Los 65 mejores discos de Metal del siglo XXI
Una lista para amar, descubrir o recuperar el género
Bienvenidos a una nueva lista monumental de Hipersónica. Los mejores discos de metal del siglo XXI. Es autoexplicativa. ¿En serio necesitáis que os digamos de qué va? Una selección estupenda de disco tanto para amantes del género como para aquellos que están lejos.
Incluso aunque no te guste, en teoría, el Metal varios de estos discos lo harán. Y es hora de limpiar la cera de tus oídos.
65. Stone Sour – Stone Sour (2002)
En el momento de lanzar este disco, Corey Taylor ya se había hecho un nombre propio en la escena dura gracias a los dos primeros álbumes de Slipknot, pero las inquietudes del cantante iban más allá de los límites establecidos por la máscara. Así pues, tras el rotundo éxito de Iowa, Taylor decidió recuperar esta formación con la que ya había grabado algunos temas en la primera mitad de los 90 junto a un grupo de colegas.
Entre esos colegas estaba otro enmascarado, Jim Root, acompañado en la guitarra por Josh Rand, Shawn Economaki al bajo y Joel Ekman a la batería. Algunas de las canciones grabadas años antes se aprovecharon, y se añadieron nuevas composiciones para dar lugar a un trabajo que se desmarca completamente de la senda marcada hasta entonces por Slipknot, situándose en un plano mucho más melódico y accesible al gran público.
No es de extrañar por tanto que temas como ‘Bother’ funcionaran tan bien como singles, y este corte en concreto incluso llegó a ser incluido en la banda sonora de Spider-Man. No obstante donde verdaderamente funciona el disco es en los momentos de más fuerza, cuando se nos presentan ritmos de metal alternativo de buen calado, salteados con algunos interludios que resultan más cómicos que otra cosa. Un disco no muy ambicioso, pero que se disfruta sin problemas, cosa que no soy capaz de decir de su sucesor.
64. Wolves in the Throne Room - Diadem of 12 Stars (2006)
Es imposible entender el discurrir del black metal norteamericano, y su inesperada irrupción en medios no afines al género metal, de no ser por la presencia de Wolves in the Throne Room. Su manera de entender el sonido, que gracias a ellos dio cabida a una vertiente diferente denominada "cascadian", ha trascendido fronteras y prejuicios, además de conseguir prestigio dentro de los mentideros habituales. En Diadem of 12 Stars consiguieron la versión más cristalina y pura de lo que aspiraban conseguir. Un trabajo lleno de fuerza y magia que ya no consiguió replicarse (y, peor aún, fue perdiendo rumbo de una manera difícil de entender), lo cual lo convierte en una gema aún más especial si cabe.
63. Cobalt - Slow Forever (2016)
Poco se prodiga Cobalt para el esencial trabajo que hacer en el metal extremo, combinando la visceralidad del black metal con las vertientes más "guarras" como el sludge o el doom. Slow Forever llegó 7 años después de su anterior referencia, y sigue siendo el último trabajo del grupo. Aun así, si se queda como la última obra de la agrupación, sería la más esencial del mismo, por sus composiciones tan refinadas como absolutamente bestias, por un enfoque realmente fresco dentro del underground americano y por cómo es capaz de abrumarte y maravillarte sin ninguna concesión.
62. Drudkh - Autumn Aurora (2004)
Desde los rincones más escondidos de Ucrania, sin venir precisamente aupados por nadie, Drudkh fabricaron hace década y media una obra maestra total del black metal. A caballo entre el canon establecido por la escuela noruega y las diferentes sensibilidades que emergerían una década después, Autumn Aurora se erige ofreciendo una perspectiva fresca y todavía deslumbrante del metal extremo atmosférico, con un inteligente uso de las influencias paganas y del folk, y un trepidante ejercicio de ejecución descarnada.
61. Katatonia - The Great Cold Distance (2006)
Es difícil destacar entre la discografía de Katatonia, que han sido tan consistentes en esa unión de doom metal contundente y emocional, sensibilidad alternativa y alguna traza progresiva. Concretamente, la primera década de siglo fue una acumulación de obras mayúsculas, una tras otra, sin aparente diferencia entre ellas. Pero hay algo tan especial como intangible en The Great Cold Distance que se impone ante el resto sin tener más pretensiones. Quizá sea la sensación subjetiva de unas canciones más redondas que nunca, una perfecta encapsulación de lo que aspiran y consiguen como banda o una mejor disimulación de las posibles fisuras. Sea lo que sea, quizá esta sea la obra que valga más la pena destacar de los suecos.
60. Pelican – Australasia (2003)
Pelican no han grabado nada pensando en las grandes masas, pero a pesar de resultar cerrados y algo indigestos, lo más probable es que acabes perdidamente enganchado a ellos en cuanto los descubras. Dentro de su cerrazón han tenido algunos momentos más accesibles que otros, pero está claro que su debut titulado Australasia no es en absoluto el álbum ideal para empezar con ellos.
Pero aunque sea su grabación de más difícil acceso, la desbordante calidad de este primer esfuerzo de los de Chicago está fuera de toda duda. Comparado con la evolución mostrada en sus sucesores, este disco puede sonar algo más tosco y falto de dominio, pero sus experimentaciones con el sludge son igualmente hipnóticas, casi opresivas por momentos, como una gigantesca bola de demolición que se acerca lentamente hacia ti sin que tú puedas hacer nada por esquivarla.
Sólo encontramos seis temas, todos ellos instrumentales, pero el golpe que suponen es brutal, llegando a crear atmósferas tan densas que podrían cortarse con un cuchillo. Incluso en los momentos más suaves, Pelican rugen como el motor de un camión, logrando entrar por la puerta grande en el universo post-metal con este estreno en largo.
59. Old Man Gloom - The Ape of God (2014)
A medio camino entre el colmo de la pretenciosidad y la jugada troll maestra, el conjunto Old Man Gloom sacó dos discos diferentes y los entregó a la prensa como una única obra, sin decirles cuál de los dos estaba escuchando. Posteriormente ambos discos fueron presentados como The Ape of God, y así figuran en esta lista. No sólo es una jugada memorable, sino que representa la creatividad sin ataduras, el encontrar nuevas maneras de expresar a través el sonido pesado, que han caracterizado a Old Man Gloom. Por si fuera poco, cuando deciden sonar como una apisonadora, no hacen prisioneros. Un disco totalmente inabarcable, en el mejor sentido.
58. Naðra – Allir vegir til glötunar (2016)
Lanzado a inicios de 2016, cuando aún ni pensábamos en la listas del año, Allir vegir til glötunar nos dejó rápidamente claro que iba a opositar muy fuerte no sólo a disco black metal del año, sino también al top de la década. Desde el abrumador arranque en ‘Fjallið’ hasta el magistral viaje final con ‘Fallið’ vemos como los islandeses se dejan la piel, destruyendo sus instrumentos con impetuosidad, dejando momentos imborrables en nuestra memoria a base de riffs tremendos y desesperanzados gritos.
57. Enslaved – Axioma Ethica Odini (2010)
No se puede entender ese pequeño nicho que se conoce como black metal progresivo sin la incisiva aportación de los noruegos Enslaved, que se pasaron buena parte del siglo XXI dominando y dando forma a este sonido. Esta es su última obra esencial, quizá una de las más formidables, donde llevan el género a terrenos por entonces por explorar y sacan varias de sus composiciones más deslumbrantes.
56. Killswitch Engage – Alive or Just Breathing (2002)
El terreno del metalcore siempre ha sido peligroso, pues moviéndose por él uno corre el riesgo de acabar en el mismo saco que ciertos grupos cuya principal razón de ser parece ser la pose y el peinado. Killswitch Engage se han acercado demasiado a esa camarilla, al menos desde que Howard Jones tomó el micro, pero sus dos primeros discos con Jesse Leach como voz principal merecen ser bien conservados.
Con su debut estableceieron las bases de su sonido, en evidente deuda con pioneros suecos del género como In Flames o Dark Tranquility, y con este Alive or Just Breathing tomaron todo lo bueno que ya habían demostrado y lo potenciaron al máximo. Ese paso básico de “lo mismo pero mejor” que puede parecer sencillo, pero que a tantos grupos le ha costado dar a lo largo de la historia.
Las alternancias entre las fases destructivas y las melódicas están ahora mucho mejor definidas, haciendo que los temas sean menos bruscos, pero no por ello menos potentes. La mejorada producción hace que todo suene más limpio y claro, y las letras siguen siendo igual de buenas. Los cambios de formación y el salto definitivo a la fama llegarían después, para bien o para mal, pero eso ya es harina de otro costal.
55. Textures – Drawing Circles (2006)
A Textures se les suele encasillar en la escena metalcore, pero los holandeses siempre han buscado ir un paso más allá con un sonido que cuentan con deudas tanto hacia los grandes monstruos del mundo progresivo, como a la maquinaria matemática de Mesuggah y adjuntos. Con un nombre como el que gastan, estaba claro que no se iban a conformar con machacar guitarras a pistón, ¿no?
Aunque la contundencia sonora es la nota dominante, especialmente con un cantante como Eric Kalsbeek que apuesta mayoritariamente por las voces guturales, los pasajes atmosféricos también toman protagonismo de vez en cuando, aportando una variedad que es muy de agradecer al conjunto.
54. Svartidauði – Revelations of the Red Sword (2018)
Existe cierto aspecto que acaba diferenciando a Svartidauði del resto de sus paisanos y de los otros discos de black metal islandés que podéis encontrar también en esta lista, cada uno representativo de una manera de entender el género. Revelations of the Red Sword es un disco crudo, directo, bastante conservador incluso en su concepción del género, pero al mismo tiempo logran introducir esos pequeños trucos en la composición de las piezas que muestran recovecos que se sienten frescos y, al mismo tiempo, familiares. Los riffs estallan en tu cara como si hubieran condensado la fuerza de una partícula nuclear en la pieza y esta se desatase en forma de explosión, peinándote para atrás mientras suenan cánticos sobre la trascendencia y la decadencia humana. La muerte del universo nunca había sonado tan bien.
53. Opeth – Ghost Reveries (2005)
Opeth es sinónimo de culto, de éxito entre expertos y noveles en el género del metal progresivo, y parte de la tríada de grandes del gremio junto a Dream Theater y Tool. Prácticamente todos los discos que han lanzado en este siglo se cuentan por imprescindibles, y lo más difícil en este caso no ha sido decidir cuáles meter, sino cuáles se quedarían fuera.
Abrimos pues con Ghost Reveries, el primer trabajo que editaron tras su merecido fichaje por el sello Roadrunner, lo que les costó ser acusados de haberse vendido por parte de algunos seguidores intransigentes, algo totalmente fuera de lugar como demuestra la calidad del álbum. Es posiblemente uno de sus elepés más eclécticos, apostando por aunar en perfecto equilibrio todos los palos que Opeth han tocado a lo largo de su carrera, sin que ninguno se imponga de manera destacada sobre el resto.
Se trata además del primer esfuerzo con Per Wiberg a los teclados, quien demuestra estar a la altura de lo que un monstruo como Steven Wilson hizo para ellos en la dupla formada por Deliverance y Damnation. Estaba claro que a estas altura de la película, los reyes del metal sueco no iban a inventar nada nuevo, pero con este disco demostraron que su fórmula aún podía servir para clavar álbumes sencillamente perfectos.
52. Russian Circles – Enter (2006)
Los paralelismos entre Russian Circles y Pelican, banda también instrumental que ya ha aparecido anteriormente en esta lista, saltan a la vista desde el primer momento, pero la personalidad de este grupo de Chicago está a prueba de odiosas comparaciones. Es cierto que su sonido queda peligrosamente cerca del post-rock, tanto que he de admitir que han entrado en esta lista por los pelos.
Pero la fuerza de sus riffs es sin duda más metálica que rockera, y aunque es cierto que durante gran parte del álbum encontramos pasajes sonoros calmados y casi reflexivos, éstos se encuentra en fuerte contraste con momentos de verdadera tormenta instrumental. Composiciones imaginativas y con multitud de capas, pero que no llegan nunca al nivel de sobrecarga de otros grupos del estilo.
Un debut elegante, preciso, tenso como un arco a punto de ser disparado. Me he quedado con este disco porque me sirvió de acceso a la banda y eso ha hecho que siempre lo sitúe un peldaño por encima de lo que han publicado después, pero lo cierto es que tanto Station como Geneva son otros dos álbumes sobresalientes.
51. Thou – Heathen (2014)
Thou es una banda tan personal y tan efervescente que seguirle la pista significa uno de los mayores retos que el mundo del Metal Extremo ha planteado los últimos años. No son ni pretenden ser banda para todo tipo de público, pero son de las que enganchan desde su inaccesibilidad intelectual, desde una óptica sesuda alejada de las querencias de los grandes nombres. Heathen es uno de sus múltiples lanzamientos en los últimos años, un disco con carácter de obra cumbre de una banda que aún aparenta poder ofrecer mucho más. Violentamente estremecedor.
50. Ahab – The Giant (2012)
Como la gran novela acuática de la que se inspira, la gran criatura que erigen los germanos Ahab es tan inabarcable como irresistible. The Giant expande todo lo posible las posibilidades de un estilo tan inmovilista como el Funeral Doom, jugando con todas las posibilidades, de las más melódicas a las más extremas. El resultado incluye seis piezas inmensas, épicas, que rebosan en detalles, en pasajes con los que transportarte. Un disco con gran entidad y misterios dentro de los que apetece desentrañar.
49. High on Fire – Snakes for the Divine (2010)
Siempre es necesario ese momento en el que una banda da el salto y pasa de ser una buena banda a una que marca verdaderas diferencias. Aquella que alcanza un nivel extraordinario en casi todos los aspectos y sus obras son piezas que uno no debe perderse por nada. Random es algo que ya no tiene cabida a la hora de hablar de ellos y muchas bandas novatas empiezan a tomarlas como modelos a seguir. Una banda que, independientemente del estilo que toque, representa lo que realmente importa de ese momento temporal concreto.
Es lo que ocurrió en Snakes for the Divine, un disco que fue cambió todo para High On Fire. El cruce de sludge y doom seguía ahí, la esencia de un hijo bastardo de Tony Iommi y Lemmy Kilmister que estuviera a tope de esteroides seguía ahí. Pero ya no era más de lo mismo, pasaba a ser algo más. Sus canciones se volvían completamente vibrantes, sus riffs se volvieron droga pura y su pegada pasó a volverse adictiva. Pasar a entregar pepinazos como ‘Frost Hammer’, ‘Ghost Neck‘ o ‘Fire, Flood & Plague’ es justo lo que marca la diferencia para High on Fire.
48. Gojira – The Link (2003)
Al igual que el monstruoso lagarto que les da nombre, la música de los franceses Gojiraes capaz de arrasar con todo a su paso, algo que forma un curioso contraste con sus letras famosas por tratar el cuidado a la Tierra y el respeto al medio ambiente. Los de Bayona se marcaron un debut muy interesante con Terra Incognita, pero el verdadero salto de calidad lo dieron en 2003 con The Link.
Musicalmente es muy difícil encajarlos dentro de un estilo, y aunque por su contundencia son catalogados habitualmente como death metal, las particulares estructuras que construyen, sus ritmos casi matemáticos, las diferentes capas con las que juegan y sus constantes variaciones les alejan de los exponentes clásicos de cualquier género.
Riffs de guitarra como muros de hormigón, que sólo el martillo neumático que tienen por batería podría derribar y un trabajo impecable de Joe Duplantier con las voces, el cual puede ser disfrutado incluso por quienes no sean especialmente afines a los cantantes gritones, forman los principales ingredientes de un disco que fue justamente reeditado tan sólo dos años después de su lanzamiento para que su desbordante calidad no quedara en el olvido.
47. The Sword – Age of Winters (2006)
¿Quién dijo que el metal puro y las letras fantásticas eran cosa del pasado? El debut de The Sword ha sido comparado hasta la saciedad con Black Sabbath, aunque yo siempre los he visto mucho más fácilmente enmarcables en la escena stoner (la cual es en cualquier caso evidente deudora de los Sabbath). Lo que les diferencia de la gran mayoría de bandas salidas del desierto es que ellos no se alinean en absoluto con las líneas maestras trazadas por Kyuss, sino que se saltan ese paso intermedio tomando como referencia directa al rock más pesado de los 70.
Esto ha hecho que se hable también de ellos como una banda de tipo retro, pero lo cierto es que Age of Winters tiene enjundia y personalidad suficiente para superar esas “acusaciones”. En él, las guitarras se agitan como contundentes mandobles capaces de cortar todo a su paso, mientras se canta a la bravura de Barael o al poder de la diosa Freyja. Y es que un buen chute de épica nunca sienta mal a nadie.
Los de Texas presentan una sucesión de riffs y solos de libro, algo perezosos en ciertos momentos, pero una marcha por encima de los ritmos doom. El discurso cambia poco a lo largo del disco, pues la banda opta por ir a pistón a lo largo de nueve temas que difícilmente decepcionarán a cualquier buen amante del sonido pesado.
46. Shining - Blackjazz (2010)
Blackjazz es la clase de disco que suena imposible de concebir cuando lo oyes descrito, pero está todo en el título. Black metal y jazz (y muchas más cosas). Shining juntan todo de una manera que no sólo se siente natural, sino que apabulla y resulta inconstestable. En este momento capturaron un trueno en una botella y luego no pudieron volver a replicar semejante magia, ya por tender a la parte más banal de su propuesta y por no saber desarrollarla. Pero en este disco tenemos a unos noruegos en estado de gracia, abriendo infinitas posibilidades para el género mientras dejan el ejercicio de estilo más descomunal posible.
45. System of a Down – Toxicity (2001)
System of a Down han firmado en una carrera que ha estado plagada de altibajos, pero que se ha caracterizado siempre por la fuerte personalidad que estos californianos han buscado imprimir a su música. Con semejante filosofía, unas veces uno se equivoca, otras acierta y, en muy contadas ocasiones, lo borda como en este caso.
Con su primer disco ya habían definido un estilo que se salía por completo de todos los cánones impuestos en el metal, tan alejados del resto del mundo como lo estaban en su momento Faith No More cuando empezaron a romper moldes con Mike Patton al frente. Pero si el homónimo pecaba de ser un poco irregular, en Toxicity dieron el máximo para cuajar un disco enorme de principio a fin, sólido y equilibrado hasta la última nota.
Lo fácil sería apuntar a sus grandes himnos como ‘Chop Suey!’ o ‘Prison Song’ para justificar su presencia en esta lista, pero incluso en las canciones menos socorridas por las radios consiguen triunfar de forma explosiva. Lástima que, aunque hayan conseguido mantener un cierto nivel, nada de lo que han hecho después ha logrado acercarse mínimamente a lo que hicieron en este álbum.
44. Hermano – Dare I Say… (2005)
Si alguno de los discos de Kyuss hubiera salido en este siglo, tened por seguro que lo habría colocado en un puesto bastante alto de la lista; pero a falta de pan, buenas son las tortas que el vocalista John García y otros hijos del desierto empezaron a repartir con Hermano. Desde luego, si disfrutas con la banda que actualizó el stoner en los 90, esto es lo más parecido que vas a encontrar a ellos en activo actualmente.
Dare I Say…, el segundo que editaron, es lo que comúnmente se conoce como un disco de trallazos, una descarga de rabiosas balas que parecen salir disparadas de la pistola con la que nos encañonan cada vez que miramos su portada. Guitarras siempre llenas de arena que son capaces de sonar igual de bien en las canciones que van a toda pastilla y en las que sacan la vena más perezosa; es cierto que a veces se pasan un poco de machachones, pero es un pecado que les podemos perdonar.
Su primer esfuerzo, titulado Only A Suggestion, es también muy interesante aunque anda algo más flojo de pegada, y el tercer disco que se publicaría como ...Into The Exam Room nunca ha terminado de convencerme. En el punto medio entre ambos está la virtud de este disco rápido y directo que siempre nos invita a escucharlo de nuevo una vez que lo hemos terminado.
43. Ufomammut - Ecate (2015)
Pocos han logrado un sonido de apisonadora tan demoledor como los italianos Ufomammut, que han pasado buena parte del siglo siendo uno de los mejores grupos de stoner doom del mundo. En Ecate no sólo consiguieron las mayores cotas de contundencia, sino que eran capaces de expandir todas las posibilidades psicodélicas y espaciales del sonido, dejando en el camino unas tollinas sonoras que te podían poner en órbita alrededor de Júpiter en sólo un segundo. Una animalada suprema.
42. The Fall of Troy – The Fall of Troy (2003)
Tres adolescentes con buenas guitarras, unos pocos días de vacaciones para grabar su primer disco en una sola toma y mucha fuerza que soltar. Esos son los ingredientes del debut de The Fall of Troy, una banda cuya historia ha sido más bien corta y no ha contado con una continuidad a la altura de este desgarrador estreno.
Tomando la semilla del mathcore plantada por grupos como The Dillinger Escape Plan, se lanzan a por temas extremadamente contundentes, donde consiguen que la técnica y la agresividad se den de la mano de una forma tan aplastantente efectiva, que da la sensación de que hubieran empezado a hacer esto muchos años antes. Pero no, simplemente eran jóvenes y brillantes.
Estructuras muy sólidas y cortantes, especialmente llamativas en una formación de tres piezas, donde también se permiten en ocasiones el lujo de jugar con momentos más calmados y accesibles, aceptables excepciones en un conjunto que es gasolina ardiendo de principio a fin. Mención aparte merece lo limpios que suenan todos los instrumentos, aun a pesar de la fuerza con la que son golpeados.
41. Strapping Young Lad – Strapping Young Lad (2003)
La figura de Devin Townsend es fundamental en el metal de las últimas décadas, y como consecuencia de ello no sorprenderá a nadie que varias de sus propuestas tengan presencia a lo largo de esta lista. Por centrarnos en el caso que nos ocupa, que es el de su banda principal, podemos apreciar cómo por medio de Strapping Young Lad este músico ha dado ido dando cabida a sus múltiples inquietudes compositivas.
Dichas inquietudes van desde el progresivo más experimental hasta el metal más extremo, el cual se hace más que patente en este disco homónimo, tercero de la formación canadiense. El Townsend más salvaje, inestimablemente secundado por la percusión sideral de Gene Hoglan, despliega todo su armamento a lo largo de diez temas que son un verdadero mazo sonoro para las neuronas, capaz de reducir a escombros todo lo que se cruce a su paso.
Posiblemente estemos ante el disco en el que el canadiense se toma más en serio a sí mismo, y aunque su siempre singular firma se deja notar en ciertos momentos, las salidas de tono son mucho menos habituales y llamativas de lo habitual en él. Atronador de principio a fin pero extraordinariamente bien construido, sin duda es el Townsend ideal para quienes no sean amigos de las frivolidades en el metal.
40. Neurosis – Given to the Rising (2007)
Todos aquellos que alucinen con el trabajo de grupos como Mastodon, Isis o Cult of Luna, deberían ser conscientes de que en mayor o menor medida estas bandas tienen una deuda enorme con Neurosis, una de las formaciones más influyentes del metal de las últimas décadas. A pesar de su papel determinante en el devenir del género, los californianos no han gozado nunca del reconocimiento entre las masas que han recibido muchos de sus discípulos.
Con un cuarto de siglo de música a sus espaldas, esta formación ha tenido tiempo de cambiar y crecer mucho, muchísimo; poco queda ya del punk salvaje de sus primeros esfuerzos en este disco donde todo es control, arquitectura, oscuridad y claustrofobia. Given to the Rising se compone de paisajes que se cierran en torno a ti y te poseen por completo, lenta e inexorablemente.
Se nota que Neurosis están de vuelta de todo a estas alturas de la vida, y mientras otros se dedican a hacen experimentos con gaseosa para ver qué sale, ellos hacen que el sonido se adapte completamente a sus deseos, con un dominio absoluto que les convierte en maestros allí donde abundan los aprendices. Una muestra de madurez bien llevada en toda regla.
39. Bloodbath – Resurrection Through Carnage (2002)
Mikael Åkerfeldt a principios de siglo se alió con dos miembros de Katatonia, Anders Nyström y Jonas Renkse, así como con el polifacético Dan Swanö, para dar rienda suelta a su vena más salvaje con este supergrupo de death metal.
A pesar de su portada y de su sangriento nombre, Bloodbath no son el grupo de este estilo más bruto y violento que os vais a encontrar, pues cuentan con un sonido muy limpio y depurado, que nos permite apreciar con una claridad impropia del género el trabajo de cada instrumento. A pesar de ello, el death metal que despliegan encaja perfectamente dentro de las líneas trazadas por los precursores del género, en su mayoría compatriotas de estos cuatro músicos.
38. Electric Wizard - Dopethrone (2000)
No hay mucho espacio para la sorpresa cuando eliges llamar a tu banda en base a dos canciones de Black Sabbath. Británicos, metaleros y de nombre sabbathiano, ya estaría todo dicho. Pero no es sólo con lo que tomas de partida y asumes como influencia principal, sino a dónde eres capaz de llevarlo. Y no cabe duda de que Electric Wizard supieron volar a partir de un punto de partida muy claro.
Dopethrone es uno de esos discos que notas que son una obra magna casi desde el principio. Sí, principalmente en cuanto empieza a sonar 'Funeralopolis', segundo corte del álbum, donde el grupo se muestra desatado y pletórico. La consumación definitiva del "metal fumao". Jus Osborn declaró que el proceso de creación del disco involucraba quedarse acampando en el estudio, consumir todas las drogas posibles por la mañana y, a partir de ahí, ponerse a tocar e improvisar. Una máquina de destrucción masiva con más hierba en su organismo que una plantación entera.
37. Deafheaven – New Bermuda (2015)
La década ha sido para Deafheaven un camino de rosas: se han enamorado tantos, y tan dispares, de ellos, que se han convertido en uno de esos grupos referenciales, que aparecen fácil cuando quieres citar influencias. Su trayectoria se ha ido tambaleando con los años y los lanzamientos, pero siempre quedará esa increíble cima que es New Bermuda.
En este disco, Deafheaven son un grupo que controla de forma mucho más precisa los resortes técnicos de un género complejo y que requiere de notoria pericia para dominar diversos palos, diversas exploraciones ligeras en otras sonoridades — el Post-rock, las guitarras acústicas de ‘Gifts for the Earth’, la inclemente tormenta de ‘Come Back’ — . New Bermuda no sólo desarrolla una teoría excelente y a priori inmejorable, sino que se despliega a nivel práctico en multitud de tonalidades, tintando las aristas de Deafheaven de pura pasión, ya sea romántica, encendida u ofuscada. Al final, lo importante son los dos minutos y medio que cierran la larga cremallera de ‘Come Back’, el suntuoso camino, de guitarras resonantes en el Country, que derrama puras gotas de melancolía a cada acorde, en un lirismo instrumental sin comparación casi en toda la década.
36. Down – Down II: A Bustle In Your Hedgerow (2002)
Lo que empezó siendo como un proyecto totalmente secundario de Phil Anselmo y unos cuantos amigos cuando a principios de los 90 aún le quedaba mucho por hacer con Pantera, ha acabado convirtiéndose en el principal foco del vocalista en este siglo, gracias al cual hemos podido disfrutar de varios discos absolutamente inmensos durante estos años.
A Bustle in Your Hedgerow se vio muy afectado en su lanzamiento por la larga sombra que proyectaba NOLA, su debut, pero el tiempo ha acabado poniendo en su sitio a un disco donde la banda vuelve a mostrarse absolutamente enorme, poderosa y capaz de dominar el sonido a su antojo. La alineación se “panterizó” un poco más con la entrada del bajista Rex Brown en sustitución de Todd Strange, y durante el mes de grabación las drogas y el acohol fueron el principal combustible que les hizo funcionar.
Su sludge se hace un poco menos denso porque el blues gana peso en la mezcla, pero esa fuerza lenta e implacable que es su principal marca de identidad sigue estando perfectamente presente a lo largo de la grabación. Una corriente constante de fondo que, tras una fachada de tempos lentos y sobrecargados, es pura energía dispuesta a estallar en cualquier momento.
35. Obsidian Kingdom - Mantiis (2012)
Los catalanes Obsidian Kingdom han desafiado constantemente la clasificación o etiqueta fácil, de ahí que su trayectoria se haya mostrado siempre sorprendente e interesante desde el inmovilismo. Aun así, es difícil no mirar a sus inicios, a ese primer disco largo, y pensar que aquí ya estaba el mayor punto de expresión y de posibilidades de la banda. Una increíble pieza en catorce mordidas que va moviéndose entre estilos con fluidez, teniendo el avant-garde y el progresivo como elemento vertebrador, y consiguiendo una auténtica gema del metal extremo. Una gran proeza que muestra todas las posibilidades del metal. Una grandeza que no conoce fronteras.
34. Devin Townsend – Synchestra (2006)
Comentábamos antes con Strapping Young Lad de la importancia del proyecto para la carrera de Devin Townsend, aunque la mayoría de sus trabajos imprescindibles han llegado a través de su carrera en solitario.
No obstante, no todo lo que ha firmado con su nombre a secas, o con la posterior denominación de The Devin Townsend Project, encajaría dentro de la aceptada definición de metal, pues si por algo se ha caracterizado el músico durante estos años es por su constante inquietud e interés por experimentar con multitud de caminos sonoros. Entre tanta locura, Synchestra se sitúa dentro de lo más normal, optando por tanto con todo el derecho a aparecer en esta lista.
De hecho este trabajo vino después del desquiciado Alien, el cual Townsend decidió grabar prescindiendo de su medicación para el trastorno bipolar que sufre, y con él pretendió hacerlo todo algo más llano y accesible en contraposición. A pesar de ello, el álbum sigue teniendo sus salidas de tono, imprescindibles en todo lo que firma este músico, pero los temas más representativos del mismo, aquellos que lo hacen tan grande, son metal progresivo del más esencial y sublime.
33. Inter Arma – Paradise Gallows (2016)
Inter Arma necesitaron dos discos para dejar claro que el futuro del Metal Extremo no estaba en la pureza sino en la fusión. Sky Burial y Paradise Gallows eran, en apariencia, dos rectas paralelas que, sin embargo, en el infinito acaban juntándose. Dos discos inmensos y complementarios, en una sucesión en la que Paradise Gallows jugaba con las sensaciones de montaña rusa, reverbs, efectos y cambios de ritmo desde los que construir atmósfera. Su confirmación absoluta.
32. Emperor – Prometheus: The Discipline of Fire & Demise (2001)
En el cuarto y último disco de esta formación liderada por Ihsahn, el black metal adquiere un tinte más digerible con la ayuda de elementos progresivos, que casi llegan a imponerse por completo para hacer de Prometheus: The Discipline of Fire & Demise un álbum que se desmarca claramente de sus predecesores. Eso no impide que las señas de identidad de Emperor sigan estando ahí presentes, pero llevadas ahora a un plano mucho más técnico y elaborado.
Podemos decir por tanto que con este trabajo, Ihsahn estaba dando un paso definitivo hacia las experimentaciones progresivas en solitario que ha realizado durante este siglo, igualmente interesantes aunque quedando quizás un punto por debajo del descomunal despliegue que firma como despedida de la formación que le llevó a la fama.
31. Oranssi Pazuzu – Mestarin kynsi (2020)
"Más que un disco es una experiencia". Pero esta vez de verdad. Esta vez Oranssi Pazuzu han grabado un disco que es más divertido (por llamarlo de alguna manera) de escuchar, de vivir, que de explicarlo. Uno de canciones que generan atmósferas propias, canciones que son constelaciones en sí mismas y conforman un universo propio y distinto. Y tratar de describir esas realidades paralelas en términos de esta realidad se queda escaso. Son una de las bandas más excitantes ahora mismo en el metal extremo, una que añade elementos experimentales y psicodélicos y que, tras sumar los sintetizadores, dibuja una especie de distopía cyberpunk sonorizada con black metal.
30. Isis – Oceanic (2002)
A pesar de ser su segundo esfuerzo, Oceanic es el disco que representa el despegar de Isis como la formación avanzada e influyente que ha sido durante años, situándole en el plano del culto entre los amantes del metal más experimental. Hasta Mogwai se sintieron atrapados por la atracción magnética de este álbum, razón por la cual les invitaron a girar con ellos.
Un álbum conceptual con una historia trágica que queda reflejada en la crudeza con la que se aplican instrumentalmente, cruzando con una maestría incuestionable a Neurosis con pasajes y atmósferas propias del post-rock, y aplicándole a todo una capa totalmente distintiva que sirvió para sentar formalmente las bases de lo que hoy en día conocemos como post-metal. En esencia, Isis dan lugar a un disco atrevido, pensado y trabajado al detalle, pero sólo apto para mentes abiertas a ir más alla de los convencionalismos.
29. Cynic – Traced in Air (2008)
Que una banda formada en 1987 haya lanzado sólo cuatro discos hasta la fecha puede oler a chamusquina, pero para ser fieles a la verdad habría que indicar que entre los dos primeros se produjo una ruptura que duró doce años. Focus se convirtió con su lanzamiento en 1993 en uno de los discos más representativos del metal progresivo, así que las expectativas puestas en el segundo advenimiento de la banda capitaneada por Paul Masvidal y Sean Reinert eran muy altas cuando se anunció en 2006.
Aunque no llegue a ser tan deslumbrante, Traced in Air es un justo heredero del estreno de estos americanos, quienes pusieron una vez más la técnica al servicio de la imaginación para crear canciones coloridas, atrevidas y muy vistosas. En ellas, vuelven a mezclar con maestría el metal más contundente con polos tan opuestos como el jazz o el rock ligero, una de sus grandes señas de identidad.
Una ejemplar demostración de que experimentación no tiene que ser sinónimo de rarezas, que se puede inventar mucho y al mismo tiempo ofrecer un disco abierto a todos los paladares metaleros.
28. Scar Symmetry – Pitch Black Progress (2006)
Aunque no vinieran de Gotemburgo, Scar Symmetry demostraron tener muy bien aprendidas las lecciones del death metal melódico que compatriotas suyos como In Flames pusieron de moda durante la década de los 90 en aquella ciudad. En el plano creativo aportan poco a la base ya delimitada, pero la ejecución que realizan es absolutamente impecable.
Un disco vibrante y enérgico de principio a fin, con melodías que llegan a ser hasta pegadizas, siempre y cuando la abrasión instrumental deja margen para ello. Cinco años y dos discos después, la fórmula les ha seguido funcionando, situándolos en el primer plano de la hornada que consiguió revitalizar en cierta medida el género en aquel momento.
27. Converge - Jane Doe (2001)
De un plumazo, Converge pasaron de grupo hardcore de nivel medio a uno de los grupos más esenciales del metal de este siglo con un disco que los propulsaba a otro nivel en muchos aspectos. Jane Doe es un disco que te devora sin piedad desde el minuto uno, con una velocidad vertiginosa y un colmillo feroz unidos a una perfectamente integrada exuberancia técnica que convertía ya en una realidad esa tendencia que conocemos como mathcore. La banda de Salem encuentra además la manera de equilibrar todo ese crecimiento técnico con unas canciones urgentes, extraordinarias, que alzan todavía al disco como su obra a superar. No faltaron grandes discos posteriormente, pero este siempre será especial. Su influencia todavía es palpable.
26. Between the Buried and Me – Colors (2007)
Por su portada podría parecer un lanzamiento de una banda indie de medio pelo, pero no os dejéis engañar, pues lo que Between the Buried and Me despliegan tras ella es uno de los discos más imaginativos y elaborados del panorama en esta década. La banda americana ya había demostrado en sus anteriores discos una capacidad apabullante para mezclar géneros dispares con grandes resultados, y en Colors llevan la fórmula al máximo nivel.
¿Es progresivo, death metal, o todo a la vez? Creo que ni ellos sabrían decirlo, pero lo que está claro es que cuanto se atreven a meter aquí funciona, alternando colosales muros de ruido con delicados arranques jazz, ritmos étnicos o bravatas técnicas que bien podrían firmar Dream Theater, y todo ello sin despeinarse en ningún momento. Una riqueza explosiva, y que sin embargo en cojunto se percibe con fluidez y elegancia. Colors supone la culminación de un proceso de maduración que ha llevado a esta banda al primer nivel.
25. Cult of Luna – Salvation (2004)
Si alguien se lanza a escuchar Cult of Luna por primera vez con este disco sin disponer de ninguna otra referencia, con el atmosférico arranque de ‘Echoes’ se puede pensar que está ante un grupo que pretende replicar a Pink Floyd tanto en la música como en los títulos de sus canciones. Naturalmente, su sonido no tarda en evolucionar en algo mucho más agresivo, aunque la influencia de los reyes del sonido progresivo se sigue haciendo patente a cada momento.
Por si seis miembros no eran suficientes, la formación pegó aquí un estirón sumando un séptimo integrante, un teclista a tiempo completo que les ayudó a crecer definitivamente en su vertiente más progresiva y experimental. Así pues, el aumento de la plantilla fue parte de un atenuamiento de su sonido, menos brutal y estridente que en sus dos primeros álbumes. Un trabajo muy maduro, donde lo melódico, lo duro y lo complejo se dan de la mano de forma sobresaliente.
24. Panopticon - Kentucky (2012)
Libre ya de ataduras y consternaciones sobre cómo se recibirán sus atrevimientos, Austin Lunn, la mente detrás de Panopticon, abrazó por completo su idiosincrasia y la volcó al completo en un disco gigante, ambicioso y decididamente brillante. Un disco donde repasa sus raíces (sonoras y vitales), donde canta las luchas por los derechos de los mineros y la lucha de clase, y donde confirma a Panopticon como un grupo sin igual en todo el panorama extremo mundial.
También inicia una particular saga estacional, donde cada disco parece representar un periodo estival diferente. Kentucky podría ser el verano, por ese abrazo al bluegrass que pone una nota de color más animada, fresca y paisajista. Este disco supone a todas luces el salto definitivo de Lunn como artista, como brillante mente del metal extremo, como voz propia. Y también uno de los discos más excelsos e importantes de la pasada década.
23. In Flames – Clayman (2000)
El papel de In Flames durante estas últimas décadas ha sido secundario en el mejor de los casos, producto de una brusca y aparentemente irrecuperable caída en la calidad de sus lanzamientos. No obstante, por los pelos aún consiguieron meter en el siglo XXI una joya a la altura de sus grandes obras de los 90, cuando se conviertieron una formación esencial, influyente para una grandísima cantidad de grupos dentro y fuera de las fronteras suecas.
Clayman es por tanto el último gran disco de esta formación, para mi gusto un punto por encima de sus dos sobresalientes predecesores y casi a la altura de The Jester Race, lo cual son palabras mayores. Anders Fridén se muestra sencillamente insuperable en este trabajo, firmando posiblemente una de las mayores lecciones vocales de death metal melódico jamás grabadas.
Actúa así como principal referencia de un trabajo en conjunto excepcional, con canciones que pueden disfrutar incluso los oyentes menos habituados a estos niveles de rudeza, contando además con unos cuantos cortes que suenan poco menos que como himnos. Escuchándolo, se hace aún más doloroso ver cómo la banda apenas llega a ser a día de hoy una sombra de lo que fue.
22. Tool – Fear Inoculum (2019)
Si nos atenemos a la sabiduría popular, creeremos que nada que haya sido largamente esperado y mitificado podrá estar a la altura de semejantes expectativas. Y sin embargo, ahí llegaron Tool para tirar por tierra todas las concepciones haciendo lo que mejor saben hacer: un disco sin fisuras, impecable en forma y fondo, demostrando que su talento no solo no se ha marchitado con el tiempo, sino que luce hoy mejor que nunca. Bravo por ellos, no sólo por salir vivos, sino por hacerlo de manera triunfal.
21. Leprous - Coal (2013)
Leprous suelta completamente las referencias extremas, quedando nada de death metal o similares, especialmente en las voces (salvemos la puntual aparición de Ihsanh), aunque sin duda parte sigue de su ADN. Pero ésto está lejos de significar una mirada totalmente al pasado para el grupo, sino que aquí vuelven a encontrar senderos de vanguardia en los que seguir explorando y en los que crecer del todo. Aquí logran por completo ese sonido Leprous tan distinguible, tan único, y lo llevan a su máxima expresión.
Todo se aprecia en varias de las mejores canciones que ha visto el género progresivo en la última década. La estremecedora 'Chronic', la conmovedora 'The Cloak', la envolvente 'Echo', la desgarradora 'Contaminate Me'. Y especialmente 'The Valley', que es prácticamente su cima creativa en todos los aspectos. El elegante punch, la épica bien canalizada, la construcción perfecta, los diferentes pasajes y estados de ánimo y el clímax pletórico donde ves al instante una banda alcanzando su pleno potencial. Es una de esas canciones que hacen discografías enteras.