Paco Plaza: zombies de escalera, Héroes del Silencio y otras historias para no dormir
Película a película por uno de los directores más en forma de la actualidad.
No podemos negar que el valenciano Paco Plaza nos resulta uno de los cineastas más atractivos y eficaces del cine de género fantástico que se hace en nuestro país. Sobra decirlo, es uno de los principales artífices de uno de los mayores pepinos de género que hemos visto en este siglo, pero desde entonces ha seguido explorando nuevos miedos e incluso los ha explorado saliéndose del género.
Quizá por esa manera de moverse entre estilos, sin perder su personalidad distintiva, es lo que lo hace uno de los directores más en forma del momento. Y para entender cómo ha llegado a ese estatus, repasamos la parte principal de su filmografía, dejando al margen otros trabajos que igualmente merecen mención por haber permitido luego su posterior carrera: Cuento de Navidad, del serial de Películas para no dormir de Chicho Ibánez Serrador, y OT: La película, junto a Jaume Balagueró que permitió empezar a meter el morro en la industria. También su participación en las nuevas Historias para no dormir, haciendo el episodio de Freddy, la mejor de todas las historias y un juego de muñecos diabólicos que apuntala la comparación (para bien) con James Wan.
Antes del debut en la dirección de Plaza, Jaume Balagueró, compañero habitual de fatigas directoriales, adaptó unos años antes Los sin nombre, de Ramsey Campbell, y asentó sin querer una miniola de adaptaciones de este autor. Al valenciano le llegó la tarea de adaptar Pact of the Fathers, una tarea complicada por la intricada historia. Y no se puede decir que saliera completamente exitoso de la tarea, pero muestra pequeños detalles de interés a partir de un particular toque narrativo que estaba por madurar.
Hay problemas evidentes en El segundo nombre, desde los diferentes laberintos argumentales que la hacen algo impenetrable emocionalmente a ese protagonista de desigual interés, pero hay también una parsimonia muy cronenbergriana en su narración y su ritmo (aunque quizá sólo quiero verlo así por las batas de color rojo intenso y los procedimientos médicos). Su manera de aproximarse al corazón de la oscuridad con una mirada serena es síntoma de buena heredera de El silencio de los corderos, y la música de Mikel Salas es espléndida, además de usada con un gusto exquisito. Elementos suficientes para un debut interesante y prometedor. Y, como hemos visto posteriormente, estos elementos han crecido estupendamente.