Nick Cave, Pavement y King Gizzard en busca del mejor concierto del Primavera Sound...
... y otras noticias y playlists con las que estar al día
¡Valladolid, buenos días!
En el correo de hoy repasamos el Primavera Sound, esta vez desde su lado artístico, con nuestra tier de conciertos y ¡reflexiones? a vuela pluma de Ferraia, Black Gallego y Gallego senior, los únicos locos de esta redacción que decidieron irse hasta allí. También os traemos los jitazos de la semana.
El sábado, para los suscriptores, hubo nueva ración de 'Una canción, una escena', la sección que une nuestras dos pasiones: música y cine. Esta vez, con esa 'Cat People' de Malditos Bastardos.
Los jitazos de la semana
Para empezar el lunes, la ración de las canciones ya está actualizada en la plataforma que uses.
A través de este link podrás acceder a la lista tanto en Spotify como Tidal y Apple Music.
Y las de pasadas semanas, en Tidal y esa plataforma de la que usted me habla, casi un resumen de lo que llevamos de 2022.
La megatier del Primavera
Conciertos que EXCEL
No se puede negar, ha sido una edición llena de grandes conciertos. Y varios candidatos a ser El Concierto del festival. Ya el primer día nos quedamos flipando con Pavement, los titanes del indie rock canónico que hicieron uno de los regresos a los escenarios más excelsos que hemos visto desde Slint. El concierto del día, con casi treinta temas en una larga media hora en la que sonó prácticamente todo lo que tenía que sonar: de los coros de Cut Your Hair a los de Range Life, a diferencia de otros clásicos que se volvieron a juntar para tocar, se les ve disfrutando sobre el escenario. Y eso se trasladó a un público entregado que se conocía todas las canciones. Comunión total a la que además acompañó, que hay que incidir en ello, un sonido espléndido, con todos los detalles menores de punteítos como los secundarios de ‘Stereo’. Fue bonito ver a Stephen Malkmus pasárselo bien, un magnífico alegato por esa vieja guardia del festival ante un The New Normal que se ha quedado en la puntita.
Pero las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, como siempre en la segunda línea del cartel. King Gizzard dominaron el segundo día, haciendo su propia candidatura a El Concierto del festi incluso con problemas de sonido al comienzo y una masificación que hacia el pogo casi peligro de asfixia. Dieron el concierto más vivo y eléctrico, haciendo gala de su versatilidad al igual que hicieran en su último disco saltando del garage surfero al pop majestuoso, y de ahí al metal o incluso al hip hop. Incluso sin su segundo batería fue todo un desfase. Se han cargado una de sus muchas guitarras, como se ha visto en sus redes y no es para menos viendo el derroche. Los chavales ya no son una promesa y han dejado en un casi olvidado segundo plano aquellos años y gente del mundillo fuzz y psicodélico como Ty Segall o ¿Oh Sees? (N.e.: NO) Un torbellino en directo con su Rattlesnake y sU cierre con ‘The Dripping Tap’ de 18 minutos. Al hilo, por cierto, vaya vozarrón el del otro vocalista, ¿qué hace que no está difundiendo el soul por el mundo?
Aunque el desfase supremo llegó con Nick Cave & The Bad Seeds el tercer día. Cualquiera que los haya visto en el pasado sabe su dominio escénico, pero lo vivido aquel sábado fue apoteósico. Incluso el propio Cave se veía especialmente inspirado al mencionar que "al fin" había cantado 'Red Right Hand' con la entonación adecuada. Empezó arribísima, con el fervor del Abbatoir Blues, pasó a un rato íntimo para recordar a sus hijos fallecidos que nos llevó a la lágrima, volvió a encender al personal con cañonazos y hasta estuvo un rato desafiando a la organización a cortarles -llegaron a apagarles las pantallas- siguiendo más allá de lo aparentemente estipulado. Fue desgarrador y el concierto desprendió esa parte de crudeza en temas que helaron la sangre como ‘Jubilee Street’, pero también de sanación, con la ya citada 'Red Right Hand'. Sí, tiene 64 años. Pero cuando se junta con Warren Ellis y el coro de gospel a ver quién para a esta gente. Tocó con sus manos a algún elegido en la primera fila, y como cuando uno toca a Dios, quizá no se lave las manos jamás. Se creció, interpeló a los spaniards que tenía enfrente, esputó varias veces porque es un crooner con olor a Barón Dandy y puede hacerlo y estuvo inmenso al piano y durante todo el concierto. Se hizo con el festival.
Tan excelsos fueron esos conciertos que incluso conciertos de claro Excel hay que ponerlos en mención aparte. Grandes reclamos como Charlie XCX o Little Simz estuvieron a la altura, mostrando desparpajo y carisma además de una comunión con el público especial.
No estuvieron The Strokes, pero sus sustitutos Mogwai hicieron algo mejor de lo que cualquiera podría soñar con los otros. Ya desde la estética, con el batería con la camiseta de Strokes (¿homenaje o troll? Esperamos que lo segundo). Desborde guitarrero con algunos de los cañonazos de su último trabajo -hay Dios esa 'Ceiling Granny'- mientras lucieron otros clásicos excelsos como 'Hunted by a Freak', 'Remurdered' y una 'Mogwai Fear Satan' que a algún presente le dio para hacer el baile de san vito -no es broma-. Un directo de pura inmersión. Nuestra bestia de la naturaleza, el comodín escocés. Qué bien titulado estaba aquello de Hardcore Will Never Die, but You Will. O como diríamos en España, todos somos contingentes pero Mogwai son necesarios. Siempre quedarán ellos.
Sharon Van Etten comiéndose el escenario, mostrando su parte más rockera, con una gran puesta en escena con el resto del grupo y con un auténtico vozarrón. Después de Dinosaur y otras cosas importantes que empezaban a sonar, se decantó por los temas más eléctricos y fue todo un acierto. Charo Vanete, te queremos.
Por supuesto, no faltó excelencia desde el escenario más modesto. Otoboke Beaver sacaron garra con esa combinación de pop hipervitaminado y hardcore punk de la vieja escuela que arrolló con el personal del antiguo escenario Adidas -espiritualmente, el escenario DOOM-.
Tropical Fuck Storm fueron eso, una tormenta, incluso aunque el sonido pudiese llegar a saturar. Una tremenda hostia a mano abierta que menos mal no se solapó con King Gizzard como iba a pasar en principio. Lo que antiguamente llamábamos la ‘clase media’ del Primavera que daba mucho más brillo a los grandes cabezas de cartel. Gritos, mucha distorsión y ese toque desgarrador característico del grupo. Compramos.
Conciertos que SÍ
Aiko el Grupo: Lo que hoy pondríamos en una clara Tier Sí aunque el disco sea un Excel. Juventud al poder, aunque sea tocando versiones de El Columpio Asesino. Buen y tempranero directo para corear 'A mí ya me iba mal de antes' en las primeras filas.
Guay el cantante de Les Savy Fav en gayumbos, aunque tampoco es noticia. Lo que sí es noticia como fue tónica los tres días, es que conciertos tempraneros de la tarde como el suyo estuviesen ya hasta la bandera. Pero siguen siendo la leche.
Hace unos cuántos años cuando Yo La Tengo publicaron Fade en 2013, dijimos por aquí que abrir el disco y escuchar ‘Ohm’ sonaba a gloria, como descorchar el champán. Y con ello empezaron en un concierto mágico en el que disfrutar de sus canciones y de su complicidad en directo. Con los momentos de protagonismo para cada uno, fueran Georgia Hubley, James McNew o Ira Kaplan los encargados de cantar. Un directo de una hora, en corto y al pie, donde pasar por sus momentos más livianos, clásicos para una vida como ‘Autumn Sweater’ y el casi cierre (fue la penúltima) obligado con ‘Pass the Hatchet, I Think I'm Goodkind’, donde tocan para Ira Kaplan, que volvió a desbocarse aquí y en otras. Tan liviano en ese indie pastoral y tan bestia cuando entra en trance.
Beck en modo Dios o en modo sujétame el cubata, según gustos. Empezó fuerte, con su Devils Haircut, con esa vestimenta a lo Prince, mientras sonaba de fábula, con la gente rápidamente en el bolsillo y él engrandecido en el escenario, derrochando carisma y diversión. Ahí había poco de loser.
Sesudo fue también lo de black midi, lo que cabría esperarse viendo su evolución, pero también fue animada. Junto con Shame pusieron bien el listón para el nuevo rock británico, haciendo exhibiciones arrolladoras y festivas. En un escenario de los pequeños pero con una de gente inconcebible hasta esta edición tan loca del Primavera Sound. No se podía ni entrar por los laterales, pero se oía perfectamente la estopa que estaban repartiendo. Recuerden, uno de los florecientes nuevos hijos del art-punk (aunque se quieran meter ahora en pantanosos terrenos Avant-garde).
Algo similar con Parquet Courts, aunque sobre todo la segunda mitad cayeron más en ritmos sabrosones más que en el puñetazo sobre la mesa. Muy frescos, como la sorpresa de Jorja Smith que realizó un directo deslumbrante que cerró la boca incluso a quienes dudaban de si tenía canciones para estar a la altura. Pero a veces no necesitas 9-10 jitazos para triunfar, como fue el caso de Gorillaz, que incluso fuera de sus 3-4 exitazos -que arrasaron con el personal- dieron un directo soberbio, divertido y potente.
Más niños del art-punk, esta vez Shame, que están como unas regaderas sobre el escenario, ellos sí ya en modo hooligan porque están en la edad. Pero fuera de eso, tocaron su disco debut y sonó tan potente como lo es. Un bolo cañero para resucitar a los que a esas horas suelen desfallecer. Pero lo más importante es que hay grupo.
Pasadas las 3 de la madrugada del jueves vino Dj Shadow a pasear sus mezclas, remezclas y scratches mientras explicaba a cada momento lo que iba a hacer. Con un sonido para despertar incluso a cualquier coma etílico. Cerró enganchando su remezcla de Six Days de Mos Def o De la Soul. Un maestro en lo suyo. Dejó constancia.
Y Shellac bien, como siempre. Distorsión, sonido monolítico, don Albini gritando y a triunfar. Gente que no falla; el mismo concierto de todos los años. Que es lo que se pide.
Conciertos que OK
Dinosaur Jr. fueron por aquí los primeros damnificados con el sindiós para pedir bebida. En el escenario Cupra, antiguo Ray-Ban, media hora de directo desde la barra. No faltaron ‘Little Fury Things’, ‘Freak Scene’, lo de The Cure o ‘Feel The Pain’, aunque ponemos falta por no tocar ‘Sludgefeast’. En cualquier caso, de los directos que han ofrecido en el PS, el más apagado que hemos visto por aquí, sin la sacudida de otros años. A Mascis, que no es que sea un ser carismático sobre el escenario, parecía un poco desganado. Pero siempre está Barlow con la motivación intacta. Después se pudo ver a Mascis junto a su madrina musical (como lo fueron Sonic Youth con Dinosaur) viendo a Pavement. Los viejos amigos. Aquella gente de las camisas de cuadros. Una irrepetible freak scene.
Probablemente no ayudó la masificación del primer día, que claramente amargó la experiencia. Más holgados estuvimos con Low en su segundo concierto, este al aire libre en lugar del Auditori aunque claramente es grupo que pide lo segundo. El grupo sacó mejor cara tirando del ruidismo emotivo de su HEY WHAT, además de con una estupenda versión de Napalm Death. Cuando sacaron su etapa más clásica y menos eléctrica se volvió café para muy cafeteros.
Autechre, que causaron unas cuantas espantadas a los no advertidos ante la experiencia de su directo. Apagaron por completo las luces de Auditori, para dejar ver sólo las luces de los móviles del personal y unas luces rojas de las regletas en las que enchufaron el equipo. Podrían haberse ido perfectamente y pinchar el USB y nadie lo abría notado. Pero ese set abstracto y poliédrico, incluso algo turra en algún momento, fue un deleite para los amantes de la electrónica sesuda. Una hora funcionarial en la que desplegaron esas capas angulosas con su parte de IDM más experimental, cercano a lo que podría ser el sonido de Exai, intercalando con ritmos rotos y más frecuencias en segunda línea atrapadas entre las melodías más vigorosas. Especialmente bueno fue el último cuarto de hora, con un sonido más cristalino e incluso melódico, con reminiscencias al Oversteps. Salvando las distancias de lo que es un directo suyo. Pero con mucho mejor sabor de boca que su última aparición por aquí, allá en el Sónar 2015.
Al final Mahoma acaba tirando a la montaña, y el viernes en Dice, a pesar de estar este año aún más donde Cristo perdió la alpargata, cerraba Jeff Mills. Habitual ya de mil batallas y visto por la mayoría de los presentes, pero cuando ‘The Bells’ queda en una segunda línea porque estás tirando con todo, es que la ocasión lo merece. Set efectista que es lo que se pedía para cerrar allí. Más mojama.
El que también estuvo por ahí repartiendo estopa aunque a mil kilómetros, en el escenario Dice, fue Stingray 313 en dj set, tirando a veces de techno detroitiano, más seco que la mojama, contundente, aunque sin dejar al electro en dique seco. Eso lo hizo al día siguiente, sábado, sobre todo con ese electro futurista que diseñó con Drexciya. Veterano de guerra de los que no fallan.
Llegó Gorillaz con Damon Albarn vestido de chándal, de ese guiri kinki que tanto nos gusta, siempre en su equipo. No tenía la voz muy allá, pero tocó prácticamente todo lo que tenía que tocar (salvo Dare) y estuvo a gusto, tanto que invitó incluso a más gente que Tangana en su Tiny Desk. Empezaron a desfilar por allí raperos como Mos Def y más instrumentistas y casi hasta el apuntaor. Tuvieron que seguirle los de producción con el cableado hasta al otro escenario al que se iba. Estaba en su salsa y fue un directo bastante divertido. Te queremos aunque estés fondón, Damon. En el equipo del britpop que importa.
Ben UFO es un tipo que sabe cómo moverse, la parte que allí tuvo HS presencia, en el escenario ATPC, demostró qué gran dj es, jugando bien con los tiempos, con fases más house, sacando lustre a temas recientes de Redshape que no están muy allá pero que funcionan muy bien si sabes cuándo tocan, y un gran ambiente, en definitiva, ante el inglés. Gran cierre, como además se ha leído en ™Twitter Electrónica que cerró con él. Instinto ravero.
Conciertos que MEH
Es difícil hablar de decepciones con cosas de las que no esperas demasiado en un principio -o acabas en ellas casi por accidente-, aunque es difícil comprender la repercusión que alcanza Maria José Llergó en relación al directo de flamenco tan poco llamativo y hasta cargado de tópicos poco interesantes que desplegó. Igual nos espera otro percal cuando meta trap a la mezcla.
Tampoco destacó Rigoberta Bandini jugando "en casa", haciendo su propio "OMD empezando los conciertos con 'Enola Gay'" al arrancar con 'Soledad' y desde ahí mostrando que aún necesita unas cuantas canciones más de su lado para sostenerse -y en ocasiones la ejecución también dejó que desear, como ese primer intento de 'Ay Mama'-.
Decepción también Abbath, no porque no lo hayamos visto, sino porque al final no hizo una liada de las suyas como esperábamos.
Pero el chasco del festival, casi tanto para bordear el No, fueron Black Country, New Road. Íbamos con intriga pero con cautela, como metiendo los dedos en la piscina fría, sabiendo que nos podía esperar un cambio radical tras la marcha de su cantante Isaac Wood y la renuncia total a tocar material de sus dos excelentes discos. No es el único grupo que hace eso de aprovechar sus conciertos para ir rodando el material próximo, pero estos nuevos BCNR mostraron que aún queda mucho por rodar. Algunos puntos llamativos, pero todavía con cierta indecisión sobre qué clase de grupo quieren ser. Ya nos temíamos que fueran a quemarse ellos mismos demasiado rápido, aunque en su caso ha habido circunstancias indeseadas. De hecho, pareció que estaban decidiendo unos minutos antes del concierto y sobre el escenario a quién le tocaba cantar o tocar el triángulo. Desde luego, por lo visto, es un acierto que sean las chicas las que se encarguen ahora, aunque fue un concierto de distintas sensaciones. Lógicas, se entiende, por la repentina salida de una parte clave del grupo. Temas que no acabaron de explotar donde antes explotaban, la habitual sección de viento o cuerda, el olor a Arcade Fire que desprendía el disco de este año… Habrá que ver por dónde salen. No acabamos porque tocaba ir a hacer sitio para Nick Cave (pero pueden dar cuenta del tema desde el Ministerio del Ruido, que andaban por allá).
Conciertos que NO
Cuando optas por la senda Mordor tienes que ir con tiempo, lo que implica a veces tragarte cosas deleznables. Como fue el caso de una Kacey Musgraves que sigue siendo uno de los fenómenos más inexplicables de los últimos años y con un directo poco a la altura de ese escenario grande. Insustancial, anodina, carente de personalidad y canciones.
También nos tocó sufrir la recta final de Tame Impala, que recrearon a la perfección la indigestión de su etapa iniciada con Currents. Si el mejor momento de ese tramo fue una versión algo facilona y ramplona de 'Last Nite' de The Strokes, es que has dejado mucho que desear.
Pero nada ha dejado más que desear que la organización del festival este año. Ya han tenido tendencias aborrecibles en el pasado que hacían ir al festival con la pinza en la nariz, pero su intento de complacer a sus nuevos inversores a toda costa ha empobrecido la experiencia que habría sido excelentísima gracias a los artistas. La masificación hasta en conciertos de menor atracción ha sido demencial, y que no hayan ocurrido desgracias severas ha sido casi milagroso.
Teniendo en cuanta además que la idea de meter a tanto personal es para tenerlos también consumiendo a saco, resulta incompresible que haya habido tal caos en las barras, que precisamente motivan a no querer beber nada. La lejanía que están alcanzando algunos escenarios también está siendo absolutamente desmotivadora, haciendo los escenarios grandes cada vez más Mordor y la zona de electrónica como viajar de Desembarco del Rey a la zona de los zombies más allá del muro. Poner un escenario de Boiler Room al lado de otro donde están sucediendo otros conciertos al mismo tiempo es otra idea pésima. Otro año más, lo peor del PS termina siendo el propio PS.
("Valladolid, buenos días" es una canción de El Niño Gusano. También es una sección de actualidad de Hipersónica. En 15 minutos, estarás al día de lo relevante en nuestro terreno. Cada lunes, miércoles y viernes en tu buzón de correo o en la web de Hipersónica.)
Si que tienes que ser de Valladolid para decir eso de María José Llergo, la verdad. De flamenco, poquito. Aunque sabiendo que coincidía con black Country New Road, no creo que vieras mucho del concierto.
De lo demás bastante de acuerdo, Nick Cave de largo mejor concierto del festival.
Uf, vaya palo a los Black Country, (¿deberían acortar el nombre ahora que son menos?). Yo lo que creo es que las prisas por ir a Nick Cave os sacaron de un concierto raruno pero bastante bonito si ibas sin expectativas de nada en concreto. En cualquier caso, un placer conoceros y estad atentos al correo que os tendrá que llegar una citación ministerial más pronto que tarde