Y de repente, una mañana, te das cuenta de que ya no eres quien solías. Hay momentos en los que la vida parece desacelerar hasta parar toda la inspiración, toda la alegría, toda la felicidad que tuviste tiempo atrás. Los caprichos del destino suelen ser inescrutables, y la decadencia imperceptible es en ocasiones más cruel que los golpes repentinos. En …
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