¿Por donde empiezo con... George A. Romero?
El rey de los muertos vivientes
En tiempos de "terror elevado", donde las películas de género tienen que tener mensaje (o incluso MENSAJE, que no haya espacio a equívocos), no parece que valga con hacer entretenidos trenes de la bruja o fantasía alocada para tener alta consideración (incluso algo como Maligno parece tener cierta capa de ironía en el entusiasmo). Pero vamos, eso es consecuencia directa de falta de conocimiento histórico, donde se pueden encontrar obras con comentario social o humanístico que consiguen disfrutarse también como películas.
Eso bien lo entiende George A. Romero, un genio del género que ha recibido más culto que aclamación a lo largo de su carrera. Sus películas han seguido mayormente la independencia militante, para no comprometer sus ideas o las imágenes gráficas, y a veces han caído en una tosquedad narrativa que han dificultado su apreciación. No por ello deja de tener la mejor combinación de autor transgresor, afilado comentarista de la condición humana y creador de estupendas películas de género. Hoy entramos en su obra.
Una biografía breve
Nacido en el Bronx, hijo de inmigrantes españoles (su padre provenía de A Coruña) y lituanos, Romero se crió obsesionado por las películas desde que le echó un vistazo a Los cuentos de Hoffmann, de Michael Powell y Emeric Pressburger, la cual trataba de alquilar continuamente (básicamente cuando no lo hacía también Martin Scorsese) junto con otras cintas.
Decidió pronto que quería dedicarse al cine, y uno de sus primeros trabajos fue en un set de Alfred Hitchcock, concretamente de chico de los recados en Con la muerte en los talones. Eso le sirvió para saber que no le interesaba la precisión quirúrgica de sus películas, sino algo más real y naturalista, lo que trató de plasmar en su primera película, financiada de manera independiente y dando una vuelta al concepto de monstruo invasor de las cintas de ciencia ficción que veía. Así fue dando forma a La noche de los muertos vivientes, la piedra fundacional del concepto zombie tal y como lo entendemos.
Las claves
Influencias: Michael Powell, Orson Welles, Howard Hawks, ciencia ficción y terror de los 50, cómics de Entertainment, la literatura de Emile Zola, Richard Matheson.
Terror social: "Lo que yo quería era algo asombroso, algo que sacudiera la tierra, un desastre increíble allá afuera - y nuestra gente en la casa sigue preocupada por sus propias agendas pequeñas en lugar de lidiar racionalmente con el problema. Ese es el gran tema que veo en toda la sociedad. Gente centrada en lo suyo" (Sight and Sound).
Estilo naturalista: "Muchas veces creo la situación y hago que [los actores] se muevan antes de coger la cámara. Por ejemplo, en algunas de las escenas más grandes, simplemente ponía en marcha la situación y caminaba y miraba durante un rato, luego cogía la cámara y empezaba a rodar" (Variety).
Cine independiente: "Simplemente no tengo la paciencia, ni probablemente el espacio de tiempo, para quedarme sentado en el desarrollo. Hay que buscar el camino de menor resistencia. Es la única manera de ser realista" (Little White Lies).
Colaboradores habituales: Stephen King (guionista), Tom Savini (maquillaje y efectos especiales), Michael Gornick (director de fotografía), Pasquale Buba (editor)
Puerta de entrada: La trilogía de los muertos vivientes
Con una película tan icónica y sorprendentemente trascendental como La noche de los muertos vivientes, que además está tan accesible gracias a pertenecer al dominio público, es difícil no tirar por su debut. Una joya de horror clásico en blanco y negro, que funciona gracias a ese ejercicio de tensión en localización cerrada y una amenaza que no tiene explicación clara -algo que casi todas las cintas zombies posteriores se han empeñado tener- que le sirve también para interesante exploración humana, tocando temas como la alineación por la propaganda, la destrucción entre individuos y el racismo.