Hey, What nace del caos. De él o ahí, aparentemente: ‘White Horses’ comienza sin forma y acaba en zumbido. Es adictiva pese a que (o porque) no tiene problema en no imaginarse siquiera como canción. En su inicio y en su final no lo es, para nada.
Hey, What nace de o en el caos y no tarda nada, como disco, en dejarte claro que no va a ser uno sencillo. Y, sin embargo, a medida que lo escuchas hay muchísimos ganchos en las canciones: no estamos ante una obra abstracta y aterradora por no tener dónde aferrarte, sino ante una cuyo recorrido es fácil de hacer.
Tengo una explicación. Frente a Double Negative, más cercano a la oscuridad de Drums & Guns, el tono de Hey, What es el de Trust (2002): especialmente los juegos vocales, que alivian la carga de las canciones. En vez de hacerlas apesadumbradas, las levantan del suelo. Sí, luego tienes torbellinos de ruido eléctrico a su alrededor, pero Alan y Mimi suenan cálidos; Cf. el tramo ‘There’s a Comma After Still’/‘Don’t Walk Away’.
En Trust es donde más claro se vio lo que ellos llevaban años diciendo: que Simon & Garfunkel eran influencia clara en su música.
Puedes convertir ‘The Sound of Silence’ en canción de misa. Puedes convertir ‘In The Drugs’ o ‘Last Snowstorm of The Year’ en canción de misa. ‘La La Song’ ya lo es. ¿Puedes convertir ‘Hey’ o ‘Days Like These’ en lo mismo? Puedes1 , pero no se las des a la persona equivocada.
Tengo una explicación para que Hey, What sea sencillo de oír: si no os gusta, os busco otra. Porque serlo… lo es.
Precaución, amigo productor
Hay muchas trampas para hacernos creer que la culpa de todo es de quien está a los mandos de la mesa de estudio. Es más, parte de quienes no están entrando en éste o en el anterior disco de Low ya han adjudicado sus culpas:
BJ Burton colaboró con Bon Iver para cambiarle por completo en 22, A million (2016) . Y eso, más su presencia en Double Negative, parece convertirle en un productor radical, transformador. Pero también podemos desmentirlo: para cuando trabaja con Miley Cyrus ella ya se ha cambiado, en el Evermore de Taylor Swift casi toda la culpa se la adjudicamos a Jack Antonoff y a Dessner (normal, no hay más que escuchar que todos sus discos acaban sonando parecido) y a Twin Shadow les grabó tal cual.
En el Caso del Estado contra Su Importancia en Los Discos que Produce, podemos traer la prueba de que BJ Burton grabó el How I’m Feeling Now pandémico de Charlie XCX y allí no había una reinvención (ni falta que hacía).
Y la de que con los propios Low también trabajó en One and Sixes (2015) y tampoco hubo esa reinvención (y falta sí les hacía, que ya C’Mon y The Invisible Way habían embarrado el camino futuro).
En las entrevistas de Hey, What, Mimi y Alan insisten en que lo que les ha traído BJ Burton no es tanto un sonido nuevo como la obsesión de trabajarlo todo dentro del estudio. No llegar con las canciones y deshacerlas (no ser Primal Scream con Andrew Weatherall, por ejemplo), sino armarlas al completo allí.
En la manera de sonar, sí, hay cosas compartidas en los dos últimos discos: la postproducción reúne herramientas de última generación con sonidos de maquinaria analógica retro. Cajas de ritmo y cintas, vale, pero también plugins y compresores digitales.
Hay, también, la obligación de dejar que los fallos vivan, de aceptar que en el error puede estar el arreglo. Es magistral el uso de la distorsión asaeteando las canciones, dejando a muchas de ellas como un San Sebastián sonoro:
Pero hay también la sensación de que no puedes repetirte demasiado, de que el camino cortado asoma ya. “No rompes dos veces la primera puerta”, ha comentado Alan sobre la diferencia entre la producción de Double Negative y Hey, What. “Habíamos descubierto este nuevo lenguaje: ese nivel de manipulación y de abstracción que puedes aplicar mientras compones. Y lo hemos llevado más lejos”.