Mozo dominguero #20: Afrocubism - Afrocubism
La culpa colonial que ha atenazado merecidamente a Occidente durante los últimos treinta años ha tenido alguna que otra consecuencia positiva
Autor: Afrocubism
Título: Afrocubism
Año: 2010
Género: Guajira, son cubano, música mandé
País: Cuba/Malí
Discográfica: World Circuit
A la altura de la década de los noventa Occidente estaba preparado para hablar de su pasado colonial. En sus propios términos, por supuesto. El colapso de Europa durante la primera mitad del siglo XX abrió las puertas de la independencia a las colonias más insoslayables —India, Egipto—. Durante los sesenta y los setenta se produjeron olas descolonizadoras que, por las armas o por la vía de los hechos consumados, como Mozambique y Angola, permitieron a naciones menores desligarse de sus metrópolis. Cruzado el umbral de los ochenta, el gran proyecto colonizador de Occidente —un Sáhara por aquí, una Guyana por allá— había muerto.
Y entonces surgió la World Music.
La industria discográfica occidental decidió atender entonces a la miríada de sonidos y acervos culturales que durante siglo y medio había dominado y, por tanto, ignorado. Exotizadas y pasadas por los filtros sanitizadores de los productores londinenses y neoyorquinos, las músicas de Asia, Latinoamérica y África se colaron en las discográficas y disfrutaron de un creciente mercado internacional. Occidente había descubierto a las músicas del resto del mundo. En su proverbial soberbia, decidió bautizarlas como "World Music".
Porque Occidente era una cosa y el mundo otra. Este prisma de pensamiento tan explícitamente colonial coincidió con el fin de las tribulaciones internas de Europa y Estados Unidos. Agotada la Guerra Fría y certificada la defunción de la Unión Soviética, el modelo social y político imperante en Occidente, la democracia liberal, parecía llegar a su única conclusión posible: la hegemonía. Como escribiría Fukuyama, la Historia se aproximaba a su "fin", por lo que toda conversación que Occidente pudiera tener sobre sí mismo rayaba en el solipsismo. Todo estaba en orden al fin. ¿De qué más querríamos discutir?
Tocaba pues proyectar nuestra mirada hacia el resto del mundo. A este gigantesco movimiento cultural le siguieron un sinfín de cargos medios de la industria en busca de un nuevo dorado discográfico. Eran los noventa al fin y al cabo: todo era susceptible de imprimirse en un CD y venderse. Como a la new age, a la "música del mundo" —siento insistir en las comillas, pero resulta imposible tomarse el concepto en serio— le siguieron un sinfín de productos defectuosos, oportunistas, parasitados, mediocres y estereotípicos. Y también alguna joya.
La más brillante de todas fue, sin duda, Buena Vista Social Club, la reunión de una veintena de músicos cubanos marginados por la dictadura de Castro y condenados al olvido por el resto del mundo. Aquel disco, su éxito posterior y las giras derivadas de su triunfo comercial recuperaron y legitimaron a un conjunto de sonidos —el son, el jazz afrocubano, el bolero, la guajira— de otro modo dirigidos hacia el anquilosamiento. Buena Vista Social Club se convirtió en un modelo de éxito para otras recuperaciones musicales, un ejemplo casi perfecto de del talento musical sumergido en otros rincones del mundo.
Cualquiera diría que su nacimiento fue fruto de la casualidad.