Las películas de Denis Villeneuve, ordenadas de peor a mejor
Ordenadas en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Es posible que, de la década pasada, muchos escojan a Denis Villeneuve como el autor más interesante de los que han despuntado recientemente. Y lo ha hecho con una filmografía fascinante, diferente con cada lanzamiento y siempre interesante y original. Ahora que aún anda reciente su versión de Dune, entramos de lleno en dicha filmografía y la repasamos.
10. Maelström (2000)
Aunque pueda tener su valor, aquí Villeneuve cae en unos tics un tanto molestos que enturbian y hacen un poco desastroso el tono de la película. Es fácil imaginar esta película como el resultado de un joven cineasta flipando con Lars Von Trier y buscando emular su lado provocateur, cuando en realidad con un Lars Von Trier ya tenemos más de lo que podemos soportar. Pero ya se aprecia su buen manejo a la hora de retratar la espiral descendente en la que se pueden meter sus personajes.
9. Un 32 de agosto en la Tierra (1998)
Su primera película nos muestra ya a un autor de buenas ideas, con entendimiento de géneros y cómo aprovecharlos. De esta etapa más puramente autoral del canadiense ya nos muestra habilidad de plegarse para contar la historia de la mejor manera posible, incluso en una cinta un tanto irregular y un poco fina cual loncha de pavo. Aun así, es una estimable y original exploración de las relaciones humanas.
8. Sicario (2015)
¿No tenéis a veces de que hay una película que tiene todo para gustarte mucho pero nunca termina de hacerlo del todo? Sicario tiene virtudes evidentes: Villeneuve está magistral creando tensión, también es inteligente escogiendo la perspectiva desde la que contar la historia, los actores están espléndidos y tienes a dos maestros como Roger Deakins y el difunto Jóhann Jóhannsson prácticamente sacándosela cada uno en los suyo. Pero hay algo a lo largo de Sicario que causa cierta letargia en su segundo acto que desluce lo que, por otro lado, es un thriller estupendo.
7. Polytechnique (2009)
Villeneuve hace su propia Elephant (Gus Van Sant, 2003), con menos vanguardismo y menos distancia. A ratos docudrama, a ratos puro cine de terror granulado en blanco y negro. Villeneuve ya subió aquí de división, aunque aún estaba por llegar el salto definitivo.
6. Prisioneros (2013)
El salto del canadiense al cine estadounidense se hizo con un intenso, efectivo y soberbio thriller negrísimo que esquiva con maestría cualquier borrón que la pueda destapar como un telefilmazo de sobremesa. Las angustias emocionales y el magnífico manejo de la tensión exhibidos por Villeneuve en su etapa francófona se trasladan a la perfección y añade como aliciente al siempre excelso Roger Deakins como director de fotografía. Sus dos horas y media, eso sí, se hacen un poco cuesta arriba (aunque cómo no, con lo deprimente que es la peli).
5. Dune (2021)
Meterse en el jardín de la obra de Frank Herbert ya era un reto descomunal capaz de quemar por completo una carrera (que os cuente David Lynch al respecto). Y más si tomas la arriesgada decisión de partir la historia del libro en dos partes sin tener realmente garantizada la posibilidad de continuación, que mete a esta primera película en la tesitura de parecer el prólogo de algo mucho más inmenso. Pero las grandes oportunidades hay que cobrárselas cuando se tienen a mano, y Denis lo ha hecho a lo grande.
Por fortuna, cada céntimo del cheque en blanco se percibe en pantalla de la mejor manera posible. Técnicamente impecable y apabullante, con uno de los diseños visuales más increíbles del cine reciente que es, a la vez, icónico de manera instantánea y plasma como el género de los últimos 50 años ha bebido de la novela original. La parte dramática es exquisita, desde lo íntimo a las intrigas palaciegas/imperiales e incluyendo las potentes connotaciones sociopolíticas de la obra, y logra hacer un viaje del héroe consistente aunque buena parte del tomate esté por llegar. Y aunque tenga que guardarse cartas, sale airoso con desviaciones incluso al puro género de supervivencia. Suma otros aspectos técnicos brillantes, incluyendo la acción, y tienes una película única que va a llenar cualquier pantalla de cine en la que la veas.
4. Enemy (2013)
Encontrando la perfecta combinación entre el surrealismo de David Lynch y el morboso carácter voyeur de Brian De Palma, pero también manteniendo su lenguaje audiovisual propio. Enemy es una de esas pelis que temes revisionar tras un tiempo porque temes que esta vez sus pretensiones te hagan poner los ojos en blanco, pero está impecablemente contada y es ambigua de una manera exquisita, así que terminas disfrutando con ella. Tener dos Jake Gyllenhaal es una buena ayuda, claro.
3. Blade Runner 2049 (2017)
Si los grandes estudios de Hollywood se arrancan los pelos buscando la enésima propiedad intelectual que explotar, Villeneuve aprovecha la situación para meterles un gol por toda la escuadra. A pesar de las ilusiones de Sony, la secuela del clásico de Ridley Scott era tan anticomercial como lo era en su momento la original. Para alegría nuestra, este nuevo paso en la historia de los replicantes establecía un diálogo extraordinario con su antecesora, tocando algunos de sus temas y estableciendo sus propias inquietudes, además de ofrecer una de las experiencias visuales más increíbles de la década. No nos sorprendería nada encontrarnos la influencia de esta película en muchas obras de décadas posteriores, ya que sus ambiciones y su look visual son envidiables.
2. Incendies (2010)
Es un drama tan oscuro y bajonero que, en comparación, Prisioneros parece una fiesta con piñata. Y aun así, nunca puedes dejarla ni en sus momentos más dolorosos, ni en esas revelaciones tan perturbadoras. Tirando de los hilos se destapa un desgarrador relato de violencia, trauma y memoria. Villeneuve se gradúa como maestro manejando tonos y creando una atmósfera inigualable, casi irrespirable, pero cautivadora.
1. La Llegada (2016)
La película de ciencia ficción más ambiciosa de esta década no tiene ni que despegar los pies más allá de la estratosfera. Denis Villeneuve respondió a un mundo sumido en la histeria ante un fenómeno que no comprendía ni entendía el por qué, hasta el punto de preferir bordear la autodestrucción en forma de guerra, con una respuesta que bordea lo coelhista, pero no carece de fuerza. El poder de la lingüística como herramienta de unión, la empatía como salvación. Qué necesaria se ha vuelto ahora.