John Carpenter creó la franquicia de acción perfecta hace 40 años
Recordando la increíble saga de Snake Plissken.
Hablar de las películas o sagas de acción definitivas nos lleva directamente a grandes espectáculos o a finos ejercicios de precisión en la coreografía. Cuando mencionas "cine de acción", es fácil que lleguen ejemplos grandilocuentes -excelentes en su propia categoría- como Misión Imposible, James Bond, Terminator, los films superheroicos, Indiana Jones, Matrix, Mad Max, etc. Y si pensamos en una escala menor, nos vienen los exquisitos trabajos de orfebrería el cine oriental, con estrellas como Bruce Lee, Jackie Chan o Jet Li, o más recientemente los films de John Wick.
Pongamos un momento el foco en 1981 para mostrar un ejemplo de lo que estoy hablando. Tres grandes espectáculos dominan la taquilla mundial: En busca del arca perdida, Sólo para sus ojos y Superman II. La aventura continua. Todas entran, en mayor o menor medida, dentro de lo que uno entiende por buen cine de acción. Es difícil discutirlo. Pero hay que bajar bastante, concretamente al puesto 32, para encontrar un ejemplo de gran cine de acción que se contrapone a todo lo mencionado anteriormente, y por eso es una de las sagas más especiales de la historia del género. Hablamos, por supuesto, de la saga de Snake Plissken.
Suena raro hablar de saga aquí, teniendo únicamente dos películas en su haber, separadas 15 años en el tiempo, terminando casi de manera abrupta por un desempeño comercial mediocre y la condición de culto que preserva la original. Estas películas no rompieron las salas de cine como los grandes espectáculos, pero es innegable su influencia en varios apartados. El particular tono de ambas películas, su magnífica distopía con comentario sociopolítico y su icónico personaje central todavía tienen fuerza, porque han ido teniendo continuidad en forma de influencia a otros, desde otras películas de acción grandilocuentes, otras franquicias más modestas (las películas de La Purga son claras herederas de estas películas) y hasta otros medios como cómics, literatura cyberpunk -hola, William Gibson- o videojuegos -bien sabido es que Hideo Kojima ha fusilado la icónica imagen de Snake Plissken para dar forma al Solid Snake de Metal Gear Solid-.
Pero vamos a remontarnos un poco al pasado. En 1976, John Carpenter estaba intentando sacar adelante su carrera como director tras su debut con Estrella oscura, pero en Hollywood no parecían demasiado convencidos con el joven talento. Pensó en la posibilidad de intentar meter la cabeza como guionista -una tarea que, irónicamente para el autor de los guiones más rompedores en su momento, encontraba terriblemente tediosa-, probando con conceptos para películas de distinto tipo, incluyendo una de acción.
Al mismo tiempo, en la política estadounidense estallaba el caso Watergate, con la popularidad de Richard Nixon cayendo, comprensiblemente, en picado, y el cinismo imperante en el ambiente contagió al joven Carpenter para hacer una distopía futurista que incluyese ese descrédito, al mismo tiempo que le da una vuelta a los héroes rudos como los de El justiciero de la ciudad de Charles Bronson.
El proyecto quedó aparcado. Carpenter fue compaginando proyectos como Asalto a la comisaría del distrito 13 y películas televisivas como Alguien me está espiando. Sucedió que, de manera inesperada, capturo el rayo en una botella y consiguió un éxito sin precedentes. La noche de Halloween se convirtió en un sonado éxito del cine independiente, volviendo patas arriba el mundo del terror y dándole una inesperada viabilidad a su carrera. Él y la productora Debra Hill firmaron un acuerdo con AVCO Embassy Pictures para que financiasen dos películas de presupuesto modesto por unos 7 millones de dólares. Una de ellas fue La niebla, que se llevó una pequeña parte de ese montante. La mayor parte fue ante el ambicioso film de acción que había decidido postergar.
Con una reescritura acompañado de su amigo Nick Castle (que se encargó de dar forma física a Michael Myers en La noche de Halloween), incorporaron elementos satíricos y humor que parodiaba no sólo la decadente sociedad y política americanas, sino también los justicieros que plagaban los diferentes géneros. Para poder llevar a cabo esas intenciones satíricas, no podían contar con cualquier actor. AVCO Embassy buscaba decantar el rol protagonista a favor de Tommy Lee Jones o de Charles Bronson -curiosamente, protagonista de El justicio de la ciudad-. Carpenter sabía que no podía salirse con la suya con una estrella más establecida, siendo además él un director con poca experiencia. Por eso abogó por darle el rol principal al actor con el que había trabajado en el telefilm sobre Elvis Presley: Kurt Russell.