Ha muerto David Lynch
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¡Valladolid, (no) buenos días!
Beber café ya no será lo mismo
Es posible que abusemos del término “pérdida capital” para hablar de gente relevante que muere. Para David Lynch todo eso se queda corto, porque no sólo hablamos de un cineasta realmente especial y único, sino que lo fue hasta el punto de redefinir una particular manera de afrontar el cine. Fue alguien capaz de hacer, desde el surrealismo, tangible lo que era completamente indefinible y muchos han intentando seguir capturando. Y de esa forma, nos hizo comprender de otra manera el mundo.
Cualquier alabanza se va a quedar corta, porque su aproximación al arte fue transformativa y su carrera completamente fascinante. Se puede coger desde cualquier punto y elaborar todo un macroensayo sobre cómo tuvo impacto histórico:
Eraserhead como punto culminante del American Film Institute como mecenas de cineastas americanos intrépidos y cómo relato de ansiedad en la paternidad/vida en la urbe industrializada.
Sus cortos como mecanismo para deformarlo todo aprovechando que sólo unos pocos están mirando.
Dune como relato de advertencia sobre intentar currar con Dino de Laurentiis y cómo abordar mal un material desde lo muy literal.
Terciopelo azul como inspiración a seguir los instintos personales y a perseguir esa imagen perturbadora que no te has despegado desde que eras joven.
Corazón salvaje como replanteamiento de los mitos americanos y el establecimiento de un lazo eterno con Laura Dern.
Twin Peaks y The Return como la transformación del medio televisivo desde lo autoral y desde la fascinación por una serie de personajes a los que tener cariño aunque el mundo a su alrededor no se libre de lo turbio.
Fuego camina conmigo como desafío a la resolución de los misterios y cómo relato de horror y tristeza ante la misoginia.
Carretera perdida para reflejar la distorsión de la realidad a la que se agarran los maltratadores.
Una historia verdadera como odisea patán pero entrañable por la América pequeña.
Mulholland Drive como reaprovechamiento de un piloto descartado y como pesadilla de la existencia en Hollywood.
Inland Empire como deformación ultradigital del medio cinematográfico en pos de hacerlo más libre.
Si algo intentaba hacer con el cine era hacerlo más libre. De convenciones, de explicaciones, de contención a la hora de explorar. Sus obras transformaban la realidad hasta extremos que siempre se han intentado catalogar de incomprensibles, pero siempre han rascado un gran entendimiento de la condición humana y de la convivencia con el mal que persiste casi como fuerza sobrenatural.
Su cine se aproximaba muchas veces a lo aterrador, al puro género de horror, y empleaba desde distorsiones de la imagen hasta sonidos eléctricos para hacernos llegar esa sensación. Pero el mayor miedo de Lynch lo expresó bien uno de sus más fascinantes personajes en Twin Peaks, cuando el Mayor Briggs responde que su mayor miedo es: “La posibilidad de que el amor no sea suficiente”.
Los espectáculos convencionales de Hollywood no eran para él, como dejó claro su único intento. La televisión era todavía muy rígida para lo que pretendía hacer con ella. Las plataformas intentaron tímidamente traerlo de vuelta pero se volvieron tan cobardes como el resto ante su forma de hacer las cosas que no entendía de fórmulas o de reglas, sobre todo si se interponían en lo creativo.
La creatividad siempre por bandera. Una persona que pregonaba haber convertido su vida diaria en una rutina muy férrea además de increíblemente aburrida con sandwiches de atún y queso. Y café y tabaco, por supuesto. Una repetición mecánica que tenía como objetivo dejar que la improvisación y el pensamiento abstracto tuvieran despliegue únicamente en el trabajo que hacía.
Lynch nos parecía siempre un divertido excéntrico, un alienígena extraño con una apariencia estrambótica acorde a sus ideas y su arte. No por ello él dejó de intentar probar cosas que le acercasen al resto, como sus legendarios informes sobre el tiempo que se volvieron especialmente agradecidos cuando regresaron en la pandemia, casi como el único remanso de paz que nos podía proporcionar aquella época.
Sí, Lynch será extrañado y mucho. Y podríamos seguir diciendo mil cosas sobre él, porque su vida y la intepretación de su arte da para mucho. Pero claro, nadie va a decir nada más pertinente y mejor que Kyle MacLachlan:
Hace cuarenta y dos años, por razones que escapan a mi comprensión, David Lynch me sacó de la oscuridad para protagonizar su primera y última película de gran presupuesto. Claramente vio algo en mí que ni siquiera yo reconocía. Debo toda mi carrera, y mi vida en realidad, a su visión.
Lo que vi en él fue a un hombre enigmático e intuitivo con un océano creativo brotando de su interior. Estaba en contacto con algo a lo que el resto de nosotros desearíamos llegar.
Nuestra amistad floreció en Terciopelo azul y luego en Twin Peaks, y siempre me pareció la persona más auténticamente viva que había conocido.
David estaba en sintonía con el universo y con su propia imaginación a un nivel que parecía ser la mejor versión de lo humano. No le interesaban las respuestas porque entendía que las preguntas son el motor que nos hace ser quienes somos. Son nuestro aliento.
Mientras que el mundo ha perdido a un artista extraordinario, yo he perdido a un querido amigo que imaginó un futuro para mí y me permitió viajar por mundos que nunca habría podido concebir por mí mismo.
Ahora mismo puedo verle, de pie para recibirme en el patio trasero de su casa, con una cálida sonrisa, un gran abrazo y esa voz de pito de las Grandes Llanuras. Hablábamos de café, de la alegría de lo inesperado, de la belleza del mundo, y reíamos.
Su amor por mí y el mío por él surgieron del destino cósmico de dos personas que vieron lo mejor de sí mismas la una en la otra.
Le echaré de menos más de lo que los límites de mi lenguaje pueden decir y mi corazón soportar. Mi mundo está mucho más lleno porque le conocí y mucho más vacío ahora que se ha ido.
David, he cambiado para siempre, y siempre seré tu Kale. Gracias por todo.
Se acabaron las gachas
No hay ganas de bailar para Porridge Radio. La banda británica ha anunciado su próxima separación una vez terminen con sus compromisos con la gira de 2025. El grupo ha sido escueto en su despedida, que han decidido que esté protagonizada por lo que será su testamento sonoro, el inminente EP The Machine Starts to Sing.
Anunciado para el 21 de febrero, el EP será el complemento de un Clouds In The Sky They Will Always Be There For Me que ejercerá de cierre agridulce para el grupo. De ahí que no estén para muchos fuegos artificales y la acústica ‘Don’t Wanna Dance’ sea un adelanto más melancóico que de costumbre.
Vuelve el campanamuertismo británico
Pero no está todo perdido para las guitarras británicas. The Tubs siguen preparando la llegada de Cotton Crown, su segundo disco que se estrena el 7 de marzo, y lo hacen sonando más a “tocan campanas de muerto en tu pueblo” que nunca. También un poco The Smiths, pero suena apropiado para una ‘Narcissist’ que oscila entre el duelo y la introspección hasta encontrar la disfuncionalidad social. Qué grupo más exquisito.
Lucy Dacus es un sentimiento
Siguiendo un 2024 relativamente apagado, las boygenius van a hacer su clásica reunión en el disco de una de ellas. En este caso es Lucy Dacus, que ha anunciado Forever is a Feeling para el 28 de marzo y tendrá las esperables colaboraciones de Phoebe Bridgers y Julien Baker, además de otros como Hozier (“las lesbianas queremos a Hozier” explica Dacus).
El anuncio viene también con dos singles, una clásicamente melancólica ‘Ankles’ con sus arreglos barrocos y una ‘Limerence’ que se ancla más decididamente en el pop de cámara. Se viene disquito de reinvención por su parte.
Cosas que ver y escuchar este fin de semana
Estos primeros compases de enero son para meterse en territorios inusuales, y grupos como Songhoy Blues proporcionan una perfecta bisagra hacia el folklore africano vía rock que conocemos. Héritage puede ser la oportunidad perfecta para recordarnos que siguen siendo el grupo ferviente y vivo de sus dos primeros discos.
Más discos que salen esta semana:
Tres años de espera son demasiados para casi cualquier serie. Pero cuando una ha tenido una primera temporada tan soberbia como la de Separación, se mantiene todavía el interés por la segunda que se estrena ahora. Especialmente tras un cliffhanger potente que puede ser la lanzadera hacia algo más grande o hacia el despeñe.
Más estrenos esta semana:
En cines: Babygirl, Hombre lobo, La semilla de la higuera sagrada.
Pausa de minutos cinéfilos
El sube-baja hipersónico
👍 Sharon Van Etten y sus apegos.
👎 Bob Dylan, subiéndose tarde a los barcos.
👎 Drake, ya sin saber a dónde tirar.
👍 Robert De Niro, porque en su próxima película sale dos veces.
("Valladolid, buenos días" es una canción de El Niño Gusano. También es una sección de actualidad de Hipersónica. En 15 minutos, estarás al día de lo relevante en nuestro terreno. Cada lunes, miércoles y viernes en tu buzón de correo o en la web de Hipersónica.)