Qué duro parece para muchos aceptar los cambios de los demás, especialmente en la música. En algunos casos, se puede ver una cerrazón absoluta al respecto, condenando a la hoguera del desprecio a quien se atreva a cambiar un ápice de su sonido. Como si todos fuéramos idénticos a cuando éramos diez, cinco o incluso dos años más joven. Es difícil explicar…
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