La gran estafa analógica, dejar de escuchar música a los 30, el Dummy de Portishead canción a canción...
...y otras noticias con las que ponerte al día.
¡Valladolid, buenos días!
Nuestro repaso de noticias de hoy nos lleva por diferentes derroteros. Tenemos un poco de repaso al perder la pasión por la música llegados a los 30, un escándalo en la comunidad audiófila con una empresa de alta fidelidad o el alucinante artwork de Camela. Ah, y una sorpresita al final relacionada con el Dummy de Portishead.
Help The Aged
Un reciente artículo de The Guardian insiste: hay toda una parte de flipados por la música que, entre los 30 y los 40, desisten, abandonan y es como si aquello que les movía (y conmovía) dejase de hacerlo.
Cuenta el artículo que el autor ha visto como lo inimaginable ocurría: a su alrededor hay mucha gente con la que casi la primera frase de una conversación era “¿qué estás escuchando?” y ahora ya no, y se pregunta por qué.
“Es fácil atribuirlo al simple hecho de envejecer, ya que el entusiasmo rabioso, la ingenuidad y la pasión de la juventud disminuyen, pero eso tiene una connotación de “ageism”, de hacerte viejo.
Puede que haya más obstáculos para comprometerse con el descubrimiento cultural, pero la gente no se vuelve menos curiosa por envejecer. La mayoría de la gente no deja de descubrir nuevos libros, películas, podcasts o televisión.
Sin embargo, la música parece ser algo que se escapa con más frecuencia, o incluso se percibe como algo que se supone que se deja de hacer. La música es una parte clave de la formación de la identidad juvenil: una vez que la idea de uno mismo se fija, quizás por marcadores distintos como el matrimonio y los hijos, la necesidad de ella desaparece”.
Cualquiera que haya sentido la pasión musical (es decir, cualquiera que a sus 20 años no diga que le gusta la música, sino que te enumere claramente filias y fobias, grupos que sí y grupos que mandaría al paredón) y que ahora tenga más de 35 puede sentirse representado. Nosotros, desde luego, lo hacemos y aquí mismo hemos vivido algún caso así: no sabemos si Natxo sigue escuchando discos, pero creemos que no y su crisis le llevó a vender TODOS los vinilos acumulados durante años. Y probertoj se tiró tres/cuatro años sin poder disfrutar realmente de nada (y no, no es por su habitual haterismo, que ese aún dura).
Esa pérdida de la pasión (y si no os pasa en lo personal, podéis atribuirlo claramente al sesgo de superviviente) se combina con otra variable en una tormenta cada vez más perfecta: a medida que nos hacemos mayores, hay menos posibilidades de que nos guste la música nueva, y más de que nos refugiemos en la de la adolescencia.
Numerosos estudios científicos han dejado claro que la música segrega diferentes sustancias (Dopamina, serotonina, oxitocina), que forman reacciones químicas cerebrales vinculadas a situaciones en las que algo nos agrada en especial.
La mayor parte del descubrimiento, y de la afiliación emocional, llega en la adolescencia. Lo explicaba David Levine, autor de This Is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession: la nostalgia por “mis canciones” es una reacción cerebral, y no tanto una tendencia.
Entra en juego, además, el “bache de la reminiscencia”: un fenómeno psicológico por el que recordamos gran parte de nuestra vida adulta más joven de forma más vívida que la de otros años, y estos recuerdos perduran hasta bien entrada la senectud. Según esa teoría: todos tenemos un "guión vital" culturalmente condicionado que sirve, en nuestra memoria, como relato de nuestras vidas. Cuando recordamos nuestro pasado, los recuerdos que dominan esta narrativa tienen dos cosas en común: son felices y se agrupan en torno a la adolescencia y los primeros años de la veintena.
Por si fuera poco, todo esto se cruza con un algoritmo que, uy, también nos ha salido eminentemente conservador: su propio mecanismo está pensado para dorarte la píldora… en una industria, además, que es eminentemente conservadora y que prefiere exprimir las tendencias y las cámaras de eco hasta la muerte (a veces, casi la suya, como cuando, a mediados de los 70, el exceso de producción en torno a la música Disco propició una burbuja que estalló en 1979).
Así que claro que es normal que pidamos que haya chavales jóvenes escribiendo/haciendo críticas sobre música. Es biológicamente difícil, por ejemplo, que el drill español de los dos últimos años te flipe si no tienes 14-18 años. Y está llenando salas con cero apoyo industrial, mientras las discusiones van de gente tan amable para el mainstream, tan metido en sus engranajes, tan asimilado en sus formas como Bizarrap.
(Y, bueno, llegados a este punto podemos aprovechar para meter la cuña publicitaria de que si no sabes qué escuchar de lo nuevo que sale y lo viejo que vuelve, recuerda que aquí cada martes te lo dejamos bien ordenadito en nuestras tiers)
Estafa audiófila
🎧 Es difícil ser audiófilo en era digital, aunque haya relativa facilidad de acceso a equipos de reproducción y grabación de alta calidad, así como medios físicos realizados con la mayor fidelidad posible. Al menos, con esto último contaban en la comunidad audiófila, pero se han llevado una decepción tremenda con el último escándalo destapado.
Como ha contado The Washington Post, un propietario de una tienda de discos de Phoenix ha expuesto una gran mentira realizada por MoFi, o Mobile Fidelity Sound Lab. Desde 1977 el sello de reediciones se ha jactado de hacer copias de alta fidelidad gracias su proceso “puramente analógico” a partir de los masters de los discos originales, motivo por el que justificaban el alto precio de sus ediciones.
Pero para Mike Esposito algo no cuadraba. Y fuentes fiables le llegaron a asegurar había utilizado archivos digitales en lugar de físicos para sus reediciones. Tras denunciarlo en YouTube, MoFi le invitó a sus instalaciones para calmar sus ansiedades.
En lugar de eso, confirmaron sus sospechas. Los ingenieros le confesaron que las reediciones contaban con tecnología digital, nada de puramente analógica, y ha causado indignación absoluta dentro de la comunidad. Un hombre de Carolina del Norte ha iniciado una demanda colectiva contra la compañía, asegurando que realizó la compra en base a la promesa de que todo el proceso era analógico y que el sello ocultó deliberadamente sus prácticas “impuras”.
Porque realmente el quid de la cuestión no es realmente de falta de calidad, sino más bien de una traición filosófica por una compañía al no cumplir con la base de confianza establecida al prometer un proceso depurado. Y también que esa promesa analógica era la justificación del precio de las ediciones.
Nunca te puedes relajar en la búsqueda de la alta fidelidad. Cuando menos te lo esperas, ese FLAC que has bajado de Soulseek resulta una chufa reescalada o mal copiada desde un CD. Siempre alerta. Salvo que seas el Robert Pollard de los 90s.
Son imbatibles
Pausa de minutos musicales:
Ronda de emojis y breves
🚬🥴📀 La nueva reedición del Dopesmoker de Sleep viene con sorpresita: los nuevos vinilos han sido prensados con marihuana.
🐉 Los dragoncitos lo petan: HBO consigue casi 10 millones de espectadores con el estreno de La casa del dragón. También bate records de visionados en HBO Max, hasta el punto de que peta la plataforma (aunque tampoco necesita mucho para caerse).
🔪 Navidades con asesinatos: Netflix estrenará la secuela de Puñales por la espalda el 23 de diciembre.
💪 Sleater-Kinney, Courtney Barnett y más se juntan para una gran versión de ‘Physical’ en homenaje a Olvia Newton-John.
❤⚡ La última Marvel, Thor: Love and Thunder, se estrenará el 8 de septiembre en Disney+.
🎬 Dan Harmon sigue insistiendo con la película de Community. Ahora mismo, es cuestión de “cuándo”.
🦇 Con las vacaciones no hemos comentando el escándalo con la cancelación de Batgirl, pero sigue trayendo cola: Warner eliminó los archivos de la película de sus servidores antes de que los directores pudieran recuperarlos.
👴 Pretty, pretty good: Larry David tendrá temporada 12 en HBO.
28 años desde que Portishead nos abriesen en canal: Dummy, canción a canción
El 22 de agosto de 1994, Portishead se hicieron eternos. Ese día se estrenó Dummy, después de que apenas hubiese llegado un EP. Y se produjo esa extraña situación en la que un debut impacta tanto y a tantos que el grupo no necesita nada más. 28 años después, suena tan entero, tan demoledor, tan futurista y tan clásico como en aquel momento. Se ve que a esto suena la eternidad.
Mysterons: Es importante tener en cuenta que Portishead, cuando grabaron su debut, ni siquiera era un grupo. Geoff Barrow se autocalifica como “un crío metido al hip-hop y a la producción, que todo lo que solía hacer era fumar 40 cigarrillos al día”. Pero cuando ‘Mysterons’, ululante, arrastrada, tenebrosa, entró y nos rompió por dentro por primera vez, eso no lo podíamos ni suponer. Parecían gente absolutamente rodada y puede que parte de culpa estuviese en Beth Gibbons, mayor que Adrian Utley y que el propio Barrow y con un chorro de voz de otra época. Dummy es el momento en el que el hip-hop, la electrónica y las torch songs se unen para componer la gema pop perfecta. Y 'Mysterons', si hubiese existido ella sola, ya habría sido suficiente para significar todo eso.
Sour Times: Era imposible no hacer historia con un disco así. Era imposible tener un sampleado de película de espías fascinante, romperlo a pedazos para crear una base adictiva, mezclarlo con el portento vocal de Gibbons y hacer el himno de amor de otra época y de la que te toca vivir a la vez.