Los mejores discos tristes de 2023
Las lágrimas, ordenadas en cómodo ranking para que no te las tengas que secar
Querido Keaton:
Me alegro de que estés bien. En serio. En tu último disco has dejado claro que en tu interior luce el sol y vistes trajes rosas mientras dejas que la radiación ultravioleta acaricie tu cara. La cuestión es que tu bienestar, por más que me agrade, me ha dejado un poco huérfano. Verás, Keaton, durante años he ido corriendo a escuchar cada canción que lanzabas, sabiendo que los tristes del mundo teníamos en ti a nuestro inequívoco faro. Y resulta que este año se te ha dado por bailar. Y no te equivoques, yo a favor de todo esto, pero me toca resumir un año en el que Keaton Henson ha lanzado disco... y tu disco no es triste. Así que acabo firmando este Top con cierta sensación de traición e infidelidad. Pero sé que sabrás entenderlo.
Saludos al gato. Te dejo aquí unos cuantos discos tristes que me han gustado este año. Ya sabes: cosas de cantautores folk, neoclásica, ambient... cualquier disco que puedas escuchar en una tarde lluviosa en el sofá, mientras abrazas la melancolía.
10: Tirzah - trip9love...???
La londinense Tirzah, de nuevo de la mano de su inseparable compañera musical y vital, Mica Levi, ha vuelto a alegrar nuestros corazones en su nuevo disco, 'trip9love...???'. Y los ha henchido de gozo con su particular apuesta oscura, de procura electrónica house (incluso cercana a apuestas más trip hop, como 'u all the time', llena de carisma y calidez vocal. A riesgo de insistir en la labor de producción casi tanto como en la de la artista en cuestión, 'trip9love...???' cuenta con un trabajo impecable, otro más, de Levi, que parece entender como nadie las cualidades narrativas e interpretativas de Tirzah. Más que nunca, una extensión de la voz de la autora. Desde lo experimental de 'their love' o en las cadencias más puramente pop de 'F22'.
El tercer álbum de Tirzah alcanza su momento más sobresaliente, más atrapante, en la concatenación de 'No Limit' y la entrada de teclados de 'today'. De nuevo con su voz sonando desde la cripta, llamándote a bajar a ella. Y, aunque es cierto que ocasionalmente la repercusión mediática le ha hecho justicia, en el fondo todavía seguimos teniendo la sensación de que Tirzah pertenece a ese inabarcable grupo de peña a la que no le hemos prestado la atención que merece todavía. Sirva nuestra insistencia o temas como '2DICUV' para que vosotros le prestéis la vuestra
9: Heather Woods Broderick - Labyrinth
A pesar de ser ya una veterana de esto, es probable que el conocimiento que tengáis de Heather Woods Broderick sea de forma algo indirecta. Bien por ser hermana de Peter Broderick, bien por ser la mano derecha de Sharon Van Etten a lo largo de la carrera de ésta. Esto segundo, lo de ser música de estudio y acompañamiento en directos (también de otros, como Lisa Hannigan o Efterklang) es quizás lo que más ha llenado la cuenta corriente de Heather, si bien sus propuestas en solitario han sido siempre de lo más interesantes y, concretamente 'Labyrinth', su quinto disco, alcanza un nivel notabilísimo.
Broderick muestra de nuevo que su capacidad para generar ambientes de electrónica ensoñadora, de indie pop con alma de cantautora, que de hecho es la etiqueta que podría describir la mayoría del estupendo minutaje de 'Labyrinth', no está reñida con la habilidad de construir canciones pop estupendas. Prueba de ello podrían ser 'Crasing Against the Sun' o, aunque no tan brillante, 'Wherever I Go'.
Con todo, decíamos que si Broderick destaca en algo es en las piezas en las que coge la acústica y apenas hace falta nada más en la vida. Si acaso, su estupenda habilidad también con las bases que nutren a 'I Want to Go' de todo ese carisma, a 'Wandering' de una asfixiante delicadeza o a la final 'What Does Love Care' de una épica que no necesita de aspecto o arreglos impostados para trascender. Una auténtica preciosidad.
8: Cicada - 棲居在溪源之上 Seeking the Sources of Streams
En todo Top que se precie debe haber alguna sorpresa. Resulta que este año Hipersónica ha reseñado más de 820 discos. Pues bien, llega el momento de resumir los mejores en el apartado triste y resulta que metemos en el octavo lugar a uno del que, hasta hoy, no os habíamos hablado.
Los taiwaneses Cicada (no confundir con aquel proyecto británico de electrónica que se extinguió ya la década pasada) lanzaron este estupendísimo álbum de neoclásica, post-rock pausado y cuerdas el día de Reyes del año que acaba. Entre que en enero estamos con las resacas y que uno no tiene tiempo para la vida, no fue hasta verano que supimos de existencia. Pensamos que quizás no tenía ya mucho sentido traerlo a colación, hasta hoy. Piezas tan delicadas y asfixiantemente hermosas como ' 抵達圈谷之前的稜線 On the Way to the Glacial Cirque' no merecerían que alguien que haya podido hacerlo se quede sin escucharlas. Para disfrutar y repetir mil veces, Un disco inspirado en el viaje a través de los valles taiwaneses del Central Mountain Range, pero que podría ser casi cualquier otro lugar en el que hayas sentido la mayor de las paces de tu vida. Pre-cio-so.
7: Richard Dawson - The Ruby Cord
(Sí, Keaton, ya sé que es de noviembre de 2022, pero es que no llegó a mi vida hasta enero de 2023, ¿y qué puta culpa tiene él? Así que cállate, ya te he dicho que todo top que se precie tiene su sorpresa... y su trampa)
Hay discos que no encuentran su momento justo cuando se lanzan. Principalmente si el estreno, como es el caso, coincide en últimas semanas de año, cuando en las oficinas hipersónicas prestamos más atención a insultar a los editores que tumban nuestras propuestas para el Top anual que a los lanzamientos en sí. Esto lo ha padecido 'The Ruby Cord', el último disco de Richard Dawson, que viene a cerrar la trilogía iniciada con 'Peasant' y continuada con '2020'.
'The Ruby Cord' es un disco agotador. Posiblemente el que te deja más exhausto tras su escucha de toda la trayectoria de Dawson, que ya no ha sido conocido nunca por lo accesible de sus propuestas. Pero si se consigue reunir la disponibilidad adecuada para extraer cada detalle del disco, desde esa apertura de 40 minutos que es 'The Hermit' (y que justificaría por sí misma la presencia en la tier Directo al excel) hasta el derroche fuerza y vulnerabilidad de 'The fool', el oyente saldrá absolutamente recompensado. Probablemente, los ochenta minutos más redondos de la carrera del de Newcastle.
6: Anohni - My Back Was a Bridge for You to Cross
Trece años desde que Anohni Hegarty no nos entregaba disco con la banda que la hizo saltar a la más absoluta fama mundial cuando en el 2000 (seguramente más todavía en 2005) nos escuchamos sus discos hasta la extenuación. Su carrera artística y su vida personal tenían tal repercusión que cada paso que daba resonaba con amplificación superlativa. Es curioso que, incluso en casos así, de artistas que invaden el mainstream desde las afueras, poco a poco nos vayamos acostumbrando a la vida sin ellas.
Y, sin embargo, aquí estamos, hablando del quinto disco del colectivo afirmando, sin que nadie pueda achacarnos un exceso de triunfalismo, que quizás sea el mejor te toda su carrera. Una Anohni seguramente más cercana que nunca a la música negra, tan llena de delicadeza, marca de la casa en 'Silver of Ice' o 'Scapegoat' (dios, qué gozada de tema, qué putos pelos como escarpias en ESE riff) como de firmeza, carisma y rigor en ese derroche distorsionado de 'Rest', otra sobrada histórica, o en la elegantísima 'It Must Change' inicial.
La pequeña pereza que me daba este álbum antes de escucharlo, las ganas de dejar allí, ya algo lejos, lo que Anohni significó en cierto momento lejano de tu vida, se han cambiado por un disco que te llama a escucharlo una y otra vez. Que fácilmente será aquel al que has vuelto en las ocasiones precisas. En muchas ocasiones. Tantas como el que más. Volviendo a tu lugar seguro, pero también arriesgando como solo aquellas elegidas que aparecen cada mucho saben hacer. Manteniendo siempre el adecuado equilibrio entre ser diva entre las divas y no perder ni un ápice de calidad interpretativa (ojo aquí también a la asfixiante 'There Wasn's Enough'). Anohni está, por fin, de vuelta. Y lo celebramos incluso más de lo que creíamos.
5: Shackleton & Zimpel with Siddhartha Belmannu - In the Cell of Dreams
De la pasada edición del WOS, seguramente la mayor sorpresa es la que deparó en concierto de este nuevo (e intuimos que eventual) proyecto capitaneado por el británico Sam Shackleton, una de las almas más talentosas de la electrónica experimental en la actualidad. 'In the Cell of Dreams' es un disco ambiental, donde la voz de Belmannu ejerce de potencia psicotropa y cuya plasmación en directo resulta tan turbadora que por momentos nubla algo el juicio. El evento cuenta con el comisariado del festinal Atonal de Berlín, sello de calidad bien distinguible.
'In the Cell of Dreams' es un viaje levitante que transcurre entre el avant-garde, dubstep y raíces de la tradición musical hindú (más allá de lo evidente de las voces de Sidhharta). Una turra de primerísimo nivel que, si bien obviamente no consigue del todo trasladar lo impactante y asfixiante de su directo, sí deja claro que su categoría es elevadísima. 'The Ocean Lies Between Us' es un viaje sin moverte del sofá en el que entras emocionalmente como una estampida, y la capacidad vocal de Belmannu, mano a mano con el saxofón de Zimpel en 'Everything Must Decay' es uno de los momentos inexcusablemente álgidos de la electrónica de este año. Oro puro.
4: Grandbrothers - Late reflections
Es difícil hablar de un disco de electrónica, ambient y pianos. No resulta sencillo analizar por cortes, hablar de producciones o ese tipo de argumentos con los que tan cómodos nos sentimos. Supongo que, por muchas vueltas que le demos, nos tendríamos que conformar con que al final esto va de hacer sentir cosas a quien escucha y en eso 'Late Reflections', el último disco del dúo germano Grandbrothers, es un auténtico rey sobre el tablero.
'Late Reflections' ha sido grabado en directo en la Catedral de Colonia. Tampoco es que sea nada particularmente novedoso ponerse a grabar (o a dar conciertos) en iglesias, pero sigue resultando fascinante la perfecta acústica de esos lugares. Erol Sarp y Lukas Vogel van adentrándonos en lugares que, por lo general, tienen un tono bastante luminoso, alejado de otras propuestas similares algo más angostas. Grandbrothers se mueven con solturas entre las teclas del piano de Sarp y los diseños sonoros de Vogel, creando sintonías tan bien rematadas que poco tendrían que envidiar a los maestros del género (difícil no hablar aquí de Olafur Arnalds o Nils Frahm).
Y, aunque juramos que no, no podemos vencer la tentación de centrarnos en resaltar algún tema concreto, como el poder melódico que irradia 'Infinite', los ambientes (estos sí algo inhóspitos) de 'Adrift' o la conjunción perfecta de ambos talentos en 'On Solid Ground'. Un disco al que volver repetidamente.
3: Sufjan Stevens - Javelin
Nadie podría acusar a Sufjan Stevens de conformista. Hemos conocido, a lo largo de las dos últimas décadas, infinidad de caras y propuestas del de Detroit. Y no nos duelen prendas al decir que el Sufjan que se pone a hacer canciones bonicas de simple pop de cantautor es el que más nos gusta. De nuevo, el Sufjan de discos tan maravillosos como 'Javelin', su décimo trabajo de estudio en solitario.
Si la vida de Stevens ya venía estando plagada de buenos dramas, un par de semanas antes del lanzamiento del álbum Sufjan contaba que estaba atravesando el proceso de rehabilitación de un Guillain Barré que lo había dejado sin capacidad de deambulación. Además, el viernes, justo el día del lanzamiento de 'Javelin', su autor dedicaba el álbum a Evans Richardson, su amado compañero vital, fallecido hace unos meses.
Nos encantaría decir que a nosotros nada de esta aura trágica nos va a influir a la hora de dotar de todavía más épica a una escucha de 'Javelin' ya inmensamente disfrutable sin más. Nos encantaría, sí. Porque además podríamos escudarnos en que todos sus adelantos nos hicieron la boca agua y que otras canciones como 'Everything That Rises', 'Genuflecting Ghost' o la hiperbólica 'Shit Talk' son argumentos más que suficientes para volver a elevar a Stevens al más alto de los altares. Pero vaya, que si a eso le sumas el marco vital poético (de mierda), pues todo se hace todavía más acongojante.
'Javelin' ha rozado el Excel con los dedos. No lo ha tocado por algo probablemente injusto: no consigue del todo honrar la memoria de 'Carrie and Lowell'. Porque estar a la altura de uno de los mejores discos pop de las últimas décadas (frase que suelto sin rubor alguno) no es algo fácil. Y no sería justo pedírselo a nadie. Ni siquiera a él mismo. Y, sin embargo, ahí estamos internamente, exigiéndole siempre un listón que los demás ni sueñan alcanzar un momento.
Van pasando los años, veinticuatro desde que lo conocemos, y la emotividad de su obra, su capacidad para apretarnos el pecho, quitarnos el aire y arrancarnos alguna lágrima, sigue intacta. Un artista superlativo
2: Verde Prato - Adoretua
Puede parecer, en la música pequeñita de Ana Arsuaga, que pasan pocas cosas, o que su recorrido será antes o después escaso, y eso la acabará haciendo morir. La sensación que nos deja "Adoretua", su segundo disco, es sin embargo bien distinta. Con un acercamiento a sonidos más pop (a su personalísima manera, claro) desde el mismo inicio con "Ahizpak" o incluso a esa hipérbole de la sensualidad que es "Su pelo", Verde Prato se confirma como apuesta imponente, como conjunción perfecta de austeridad y descaro. Aparte de una voz por la que entregarías tu alma, Verde Prato juega con las melodías con una suficiencia tan abrumadora que asusta.
"Harrapatu Ninduen" es, con cuatro detalles, una canción que la mayoría de artistas vivos matarían por encontrarse tras años de búsqueda creativa. "Niña soñando", con esa ascensión al cielo de los agudos, hace que cierres los ojos y te imagines bailando rodeado de las figuras más bellas del Edén. Si alguien quiere hablar de "música que abraza tu alma", que se refiera a esta antes que a ninguna otra, además de al nudo en la garganta que te deja ese final, poco menos que a capella, de "Izar Baten Begitazioa". Ella es, sin duda, la figura de la actualidad. La persona al lado de la cual todo el mundo quiere salir en la foto.
1: boygenius - The record
Que una banda creada por artistas exitosos en otros proyectos, bien en otras bandas bien en solitario, no tiene por qué ser en sí mismo un nuevo grupo exitoso es algo de lo que hay sobradas muestras. Boygenius es el trío generado tras la unicón de fuerzas de una artista ya consagrada, Phoebe Bridges, una con talento sobradamente desmostrado más allá de su (escaso) éxito comercial, Lucy Dacus y una Julien Baker que en su día prometía grandes cosas con el estupendo 'Turn On the Lights' pero que no ha todavía cristalizado el potencial que se le presume. Boygenius, decimos pues, es un trío con todos los ingredientes para haberlo petado allá por 2018, cuando lanzaron su EP de presentación. Pero aquello fue bastante regular.
Lo suficientemente regular como para que, ahora que vienen de estrenarse en formato largo, se nos tuerza el gesto al leer la noticia y nos genere dudas. ¿Serían boygenius capaces de plasmar sus separados ingenios para darles aspecto de formación sólida? Pues bueno, la respuesta es que sí. Ahora sí.
'The Record' está sobrado de canciones fascinantes. En realidad alguna de las adelantadas ya nos vino convenciendo en su día, y estábamos bastante subidos a las olas de '$20', 'Not Strong Enough' o incluso la bucólica 'Emily, I'm Sorry'. Y el conjunto de 'The Record' mantiene el pulso de ese indie-rock de alma cantautora ya conocido por sus protagonistas. Con letras de varían entre el desamor, la ira, y la mala baba. Con versiones más clásicas del folk americano, vistas en 'Cool About it', la habitual desgarradora sutileza de 'Revolution 0' uno de los mejores temas del álbum o ese crescendo que manejan como nadie en 'Anti-Curse'. Ahora sí, discazo inapelable