Los memes, generalmente, duran lo que tienen que durar: poco. Te alegran la vida por unos días, los usas hasta la extenuación y luego ya quedan como terreno conocido, referencias compartidas, una manera de relacionarte con el mundo, que te engañes y pienses que formas parte.
“Qué puta pasada” nos duró eso o menos: una cuenta glosando todo el esplendor r …