Llegado el momento desconocía en qué punto de Panda Bear Meets the Grim Reaper me encontraba. Mi mente, aún delante de la pantalla y desplegando una cantidad siempre excesiva de tareas — toda tarea por sí misma está en condiciones de rebasar la carga diaria aceptable de tareas — , se movía al sincopado ritmo que marcaba Panda Bear, aunque no sabría deci…
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