Frikexín #16: prohibido negarse a vivir
Una selección de los mejores discos de indie (y aledaños) recientes
Hi, personicas:
Vuelve la sección casi-mensual favorita de un puñado de taraos a los que les dices “indie” y aún no piensan en todo lo malo y horroroso que ha acontecido en torno a ese vocablo en festivales y saraos varios. Los que aún lo identifican con una escena vibrante, sonidos emocionantes, formas no pulidas y riesgo o desprecio de la normalidad.
Parannoul - Sky Hundred
El shoegaze que importa, dijimos por aquí de Parannoul la primera vez que lo escuchamos, la primera vez que nos arrodillamos ante sus canciones. Y sabíamos que podíamos pasarnos de frenada, que quizás estábamos en plena hipérbole, que nos encanta que un debut nos arrebate y eso le sube unos cuantos millones de cotización en la Fantasy de nuestros corazones.
Pero en After The Magic, el segundo disco, el coreano que desde su habitación dirige los destinos de Parannoul. insistió en el amor: más pulido, más hortera, menos ruidoso, y con más dudas de lo que el futuro traería, pero, de nuevo, el shoegaze que importa.
Sky Hundred es el tercer disco largo, y quizás era el momento de pinchar el globo, de decir que no es para tanto, de reconocer que un disco está guay, pero tres en la misma línea es casi demasiado. No lo haremos porque este tercer disco en cuatro años es otra cumbre de la emoción: es el disco para los que creen que 'De Viaje' es la mejor canción de Los Planetas. De los que piensan que unas guitarras rompiendo la melodía con su chorro de distorsión es lo mejor que le puede pasar a la vida (musica). Es el disco de los que oyen unas baterías llevadas hasta el límite de la curva, hasta la zona roja del volumen, y no piensan que estén mal, sino que las oyen como el mejor instrumento de estilo posible.
Si en After The Magic Parannoul te parecía un esteta, olvídate. En Sky Hundred la emoción del adolescente tiene poco cartón piedra, es todo real. ¿Es forzada? Sí: cómo lo son las anotaciones y vivencias de aquellos años. "Recuerdo los recuerdos de los recuerdos", canta contra una pared de ruido en la emocionante '황금빛 강 (Gold River)'. "Haz algo que tenga alma", le espeta una voz al inicio de esa 'Maybe Somewhere' que no deja de erizarme la piel. "No hay felicidad cuando es indolora", dice en la expansiva, incluso bailable, '고통없이 (Painless)', como Auster en Baumgartner: "Vivir es sentir dolor, dijo para sí, y vivir con miedo al dolor es negarse a vivir”.
Afirma Parannoul sentirme cada vez más expuesto, por mucho que trate de esconderse. Siente dolor, y miedo a dejar de sentirlo. Se parapeta tras las montañas de ruido azucarado de sus discos, las pone como barrera y escudo para un "yo mismo" que contempla algo ajado. Construye crescendos imposibles que en oídos y manos del oyente se transforman en dar saltos por el cuarto mientras haces air guitar. Decide huir de sí mismo con himnos pop cada vez más cortos (el subidón de '암전고백 (Lights Off Repentance)'; "incluso si no hago nada, el mañana llega"), pero, una vez, promulga su amor a las canciones más largas posibles con 'Evoke'.
Tengo la sensación de que si juntamos cada una de las canciones más largas de los discos de Parannoul sólo queda aceptar la verdad de que no exagerábamos. Talentazo supremo.