'Ceremony’: la historia de la última canción de Ian Curtis
Los sueños nunca se acaban
This is why events unnerve me,
they find it all, a different story,
notice whom for wheels are turning,
turn again and turn towards this time.
Hay canciones que definen toda una vida. Es probable que ‘Ceremony’, junto a ‘Love Will Tear Us Apart’, definiera toda la experiencia vital, tan traumática, de Ian Curtis. La vida y la muerte no eran términos absolutos en la desesperada cabeza de Curtis cuando, el 18 de mayo de 1980, decidió suicidarse. Pocos días antes había compuesto e interpretado ‘Ceremony’ en vivo, su último legado, la piedra angular sobre la que se edificaría la discografía de New Order. Una canción para una vida, la suya y, por qué no decirlo, la mía.
‘Ceremony’ y las versiones que no deberían ser tan buenas
Y la de tantos otros grupos que a lo largo de los años han querido rendir homenaje a ‘Ceremony’. Siempre he creído que ‘Ceremony’ es una canción que no merece ser versionada, que es demasiado personal, que está demasiado ligada a Curtis y a todo lo maravilloso que tuvo Joy Division y, posteriormente, New Order. Y el tiempo se empeña, con insultante frecuencia, en llevarme la contraria: cada versión que escucho de ‘Ceremony’ es mejor que la anterior, o al menos igual de buena, y casi todas dignifican su significado literal y simbólico. Casi todas son capaces de acompañarme como lo hizo por primera vez ‘Ceremony’, acaso la canción de mi vida.
‘Ceremony’ es historia de la música pop, y su simbolismo merece ser narrado. Id, escuchadla. Id, contad su historia. Id y descubrid los dos mundos que se esconden tras sus versos y sus acordes, el del punk, que quedaba atrás en 1980, y el de la new wave, que apenas nacía en manos de unos pocos iluminados un año después. ‘Ceremony’ por sí misma es capaz de explicar qué supuso el punk y por qué su evolución natural debía ser el post-punk, acaso la etiqueta con más sentido de todos los tiempos. Por eso es necesario extender su legado, hablar de ella, de Curtis, de Joy Division, de la convulsa Inglaterra de 1980, de la ruptura de los cánones clásicos.
Por eso también es importante empezar por el final y, para contar su historia, hablar de sus versiones. ‘Ceremony’ es una canción influyente. Joy Division como grupo lo fueron, y han sido miles las copias insustanciales que han tratado de apoderarse de su legado comprendiendo más bien poco de lo que querían explicar. Como canción influyente, han sido numerosos los grupos de alta talla que han tratado de homenajearla. La última versión la ha publicado Chromatics, que, pese a todos los apriorismos que podamos tener en la cabeza, ofrece un resultado más que digno.
Chromatics parten de su propia naturaleza, el synth pop revivalista de la década de los ochenta, que tan buena acogida está disfrutando, para desarrollar una versión muy deudora de la original. No es tan sencillo respetar la canción que se versiona y, al mismo tiempo, hacerlo desde unos postulados tan, en principio, diferentes a los de Joy Division. Chromatics lo consiguen, como lo consiguieron a su modo Xiu Xiu, deconstruyendo la canción con sintetizadores histriónicos y capas de ruido indescifrables.
También Radiohead se animaron a versionar ‘Ceremony’, en una versión de estudio publicada originalmente en Thumbs Down, una serie de grabaciones colgadas en la red poco después de publicar In Rainbows. En aquel webcast, del que hay testimonio audiovisual, Radiohead también versionaban a The Smiths y a Björk, además de incluir canciones de su último disco tocadas en formato directo desde su estudio. El experimento tenía más de regalo a los fans y de ejercicio hedonista que de producción seria, y el resultado no es el más brillante.
Más brillante, se entiende, viniendo de Radiohead. Su versión es convencional, suena francamente amateur y no destaca apenas por nada. Sin embargo, ni siquiera en estas condiciones resulta una canción insultante a la original. Yorke en algunos momentos imita deliberadamente a Curtis y, bueno, todo queda en una icónica broma de la banda. Mucho más elegante, brillante, personal y disfrutable es la versión que Galaxie 500 incluyeron en las reediciones posteriores de On Fire, su justamente aclamado disco de 1989.
¿Por qué es, casi con toda seguridad, una de las mejores versiones que he escuchado? Galaxie 500 ya introdujeron en su celestial sonido, de guitarras entrelazadas hacia un horizonte difuso y siempre infinito, elementos del sonido de los primeros New Order y, en menor medida, los últimos Joy Division. Dean Wareham tenía en su cabeza los mimbres artísticos necesarios para desempeñarse con éxito en la complicada tarea de versionar, con apabullante éxito, una canción como ‘Ceremony’. Y el resultado fue inmejorable.
Galaxie 500 se lo toman con calma. Tocan al ralentí, reproduciendo a cámara lenta el frenetismo desesperado de New Order. También tocan cómo sólo supieron tocar durante su escasa andadura: atmósferas ensoñadoras, guitarras que se multiplican por las cuatro esquinas de la habitación, ritmos pausados, instrumentación austera, sentimiento, toneladas y toneladas de sentimiento. Pero no un sentimiento fingido ni histérico, sino comedido, desde la auténtica sinceridad. Wareham se deja llevar por los versos de Curtis y, sin tratar de imitarle, permite que su espíritu se apodere de él. Es una canción doblemente maravillosa, por lo que era ya y por lo que ellos lograron que fuera.
‘Ceremony’: del suicidio de Curtis a New Order
Hay más versiones, muchas de ellas en directo — como la de The Morning Benders — . La lista no es singularmente larga, pero llama la atención por la calidad de sus nombres. ¿Qué esconde ‘Ceremony’ para que siga siendo tan sugestiva, tan atractiva para las nuevas generaciones de músicos? Por un lado debemos pensar en la obvia influencia que Ian Curtis, como personaje y como músico, ha ejercido durante los últimos treinta años. Su particular modo de cantar, unido al simbolismo natural de una banda tan referencial hacia lo más oscuro del alma humana, hicieron de él un héroe. En pleno revival del post-punk, no es de extrañar que tantos nuevos grupos llegaran otra vez a sus canciones.
Ian Curtis proyectó su figura hacia la eternidad cuando decidió arrancarse la vida el 18 de mayo de 1980. Las particulares circunstancias de su muerte, y que llegara cuando él era tan joven, permitieron rastrear hasta lo más profundo de la discografía de Joy Division. Una de las últimas joyas que compuso fue ‘Ceremony’. No sé si fue exactamente su última canción, pero sí fue de las últimas, y desde luego la que más trascendencia ha tenido con el paso de los años. En el rastreo del fondo de armario de Joy Division, se encontraron varias grabaciones de ‘Ceremony’, a cual más inaudible.
Por ejemplo, existe testimonio sonoro del último concierto que Ian Curtis ofreció con vida. Fue en la Universidad de Birmingham, dieciséis días antes de su muerte, el 2 de mayo de 1980. Por aquel entonces aún no se había publicado Closer, el segundo y último disco del grupo — descontando las recopilaciones — , pero ya ensayaban en sus directos nuevo material — como ‘Isolation’ — . Una de las nuevas canciones que Joy Division habían compuesto y que interpretaron en Birmingham era ‘Ceremony’, aunque finalmente no formaría parte de Closer.
Aquella versión, donde se aprecia a Ian Curtis cantar desesperadamente sobre el escenario, sigue siendo hoy un documento sonoro repleto de simbolismo, en tanto que supone la última pieza que Curtis grabó en vida. La calidad es muy baja, dadas las circunstancias de la época y del grupo, y las primeras estrofas apenas se perciben entre la maraña de ruido ambiental, guitarras mecánicas y platillos. Las otras dos grabaciones de Joy Division — dos demos, una de ellas publicadas en el recopilatorio Heart and Soul — pecan de los mismos defectos, aunque no fueran versiones en directo.
El concierto de Birmingham sería publicado íntegramente en octubre de 1981 en el disco recopilatorio Still. Un año antes de que esta referencia saliera a la luz el resto de miembros de Joy Division, con Bernard Sumner y Peter Hook a la cabeza, habían decidido romper con su grupo original y continuar por su cuenta. Fue una decisión enormemente acertada, y para su nuevo proyecto decidieron bautizarse como New Order. Poco después, en la primavera de 1981, publicarían su primera referencia discográfica: el single ‘Ceremony/In a Lonely Place’, a partir de la cual cimentarían un proyecto mucho más exitoso que su predecesor.
‘Ceremony’ como hilo conductor
‘Ceremony’ se convertía así en la transición perfecta entre Joy Division y New Order. No debemos pensar en New Order como el grupo que abrazaría las corrientes más hedonistas de la New Wave, esto es, como en los New Order de ‘Blue Monday’ o Technique. Sumner se puso al frente de lo que quedaba de Joy Division y, en primera instancia, hizo lo único que sabía hacer: reinterpretar las canciones que ellos también habían creado pocos meses atrás. Y qué mejor elección que ‘Ceremony’, donde Sumner se veía capaz de acercarse al tono de Ian Curtis.
Pero la tarea no era en absoluto sencilla, y New Order tuvieron que grabar dos versiones diferentes en un mismo año para dar con el resultado exacto que tenían en la cabeza. La ‘Ceremony’ que hoy conocemos y que tanto nos fascina fue grabada en septiembre de 1981, pero seis meses antes, en marzo, el grupo se había metido al estudio para grabar y publicar (en 7 pulgadas) una canción aún demasiado deudora de Joy Division. Tanto que el propio Martin Hannett estuvo al mando de la producción y que el single fue publicado al abrigo de Factory Records.
La versión original aún bucea en los ritmos atmosféricos y opresivos de Joy Division. Sumner imita a propósito a Curtis, y también lo haría en la grabación de septiembre, y las guitarras ejercen de sierra mecánica arrasando con todo lo que encontraran a su paso (en un sonido muy cercano al que PiL estaban practicando en aquellos años). ‘Ceremony’ era una buena canción, pero aún no era una canción total. Faltaba algo. El punto de ruptura. La transición. El cambio, que llegaría finalmente con la incorporación de Gillian Gilbert a la guitarra, con quien New Order publicaría la segunda versión.
La versión de 12 pulgadas también sería producida por Martin Hannett y publicada por Factory Records (con la misma catalogación, FAC 33), pero el ritmo, el tono y la personalidad de ‘Ceremony’ habían sido definidos para siempre. Y para mejor: Sumner no suena impostado, las guitarras ganan velocidad, el bajo de Peter Hook se acerca a lo que New Order serían durante el resto de la década, ‘Ceremony’ gana pulso pop, suficiente enjundia como para convertirse en un himno. Un himno pequeño y personal, pero un himno vital al fin y al cabo. New Order habían dado con la tecla: no se trataba sólo de no ser Joy Division, sino de ser algo por sí mismos.
En noviembre de ese mismo año New Order publicarían su disco debut, Movement. ‘Ceremony’ no sería incluida. New Order ya habían compuesto canciones que, siguiendo la obvia estela de ‘Ceremony’, eran propiamente suyas (‘Dreams Never End’, ‘Chosen Time’). Movement fue un extraño debut: New Order jamás retomarían la senda de aquel post-punk puro, y optarían por explorar los sintetizadores, la pista de baile y sonidos más hedonistas. No serían el mismo grupo, y tampoco era necesario. Todo lo que tenían que legar como estertor final de Ian Curtis lo habían condensado en Movement, pero especialmente en ‘Ceremony’.
Cómo entender sino que fuera precisamente aquella canción la piedra de toque, la despedida final, el homenaje póstumo. Cómo no entrever en las secas estrofas que pronuncia Sumner mensajes enviados por Curtis. Cómo no emocionarse repitiendo hasta la saciedad “watching love grow, forever”, cómo no imaginar a Curtis, devastado por dentro, dibujar un futuro de esperanza, de amor que él no disfrutaría. Cómo no pensar en Curtis luchando contra el mundo, contra sus propios demonios, cuando Sumner canta: “oh, I’ll break them down, no mercy shown, heaven knows, it’s got to be this time”. Cómo no querer a ‘Ceremony’, si es la canción de mi vida.
Más información | Letra de ‘Ceremony’