Las películas de Steven Spielberg, ordenadas de peor a mejor
Un maestro que garantiza espectáculo
Su nombre se ha convertido en sinónimo de Gran Cine. No sólo por una calidad que bordea lo incuestionable -en muchas ocasiones lo es con rotundidad-, sino también por ser cine de gran pantalla, de espectáculo asegurado aunque vayamos a ver un drama con gente hablando en despachos. Steven Spielberg es uno de esos nombres que te da tranquilidad cuando vas a una sala de cine, porque sabes que va a cumplir siempre unos mínimos.
Su filmografía es amplia, pero llena de enormísimas obras, y con un número insultantemente alto de imprescindibles. Las repasamos todas, de peor a mejor, viendo que ya está en el horizonte su nueva versión de West Side Story.
32. Mi amigo el gigante (2016)
Con un posible sentimiento de culpa por pasarse varias películas seguidas siendo maduro y rescatando el cine adulto de prestigio, Spielberg decidió volver a la fantasía infantil completa con esta eternamente postergada adaptación del cuento de Roald Dahl. Es un poco raro ponerse exigente con una película tan eminentemente dirigida a niños, pero la historia es muy irregular, es larga sin ningún motivo -en serio, ¿por qué dura dos horas todo esto? El cuento no era tan largo-, la estética CGI es bastante fea y no es por amargarle la existencia a Ruby Barnhill, pero como niña protagonista es una elección de casting bastante pobre.
31. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008)
Mucha coña con que esta película no existe, que nunca se hizo una cuarta, pero asumámoslo, existe y no es buena. Cuánto de su fracaso se puede atribuir a Spielberg es debatible porque, a pesar de que se nota que quiere compensar la amargura de su etapa previa volviendo a una diversión camp (que no le sale del todo), muestra cierto dinamismo y fuerza rodando.
En el resto de frentes es por dónde todo hace aguas. El guion es funcional y tira demasiado de nostalgia por la saga en lugar de la nostalgia por los seriales clásicos que le inspiraron, la sobrecarga digital (culpa de George Lucas, seguro) no le hace ningún favor, Shia LaBeouf está demasiado verde y fuera de todo, y luego está Harrison Ford, que ya estaba en su fase de "Bueno, aquí estoy, pero ojalá no estar aquí".
30. 1941 (1979)
A veces un trabajo fallido viene por ser la elección incorrecta para un determinado trabajo. Spielberg quiso avalar el talento de sus apadrinados Robert Zemeckis y Bob Gale, que venían de un debut discreto con Locos por ellos, la película sobre la Beatlemania en Estados Unidos. El director vio en ellos un potente torrente creativo que podía revolucionar la comedia alocada y caótica, y trató de darles una segunda oportunidad, esta vez con él dirigiendo el guion.
Pero no llega a puerto. Al contrario que en los primeros films de Zemeckis, donde si muestra mano para navegar en el caos y el tono más slapstick, a Spielberg le cuesta dar con el tono en esta comedia bélica tan exagerada como insuficientemente graciosa. El director intenta contener unos caballos desbocados que, precisamente, la mejor manera de llevarlos no es intentando tirar fuerte de riendas. Así, no todos los chistes aterrizan, aunque existan elementos para una película divertidísima. Véase cualquier escena de John Belushi o la escena en la que se cae una casa por el desfiladero (reconozcámoslo, es imposible que eso no haga gracia).
29. Amistad (1997)
Otro de esos casos donde Spielberg no era la elección correcta para el proyecto, lo que diluye la posible importancia del mismo y hasta la intención de repetir en 1997 lo que logró en 1993 (dos particulares obras maestras, una dramática y otra popular). Este drama sobre esclavitud es tan bienintencionado como inofensivo y simplón, falto de profundidad a pesar de sus dos horas y media de duración, donde lo mejor que se puede decir es su capacidad para funcionar gracias a la estructura de cine de juicios.
28. Hook (El capitán Garfio) (1991)
Lo peor de los proyectos soñados es cuando se vuelven realidad de la manera más desilusionante. Spielberg llevaba casi toda su vida admirando a Peter Pan, como buen señor que siempre rueda con la ilusión de un niño, especialmente por el aspecto del padre ausente. Tenía sentido hacer una continuación del personaje, salvo que cuando tocó hacerla el proyecto se estancó y luego exploraría sus temas en E.T. y retomaría la relación con su padre, mostrado en la tercera Indiana Jones. Difícilmente tenía sentido volver a Nunca Jamás.
Eso se plasma en una continuación de la historia que nunca tiene tanto sentido contada como lo podía tener en papel. Peter Pan se ha convertido en un gigante corporativo que se ha olvidado de ser niño y pone en peligro la relación con sus propios hijos -algo con lo que Spielberg parece conectar tras su periodo en el cine adulto de prestigio-, pero su viaje va a trompicones mientras la película va lanzando diferentes pelotas al aire que luego chocan o caen al suelo. La parte de recuperar el poder de la imaginación queda más ñoño que tierno, se pierde ritmo cada vez que se salta a la trama del Capitán Garfio y no encuentra una manera de hacer funcionar el personaje de Campanilla -y para más inri, Julia Roberts y Spielberg chocaban continuamente durante el rodaje-.
Por suerte, encontró la manera de conectar con el sentido de la maravilla y el poder de la imaginación poco después.
27. El color púrpura (1985)
Otro proyecto que resulta insatisfactorio porque Spielberg lo toma aunque sea la elección menos idónea. Tras una serie de grandes espectáculos, el director quería dar el siguiente paso y ser apto para los premios de la Academia, y lo buscó a través de este drama adulto de época sobre unas mujeres afroamericanas encadenadas a una situación de abuso y dolor. No es por ser woke y decir que Spielberg no puede entender el drama de lo que está contando, pero su tono melodramático le quita crudeza a una historia realmente dura y de vez en cuando hace una desviaciones al humor slapstick que son muy desconcertantes. Es, sencillamente, una idea errónea que no funciona.
26. Always (Para siempre) (1989)
Un ejercicio de deliberado anacronismo, que busca al mismo tiempo ser uno de los últimos coletazos de melodrama ochentero y evocar la emocionante épica del Hollywood clásico, al ser esto un remake del film bélico Dos en el cielo de 1943. Probablemente lo más remarcable sea que sea la última actuación en cine de Audrey Hepburn, porque el resto tiene muy poquita carne alrededor del hueso. Es más divertida en su primera hora, donde casi parece una alocada comedia de Robert Altman, pero va flaqueando conforme se da de lleno a un sentimentalismo débil y trata de conectar con dificultad los distintos instantes de su flojo guion.
25. El mundo perdido: Jurassic Park (1997)
Es complicado encontrar un caso de un director que hace una secuela de uno de sus mayores éxitos, pero acentuando cosas que no hicieron a la anterior película exitosa en un primer lugar. Casi te hace dudar de si realmente tenía claro lo que estaba haciendo. Pero luego ves el buen sentido del ritmo, esa perfecta puesta en escena, que te muestra que Spielberg sigue haciendo espectáculos a los que te puedes enganchar, así que hasta cierto punto sabe lo que está haciendo.
Pero hay muchos problemas acumulados aquí: sobrecarga digital que hace difícil la suspensión de incredulidad, la historia es casi inexistente o, en el peor de los casos, mal refrito de la anterior, y luego pone en el centro de todo al personaje menos idóneo para ello como es el de Ian Malcom (el único momento en el que Hollywood se preguntó si Jeff Goldblum podía ser una estrella de cine). Tiene algunos instantes de buena acción jurásica, pero es la peor de toda la franquicia.