Frikexín #8: una selección de grandes discos de indie (y aledaños)
Tough Age, la Corea que te manipula, el indie anti-consenso y más...
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Disco del mes: Tough Age - Waiting Here
Un chorro de energía drone abre Waiting Here, el nuevo disco de Tough Age, mantenido durante 15 segundos en una canción de dos minutos, antes de que ésta empiece a coger forma con punteos cristalinos y una batería amante de Moe Tucker. Para cuando llega la voz de JES (sic) e inunda el ambienta con cierta tristeza, ya sabes que se va a ir tan rápido como llegó. Efectivamente, en poco menos de 30 segundos se va y todo concluye. El tamaño no importa. O sí importa si quieres ir al tuétano del pop: en 120 segundos puedes hacer tantas cosas. 'In a Garden' sabe perfectamente cuál es su función como apertura del disco y cumple a las mil maravillas. "Presta tu atención a este grandísimo disco de indiepop", nos dice. "Here we are now, campamuerteanos", le contestamos.
Rápidamente cambia de tercio. R.E.M., antes de ser masivos (y magníficos), ya fueron perfectos, y el fantasma de Reckoning lleva desperdigándose años y años por otros discos y otros grupos. Cuando aparece, es bien fácil identificarlo y subirse a su ola de chispazos jóvenes y ambiente no del todo feliz. 'Give It a Day' no suena a Reckoning: es Reckoning. Como 'Hideaway', como otras. No debería importarnos: la mimesis aristotélica iba más de representar la parte de la vida que era importante, y aprender con ella, que de imitar. Es por eso que Tough Age triunfan cuando una canción remite a la vez a Lemonheads y al (Don't Go Back) To Rockville. 'Time & Again' es más que bonita: es imprescindible.
Hay espacio para lo no obvio: Me sorprende Narrative Text, porque son Tough Age jugando a subir la intensidad y a rebajar lo jangle y saliendo de nuevo victoriosos. Y hay espacio para lo reivindicativo: "Ripping off nz bands" Es gracioso que sea una de las etiquetas que los propios Tough Age se impongan en el bandcamp de Waiting Here. La fuerza de Nueva Zelanda habrá sido muchas veces propulsora de nuevos grupos y nuevas canciones de indie más o menos destartalado, pero aún no ha sido suficientemente contada. Y sus grupos no han sido debidamente escuchados: son de culto, sí, pero ¿y qué? Sería un mundo algo mejor si tuviesen, yo qué sé, la relevancia como impronta musical de, por ejemplo, la Velvet.
Waiting Here transcurre con una primera cara maravillosa y una segunda de amor puro en 27 minutos de absoluta gloria de pildorazos pop. ¿Veis como el tamaño no importa?
The Reds, The Pinks & The Purples - The Town That Cursed Your Name
No hay nada esencialmente distinto en el nuevo disco de The Reds, The Pinks & The Purples. Todo sigue estando donde estaba, todo sigue como era la última vez que estuvimos por allí.
Sigue habiendo esa brillantez en las letras y sigue estando presente la necesidad de convertir el Jangle pop en un vehículo sonoro íntimo y muy muy personal. Siguen viniendo a vernos los fantasmas digitales de los Smiths y la pluma intimísima y nada reiterativa de un Glenn más empeñado en ver los vacíos de la vida que en pintar la enésima estampa del joven indie enamorado.
Pero esta vez hay algo distinto, aunque puede que, de primeras, no sepamos exactamente qué es. Quizás la brillantez en la melodía, por encima de lo normal, y eso que Glenn Donaldson ya manejaba con mano maestra en otros discos de su proyecto principal, como Uncommon Weather (2021).
A veces, es tan sencillo como que todo es mucho mejor: podríamos intentar darle otras palabras, podríamos intentar buscar otras definiciones, podríamos buscar coartada artísticas para intentar vestir nuestra opinión, pero se resume en eso: The Town That Cursed Your Name es mejor.
Holiday Ghosts - Absolute Reality
Ferraia lo llevó al excel en su tier y tenía razón: Holiday Ghosts han llegado a tiempo para recordarnos que el verano ya está al caer, y que vas a necesitar ir armado de un montón de canciones como las de Absolute Reality para sobrevivir. Canciones que se parapetan tras el mismo rock’n’roll básico que enamoró locamente a Jonathan Richmann (‘Rocket’), sobre vocecitas reguleras (viva el pop bien malcantao), sobre guitarras llevándote en volandas hacia arriba como si estuvieras de nuevo en una canción de They Might Be Giants. Vamos, méteme aún más a la izquierda del dial justo, que es de nuevo el sitio en el que estar.
Terry - Call Me Terry
CALVIN JOHNSON
Con éste no se atrevió a llevarlo al excel, pero desde aquí le enmiendo la plana: Call Me Terry es uno de los grandes discos de indie-rock de 2023. Y uno, además, que debería servir para que quienes lo comentemos citemos muchas veces a Calvin Johnson y entonces la gente que aún no conoce a Beat Happening o todo lo que acontece en torno a K Records se lance a un buceo en profundidad por una de las exploraciones más apasionantes por el pop ratonero que existe y existirá.
Terry necesitan poco más de 20 minutos para renovar la fe en un pop que jamás sonará en las radios que se escuchan en tu trabajo o peluquería, que descoyuntará las playlists de Spotify porque “suena mal” y que hará poner carita torcida a tu familia y allegados. Un pop con el que poder tener muy poco consenso, sentirte algo solo en tu amor por él. El pop del esqueleto, el antídoto contra los arcontes.
“Hablemos de Terry”, “Recuerda a Terry”, “Yo soy Terry”, “¿Quién es Terry”, “Llámame Terry”… Necesitamos que desde Melbourne estos tipos sigan tratando de aclarar la identidad de Terry.
¿He dicho ya CALVIN JOHNSON?
Brokenteeth : How to Sink Slowly (추락은 천천히)
Con todo lo que me cuesta entrar en los K-dramas, ya sean cine o series, y lo bien que me van entrando los K-indies. Porque todo ese melodrama subidito, toda esa intensidad de “da igual lo que te esté contando y el género que esté manejando, que habrá espacio para un melodrama pasadísimo de vueltas sobre las relaciones intrafamiliares” que tanto lastre pone sobre determinadas películas coreanas parece estar dándoles muchísima lumbre a la generación indie-pop.
Al contrario que Parannoul, Brokenteeth no decide reinterpretar el shoegaze rompiéndole las costuras a base de hostias en la mezcla, baterías rotísimas y la estética más ajada posible mientras lo rocía de azúcar. No, este otro coreano se aleja del murito de sonido para subir al once la melancolía. Y… ¿sabéis qué? Que yo estos trucos ya me los sabía pero que desde Slowdive no ha habido nadie que los hiciese tan bien. Así que estoy gozando como un cerdo en este barro de almíbar y lágrimas por el pasado quizás perdido, quizás imaginado.
Me gusta tanto que este disco me manipule así…
Spice World - There's No I In Spice World
Las bandas de rock se supone que son esa agrupación sentimental que encaja muy rápidamente, construye un camino común a lo largo de los años y se deterioran mientras lo hacen. Así se escribe la historia, ¿no? Y el indie se supone que es música ya tan asimilada que vas a sentirte comodísimo en su escucha.
Spice World niega todo eso: se formaron para tocar una noche en directo, dejaron de estar juntos inmediatamente, volvieron a encontrarse en Navidad de 2021, grabaron un disco en sólo 5 horas porque sabían que no habría mucho tiempo más y no volvieron a verse de nuevo. Ese aquí te pillo, aquí te mato se contagia a diez canciones sorprendentemente adictivas desde lugares incómodos (la apertura), muy amables (cada aterrizaje en estribillos) o hasta Galaxiequinienteros. Better to burn out than to fade away.
Australia, eres la hostia.
Cindy - Why Not Now
Todo de lo que hablamos en el frikexín habitualmente está en el tercero de la Velvet. Todo. De allí vas a lanzar hilos que te vayan a llevar por caminos divergentes pero gozosos. Y de ellos, Karina Gill lleva un tiempo escogiendo la soledad, la quietud, la serenidad algo triste, las capas de guitarra que no se abigarran sino que se dejan espacios.
Está bien volver a esos refugios, lugares casi fantasmales en los que suena ‘Standard Candle #3’ (que comparten espíritu, que no sonido, con lo que hicieron Broadcast, con lo que en España toca Daga Voladora o con toda una línea temporal alternativa en la que la música más atmosférica y sanadora posible triunfó). Discos y canciones donde la música pareciese no querer demasiado el volumen para no despertar a quien se tiene cerca. Álbumes de pop con viola y amor.
Vaya disco, el cuarto de Cindy. ❤️
Corazón - Fuerza Descontrolada
María Corazón Gallardo no sale de la nada: antes estuvo en Cosmo K y, además, ahora se ha juntado con nombres relevantes para acompañarle en este primer lanzamiento (no confundir con los otros, antiguos, Corazón, como pasa en las plataformas de streaming a las que todo esto les da igual).
Junto a ella están Pablo Prisma, de sobra conocido en estos lares por cosas como uno de los mejores discos de 2020 y uno de los mejores de lo que llevamos de 2023, y Clara Collantes, guitarrista en Tulsa, Sierra o junto a Andrea Buenavista. Con ellos en los arreglos, Corazón Gallardo compone un disco a priori pequeñito pero adictivo, con momentos que se te pegan al susodicho corazón como ese “es un ewok, me lo quiero llevar”, de ‘Yoko’ o la fenomenal, de principio a fin, ‘Respira’:
"Si hay algo que te duele, sácalo. Si hay algo que te duele, báilalo. Si hay algo que te duele, llóralo. Lo que venga, respíralo. Y lo que fue ya fue y no volverá jamás"
Ni de bajona ni de subidón, sino balanceándose por estados emocionales diminutos pero profundos, a lo Raymond Carver, qué seis canciones majérrimas hay aquí.
Dropkick - The Wireless Revolution
Mirad, yo ya no sé cómo no sentir envidia mala de Andrew Taylor, que tiene tantas canciones no sólo amando el pop de guitarras, sino MEJORANDOLO, que comienza a dar asco por lo bueno.
Dejadme poner de ejemplo una de las canciones con las que concluye su nuevo disco, The Wireless Revolution. En ‘No Difference’, Dropkick se atreve a jugar a ser gigante, a ser powerpop para sonar en todas las televisiones del mundo, a ser la banda sonora de series y películas, a estar justo donde quisieron estar también Gigolo Ants en sus mejores momentos. A estar donde, en el fondo, el powerpop nunca habría dejado de tener que aspirar: lo masivo.
Su lugar debería ser el máximo centro de atención y Dropkick, al contrario de lo que hace en algunas de las canciones de los maravillosos Boys of Lolailo, aquí sí quieres ser inmenso, espectacular y sin miedo de los grandes estadios.