California, valle central. Allí se encuentra Modesto, cerca del lugar donde el polvo del desierto converge con esa revolución tecnológica que durante un tiempo parecía inestimable y ahora, cada muchos ratos, es insufrible. Allí también es donde George Lucas sitúo su noche de final de la adolescencia en la estupendísima 'American Graffiti'. Y ahí es donde nacen a principios de los 90 Grandaddy, cuya historia es, sobre todo, la historia de su líder, Jason Lytle.
A un día de que nos ofrezcan la versión expandida de aniversario de uno de sus grandes discos, el dulzón Sumday, os ofrecemos esta guía fácil de entrada al grupo.
¿Y esto a qué suena?
A un futuro que quizás no era para ti. A Thoreau enamorado de unos teclados baratos encontrados en tiendas de segunda mano. A unos Pixies que en vez de darle a la ufología se engancharon al ludismo. A indie-rock enamorado del Eye on The Sky. A pérdida y mutilación. A dulzura y melancolía, cantada y producida con sonidos analógicos. Al ‘Imagine’ siendo destrozado por la mente de Frank Black (que no de Black Francis).
A espacios abiertos. Al eco de las piedras chocando en el río (el sol pegando fuerte, ni una nube, los pájaros cantando) y a la notificación de móvil que llega justo después, jodiendo el momento.
Una breve biografía de Grandaddy
Volvamos a Modesto, volvamos a Jason Lytle. Como si esto fuera The Monkeywrench Gang, la novela en la que un grupo de ecoterroristas iban por los EEUU del Oeste llave inglesa en mano saboteando cualquier tipo de máquina moderna, Lytle lleva desde 1992 usando al grupo como arma para sembrar la música de parábolas sobre el hombre contra la tecnología. Empezó ese año, acompañado primero por Kevin Garcia (bajo), Aaron Burtch (batería) y después, ya en el 95, por Jim Fairchild (guitarra) y Tim Dryden (teclados). Su apuesta: un indie-rock donde la producción se cuidaba para lograr espacios en los que la electrónica más casera se fusionase con el folk-rock de Laurel Canyon y aledaños.
El grupo debuta en 1994 con Complex Party Come Along Theories, que pocos escuchan. Su solidez, y el grupo enseñándolo aquí y allá, afianzan una reputación que ya despunta con Under the Western Freeway (1997), donde una voz cercana al Neil Young más delicado y unas guitarras indie-rock se enfrentan a las grietas de la modernidad. La melancolía que impulsa ese debut se sublima en The Sophtware Slump (2000) y se hace más pop aún en Sumday (2003), prácticamente creados sin que el grupo tuviera que salir del estudio casero de Lytle.
En 2006, el grupo se acaba: Lytle se lanza a aventuras en solitario o bajo diferentes nombres, aunque resucita a Grandaddy en 2012 para conciertos y para un disco, Last Place (2017), que retoma el discurso donde se quedó: en un desierto melancólico en el que nada de la tecnología consigue aliviar el dolor. Ese dolor será real ese mismo año en el seno de la banda, con la muerte del bajista Kevin García.
Desde entonces, Grandaddy se han dedicado a cuidar su propio legado, recuperando todos y cada uno de los discos con numerosas muestras de lo que quedó pendiente. Lo próximo, la edición extendida de Sumday.
El disco recomendado de Grandaddy
Ya sabéis que algo que repetimos muchísimo en esta sección es que el disco recomendado para empezar con un grupo no es necesariamente el mejor. Generalmente, en el caso de Grandaddy se elegirá The Sophtware Slump como el gran disco del grupo. Podría matizarse, pero tampoco merece la pena discutir mucho: es un disco enorme y plenamente disfrutable. Por ideas, por sonido, por canciones, por lírica.
Ahora bien, es también uno que no es exactamente todo el rato Grandaddy: la querencia prog-pop de Lytle queda más que nunca patente, a costa de alguna de las otras facetas del grupo. Entonces, ¿cuál es la puerta de entrada?
Podríamos elegir Sumday, un disco casi redondo, pero nos pasaría lo mismo por el lado contrario: su afán por ser lo más pop posible oscurece algunas de las áreas donde Grandaddy se manejan a la perfección. No, tampoco será él.