De repente, una mañana, despiertas y ves que el mundo ha cambiado de cabo a rabo. O quizás ya había cambiado hace mucho tiempo, pero al menos tú no te has dado cuenta hasta hoy. La humanidad ha conseguido, al fin, despojarse de la capacidad de sentir. No existen ni la tristeza profunda y la alegría efervescente, tan solo derivados de las mismas, en form…
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