La espiral descendiente de Bob Fosse
Un repaso a las películas de uno de los grandes del cine musical y de los hombres perturbados.
El mismo año que iba a ser la coronación absoluta para Francis Ford Coppola por El padrino, vio como el aparentemente seguro premio a Mejor director se le fue de sus manos hacia las de otro cineasta. No era su nombre el de la papeleta, sino el de Bob Fosse por Cabaret. Algunos verán esto como una gran tropelía al estar el drama criminal más valorizado que el musical. En realidad, tiene todo el sentido del mundo.
Porque Fosse es bastante laureado como director de cine, pero al mismo tiempo su presencia e influencia ha ido perdiendo llama. Un problema probablemente derivado de la poca vigencia del cine musical con el tiempo, su incapacidad de prolongar su obra por su fallecimiento y también su corta filmografía, producto de estar compatibilizando con el teatro, su primera gran pasión. Pero ojo, que hablamos de un director con todo películas buenas o buenísimas, y eso es algo de lo que gente como Coppola no puede presumir.
Pero su nombre está, sobre todo, asociado al teatro. Fosse desarrolló todas las posibilidades del baile y el movimiento como herramienta narrativa, y su éxito en territorios como Broadway fue mucho más impactante que sus películas -que no es que pasasen precisamente desapercibidas-. Los 50 y los 60 fueron el periodo donde irrumpió con fuerza gracias a sus creativas coreografías y a su notoria colaboración con su compañera creativa y sentimental Gwen Verdon.
Para él esta sociedad, además de el propio arte y el espectáculo, fueron importantes para lidiar con sus demonios y sus traumas de una infancia compleja (pobreza por la gran depresión, abuso), aunque también excusa para resultar una figura amenazante y hasta abusiva por derecho propio. Todo ello se puede apreciar en la estupenda miniserie Fosse/Verdon, aunque es cierto que su espiral descendiente también se puede ir apreciando a lo largo de sus películas.
Del éxito de producciones como Noches en la ciudad (una libre adaptación de Las noches de Cabiria de Federico Fellini) surgió su primera gran oportunidad. De dicha obra musical de Neil Simon realizó la adaptación que se volvió su opera prima, en principio también protagonizada por Verdon pero al final el papel principal fue para la estelar Shirley MacLaine. Fue la memorable actriz del apartamento la que hizo viable esta película tan ambiciosa financiada como gran espectáculo de Hollywood.
Con casi dos horas y media de duración -con interludio incluido-, nos encontramos ante la constante frustración de una chica de alterne que busca encontrar su gran amor y la oportunidad de tener un trabajo y/o vida más cómoda y normal. Todos sus intentos son frustrados, ya que cada uno de estos hombres termina siendo decepcionante por sus aspectos tóxicos, sean mentiras o prejuicios por el pasado de ella.
Con todo, la película resulta bastante jovial y alegre en su tono, y hasta juguetona en algunas de sus secuencias musicales (voy a intentar no incidir mucho en esta clase de escenas en sus películas porque todas son prácticamente excelentes y va a resultar repetitivo). Hasta su final resulta extrañamente optimista, dada la reiterada frustración romántica y la tendencia del Broadway de entonces de hacer obras que terminaban de manera más trágica. Pero es más extraño por cómo difiere de otros finales de Fosse.
En ese sentido, Cabaret resulta más consecuente con esa tendencia y con la obra general de Fosse. En la cultura popular ha trascendido como un musical festivo, glorioso y tremendamente guasón, principalmente a causa de sus canciones tan memorables y pegadizas, bien apuntaladas por secuencias musicales de primera (vale, primera vez que reincido en que un director de musicales hace buenas escenas musicales, strike uno).
Pero Cabaret esconde muchísimo más, y por eso es una película innegable para cualquier cinéfilo que trata de ponerla cara a cara con El padrino. Fosse explora de manera efectiva y dramática uno de sus temas recurrentes como es el coste de dar tu vida al espectáculo, y de las fuerzas oscuras que orbitan alrededor del mismo. Para el ritmo y la vida que suelen tener, sus películas terminan siendo bastante oscuras.