Los inicios de Jordan Peele
O cómo el nuevo gurú del terror está recuperando el arte de los prólogos.
Emplear el término gurú pone demasiado peso en la persona, pero hay muchos motivos para ponerle ese calificativo a Jordan Peele con tan solo tres películas (y otras tantas como productor), al menos dentro del género de terror. Ya tan solo haber conseguido películas originales de género que se han vuelto éxitos en taquilla en tiempos de dominación de la propiedad intelectual y del mínimo común denominador es para quitarse el sombrero.
Pero no hay que quedarse en lo comercial, sino que sus tres películas muestran un increíble nivel en lo artístico, haciendo un increíble uso del género y de las imágenes para tenerte absorbido como espectador y ser capaz de tocar asuntos sociales complejos como la raza, la clase o la obsesión por el éxito. Pero también es un gurú por reivindicar un arte que no todo el mundo sabe aplicar bien, y él lo ha hecho bien en todas sus películas: hacer prólogos cojonudos.
Los prólogos son algo complejo, porque muchas veces no involucran a ninguno de los personajes principales y pueden sentirse como mero capricho que no tiene realmente conexión con la trama principal. No así los de Peele, que si bien actúan como unidades fuera del relato principal, consiguen conectar a la perfección con el mismo y con las ideas que el autor quiere expresar a través de ella.
Ya está todo ahí desde su primera película. Déjame salir es su gran éxito, pulido hasta el mínimo detalle y perfectamente accesible para que a nadie se le escape su afilado discurso sobre el racismo. Fue una sensación crítica, de público y de industria, consiguiendo hasta Oscars por su guion donde señala cuestiones como la explotación y el extraño fetichismo en torno a la raza negra en Estados Unidos. Y lo hace a través de géneros como el terror psicológico, el humor negro y detalles de ciencia ficción.
Pero antes de entrar en acción y ponernos en la perspectiva del personaje de Daniel Kaluuya, Peele se permite un pequeño microejercico de género que ya asienta el tono a través de un personaje aparentemente separado de todo lo que vamos a ver. Lakeith Stanfield interpreta a un hombre negro perdido por los suburbios e inquieto porque en cualquier momento va a haber alguien que va a notar que no encaja allí y va a empezar una escalada que va a terminar con él bastante perjudicado.