheadesco, su enorme educación sentimental: en los acordes de guitarras de ‘Vegas’ o en la tonalidad, el color, de la voz de Lenker en muchos tramos. En otros ratos, demuestran la enorme influencia del universo Pixies en casi todo lo que ha pasado desde que aparecieron por nuestras vidas: ‘Velvet Ring’ es acústica hasta casi el final y, sin embargo, totalmente Black Francis; ‘Animals’ juega con la calidez intimista de las estrofas y el acelerón debasero de cada final de ellas.
Tienen todo lo de tantos otros, pero mezclado en dosis rarísimas, que te emponzoñan el alma con disonancias, ruiditos a destiempo, y voces cálidas, finas como hilos. Masterpiece es un disco de super confort que te apuñala con sus solos de guitarra inesperados. No es lo que su título indica, pero sí una promesa absolutamente excitante.
Tres canciones fundamentales: ‘Masterpiece’, ‘Paul’, ‘Parallels’.
Capacity (Saddle Creek, 2017)
★★ y 1/2
Capacity llega rapidísimo: se publica apenas un año después de Masterpiece; con el mismo productor, Andrew Sarlo; el mismo sello, Saddle Creek; y las mismas intenciones que en el debut. Folk-rock crudo, expansivo en algunas zonas, casi lo-fi en otras. La portada, de hecho, es la continuación de la contraportada de Masterpiece.
Pero algo pasa para que no todo fluya tan estupendamente. No es una cuestión de composiciones, o no del todo: hay grandes melodías y momentos en los que las letras te dejan clavado ( 'Mythological Beauty', con Adrianne Lenker repasando la tormentosa relación con su madre con excepcional empatía). Capacity es un disco denso que ir descubriendo de poco en poco. Sobrevuela todo el rato la fragilidad de la memoria y de la vida: en 'Shark Smile', Adrianne rememora el accidente de tráfico que mató a una de sus parejas. Hay momentos para los abusos emocionales, viñetas de devoción romántica y también espacios narrativos aún más poderosos.
Por ejemplo, 'Watering', donde la voz de Lenker brilla por encima de todo. Su letra está contada desde la perspectiva acosada, salvo por una salvedad: la última estrofa y el estribillo posterior se cantan desde el punto de vista del acosador. Y ahí queda la historia, irresuelta pero abierta a imaginar sus posibles finales. No hay nada de horror en la manera en la que Big Thief interpretan esta canción, ni en la forma en la que Adrianne la canta. Pero sí en la viñeta que dibuja.
Sí, Big Thief pueden llegar a ser maestros de los sutiles requiebros. ¿Cuál es el problema, entonces, Roberto?