¿Por dónde empiezo con... Motorpsycho?
Cómo no morir en el intento de entrar en el loco mundo de los noruegos.
Cada año terminamos volviendo a mencionar su nombre por un nuevo disco que han publicado, y siempre lo hacemos en términos positivos porque son la banda más consistentemente buena ahora mismo. Lo cuál es una puta locura teniendo en cuenta el volumen de su obra. Pero Motorpsycho tienen un toque especial, una magia singular que no parece agotarse y acaba triunfando, en mayor o menor medida.
Nos damos cuenta de que igual llevamos años poniéndolos muy bien, pero no hemos dado quizá una base sólida para aquellos no iniciados que tienen curiosidad, pero pueden verse abrumados ante todo el contenido que han sacado en su carrera. Por suerte para vosotros, hoy respondemos a ello, introduciéndoos en su vasto mundo, seleccionando algunos de sus álbumes imprescindibles, sus canciones más destacadas y más.
Una biografía breve
La historia comienza en la ciudad noruega de Trondheim, donde Bent Sæther se cruza con Hans Magnus "Snah" Ryan y Kjell Runar Jenssen, todos miembros de la escena rockera underground. Los tres deciden juntarse para una nueva agrupación, a la que deciden nombrar en honor al cineasta Russ Meyer tras ver un triple programa suyo. Pero como los nombres de Mudhoney y Faster, Pussycat! Kill! Kill! ya estaban cogidos, se quedaron con el de Motorpsycho.
Formados a finales de los ochenta, prácticamente casi los noventa, el grupo toma del rock duro de la escena noruega al mismo tiempo que adopta sonidos metal y otros más cercanos al noise y lo experimental, además de quedarse cautivados por el emergente género indie rock y grunge que está rompiendo al otro lado del charco. Tras unas demos que hacen cierto ruido, comienzan una prolífica andadura con el álbum Lobotomizer, al que le han seguido más de una veintena de discos, a ritmo casi de un larga duración anual. Y ahí empieza nuestra fascinación.
¿Y esto a qué suena?
Va a depender un poco de en qué época los pilles. Vamos a tratar de reducirlo a una combinación, en diferentes medidas, de los siguientes ingredientes: rock duro clásico, doom metal, psicodelia pesada, rock espacial, rock progresivo, avant-garde, noise, indie rock noventero, a ratos algo de jazz-rock. Cogen varios de estos elementos y los agitan bien en una serie de canciones de duración muy variable -de dos minutos y pico a los más de veinte-.
Si queréis ubicarlos un poco mejor, estos son los grupos que más se citan como influencias: Black Sabbath, King Crimson, Hawkwind, Can, Sonic Youth, Dinosaur Jr., Jefferson Airplane, Allman Brothers Band, Captain Beefheart. Gente bien, vaya.
Puerta de entrada: Demon Box
Los noruegos ya habían encontrado una perfecta encapsulación de todo lo que podían hacer, y lo hicieron en 1993 con su segundo disco. Aquí tenemos un álbum de más de hora y pico donde les vemos girando en círculos alrededor de los distintos sonidos que hemos mencionado anteriormente, pero nunca se siente demasiado disperso o confuso. En su lugar, es un manual de todo lo que pueden hacer de maravilla, porque tienen las canciones para sostenerlo.