Mozo dominguero #22: Íñigo Ugarteburu - Back & Forth
En 1956 fue posible tomar Roma envueltos sobre una gran bandera roja y al ritmo de una banda circense húngara. Fue posible pero no lo hicimos
Autor: Íñigo Ugarteburu
Título: Back & Forth
Año: 2012
Género: Folk
País: España
Discográfica: Foehn Records
Una de las escenas más inteligentes de Il sol dell'avvenire, la última película de Nanni Moretti, versa sobre la desmemoria. Cuando un experimentado cineasta explica a su equipo la trama de su nueva película, uno de los jóvenes actores alza la mano y pregunta confuso: "¿Pero había comunistas en Italia?". La película-dentro-de-la-película imaginada por Moretti está ambientada en 1956, en la Italia dominada por la Democracia Cristiana, y se centra en una pequeña delegación del Partido Comunista Italiano en los suburbios de Roma.
El actor no sale de su asombro, para estupefacción del director, interpretado por el propio Moretti en un delicioso juego de metasignificados y autoparodias. "¿Entonces me estás diciendo que miles de rusos vinieron a Italia y por eso había comunistas?", cuestiona, mientras el cineasta aclara algo muy evidente desde el punto de vista histórico: Italia estaba llena de comunistas italianos. Moretti no quiere representar a un necio, sino a un joven común y corriente absorbido por la "historia oficial" que Italia se ha contado a sí misma desde 1945.
Hay pocos fenómenos históricos más fascinantes que la reconstrucción de la memoria europea, la memoria imaginada, tras la Segunda Guerra Mundial. En Los Amnésicos, Géraldine Schwarz salda cuentas con el pasado de su familia alemana. Su abuelo se había enriquecido tras comprar a precio de saldo un provechoso negocio judío. Sus dueños tuvieron que deshacerse de él durante el nazismo, coaccionados por un sistema legal que constreñía su existencia. Ni su abuelo ni más tarde sus hijos sintieron que hubiera nada amoral en aquel intercambio. El origen de sus fortunas, de su bienestar, nada tenía que ver con el genocidio.
Schwarz tiene un término para los millones y millones de alemanes que no eran nazis pero que jamás se cuestionaron los beneficios que el nazismo les regalaba: mitläufer. Aquellos que siguen la corriente. Su abuelo, su padre, su madre, todos ellos fueron mitläufer. Pasada la guerra, Alemania no podía reconstruirse sobre las ruinas de sus crímenes. Los aliados enjuiciaron a los líderes del NSDAP pero condonaron al resto de la sociedad. Se necesitaban funcionaros, ministros y presidentes. Empresarios y abogados, periodistas y médicos. Si Alemania quería servir de barrera frente al comunismo, los alemanes tendrían que ser perdonados.
Tendrían que disfrutar de treinta largos años de amnesia colectiva.
Similares procesos se dieron en Francia o Italia. Vichy y el intenso colaboracionismo registrado durante los años de ocupación no fueron objeto de investigación historiográfica hasta bien entrados los ochenta. A nivel político siguen siendo tabú. Italia, por su parte, se reconstruyó en torno a los postulados moderados y capitalistas de la Democracia Cristiana. Los Aliados jugaron allí un papel clave. Como explica Keith Lowe en su imprescindible Continente Salvaje, el partido más popular tras el conflicto era el PCI, a varios cuerpos de distancia del siguiente. Tras una intensa campaña de desprestigio e intervencionismo político, Italia acudió a sus primeras elecciones con todo atado y bien atado.
De Gasperi recibió el 35% de los votos. El PCI, el 18%. El comunismo italiano era el más potente de Europa occidental. Ni Estados Unidos ni el resto de Europa podían permitirse un Caballo de Troya mediterráneo en plena escalada de tensiones con la Unión Soviética. El PCI no sólo debía ser derrotado: debía ser arramblado a los márgenes. Lo que no se consiguiera entonces por la vía de los hechos se conseguiría décadas más tarde por medio de la desmemoria. Del comunismo italiano no quedaría ni rastro, hasta el punto de que para el joven retratado por Moretti sea del todo inconcebible que Italia, en 1956, estuviera llena de comunistas italianos.
Moretti narra todo esto con enorme inteligencia a lo largo de Il sol dell'avvenire. Su película versa sobre el cine, sobre el Partido Comunista y sobre las tribulaciones de un director viejo y maniático. Pero Il sol dell'avvenire habla también de la comunidad. De quiénes somos gracias a un entorno y a un contexto, de nuestra identidad dentro de un todo colectivo. Ideas muy propias del siglo XX y de las grandes ideologías, ya en recesión. Su última escena nos regala una ficción. Miles y miles de afiliados al PCI marchando sobre Roma. En un pasado alternativo, esa gran fraternidad que era el ideal comunista terminaba triunfando.
Todos sonreían. Y de fondo sonaba Íñigo Ugarteburu.