Mozo dominguero #24: CAN - Ege Bamyasi
A la ebullición de Alemania le siguieron un grupo y un disco inexplicables desde cualquier otro contexto que no implicara socavarlo todo
Autor: CAN
Título: Ege Bamyasi
Año: 1972
Género: Rock experimental
País: Alemania
Discográfica: United Artists
Pocos acontecimientos históricos han generado tanta palabrería como mayo de 1968. Los hechos entonces acaecidos han sido debatidos hasta la extenuación, generando un torrente de creaciones literarias y fílmicas. El impacto que aquellas revueltas tuvieron en la sociedad occidental excede, con mucho, a su verdadera relevancia política, muy ensombrecida frente a hechos auténticamente revolucionarios como los acontecidos en Checoslovaquia en el mismo periodo de tiempo.
Mayo del 68, sin embargo, introdujo en el imaginario colectivo el ideal de "intelectual europeo", una suerte de bohemio burgués a cuyos jerséis de cuello alto y educación de colegio privado siempre le acompañaban las más extravagantes y radicales ideas políticas. Esta figura, capitalizada en su mayor parte por el universitario francés medio, generó exactamente cero unidades de transformaciones políticas en Europa occidental, más allá de las digresiones violentas de grupos como Baader Meinhof. Su reino jamás fue de este mundo, encorsetado al de las ideas y los marcos teóricos.
En fin, comoquiera que la versión pop de mayo del 68 derivó lentamente en un cliché vergonzante ("sous les pavés, la plage"), resulta tentador repasar aquellos acontecimientos, observar a quienes siguen obsesionados con ellos, hacer una bola y lanzarla al basurero de la Historia. Quizá sea lo acertado desde un punto de vista político, pero sería un error desde el punto de vista musical.
La recta final de los sesenta se cuenta entre las más creativas y relevantes de la música popular, ya por aquel entonces dominada por el rock y sus variantes. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, donde a la breve ensoñación hippie le siguió la larga resaca neoliberal, adivinada de forma magistral por Forever Changes. San Francisco y Nueva York al margen, 1968 trajo una ola de innovaciones radicales y transgresoras también en Europa. Quizá no en Francia, un país acostumbrado a la reacción y al complaciente conservadurismo desde Termidor, pero sí en Alemania, cuyos ritmos vitales eran por aquel entonces muy distintos.
A finales de los sesenta la sociedad alemana aún no se había hecho cargo de sus horrores. Cuando Fritz Bauer se propuso llevar los exterminios cometidos en Auschwitz a la justicia ordinaria, la clase dirigente alemana, alentada por una desmemoria generalizada entre la población, puso toda clase de trabas. La épica batalla legal de Bauer, retratada en El Estado contra Fritz Bauer, colocó un espejo frente a la Alemania post-nazi. Los nazis seguían allí. Todos fueron o habían sido instrumentales para su triunfo, pero nadie parecía dispuesto a admitirlo.
Sobre esta desmemoria, tan útil para la construcción de la paz occidental, por lo demás de una prosperidad extraordinaria, creció una nueva generación de alemanes (y europeos) desatados de los horrores de la guerra. Chavales que en 1968 apenas alcanzaban la mayoría de edad y cuyas ideas sobre el lugar de Alemania (y de Europa) en el mundo eran muy distintas a las de sus padres y abuelos, genéticamente tradicionalistas y conservadores. Aquel marasmo de desplantes, peinados irreverentes y lecturas marxistas confluyó tras 1968, en lo musical, en un puñado de grupos extraños, abigarrados y experimentales.
Grupos que, sin saberlo, estaban definiendo a la otra Alemania. La revolucionaria, la transgresora, la ideológicamente radical. Ninguno de aquellos grupos brilló y brilla tanto a día de hoy como CAN.