¿Por dónde empiezo con... Wong Kar-Wai?
...o GUAY. Una guía de entrada
Los artistas esenciales a veces pueden dar un vértigo tremendo, por no saber siquiera por dónde empezar a hincar el diente. Y, en el fondo, tampoco quieres saber demasiado: quieres forjar tu propia relación con su obra, no recorrer los mismos pasos que los demás, no ver sus obras en los ojos de otros. Es la contradicción en la que vivimos actualmente: queremos saber lo menos posible de las cosas que interesan para no spoilearnos, pero tenemos más posibilidades que nunca de verlas y terminamos entrando en ellas sin saber muy bien a lo que atenernos y nos lleva a estar un poco perdidos.
Es posible que te haya pasado viendo que toda (o el 95%) de la imprescindible obra de Wong Kar-Wai ha entrado en los servicios de streaming y también ha sido editada en un imprescindible pack físico de Avalon. Ves ahí un montón de películas prometedoras, pero no tienes claro cómo proceder para entrar de la mejor manera (aunque si has comprado el pack de Avalon sin ver ninguna película, déjame decirte que tú eres el verdadero héroe).
Lo fácil sería entrar en el orden cronológico, e ir viendo la evolución del autor a lo largo de una filmografía cambiante e inquieta. O empezar por la obra maestra más comentada. Nosotros no nos conformamos y vamos un poco más allá, ofreciéndoos todas las herramientas posibles para que podáis bucear con seguridad y preparados para quedaros maravillados por su singular maestría.
Una biografía breve
Wong Kar-wai nació en Shanghái en 1958, y a los cinco años fue trasladado con sus padres a Hong Kong antes del comienzo de la Gran Revolución Cultural Proletaria. Sólo sabía hablar mandarín, y tuvo dificultades para aprender a hablar cantonés e inglés, así que fue un joven muy callado que aprendió pronto a expresarse no verbalmente y a través de imágenes. Así que su pasión por el cine era algo inevitable.
Después de graduarse en Diseño Gráfico en la Politécnica de Hong Kong, aceptó un trabajo en una televisión local, donde pudo meter la cabeza en la industria cinematográfica como guionista. Combinó muchos trabajos escribiendo para culebrones locales con otros trabajos de guionista (acreditados y no acreditados, alrededor de un total de cincuenta). Su primer gran reconocimiento fue por el guion de Final Victory, por el que recibió una nominación en los premios de la Academia de Hong Kong. Obtuvo suficiente rédito para hacer su primera película como director, y decidió hacer una película de gangsters al ser muy populares en la época, y así hace El fluir de las lágrimas. El resto es historia.
Las claves
Influencias: Rainer Wener Fassbinder, François Truffaut, Michelangelo Antonioni, Robert Bresson, Martin Scorsese en sus inicios, la literatura de Manuel Puig, Hong Kong en los sesenta ("es mi paraíso perdido").
La intimidad y el amor: Muchas de sus películas se enmarcar dentro del cine romántico, pero la exploración del amor es particular en su cine. Hay muchos momentos de tensión, de conflicto. También hay muchos de gran intimidad, con los personajes muy próximos, canalizando el deseo a través de la expresión, de decir cosas sin decir nada.
La memoria: "Él recuerda esa época pasada como si mirase a través de un cristal cubierto de polvo. El pasado es algo que se puede ver, pero no tocar. Y todo cuando se ve está borroso y confuso" - Deseando Amar
La música: Las canciones juegan un papel fundamental en sus obras, a veces para marcar las emociones y a veces para introducirte en una atmósfera particular del lugar en el que se encuentran los personajes. Algunos temas funcionan incluso como leitmotiv y son usados varias veces en una misma película, véase 'California Dreaming', el tema de la película Yumeji, compuesto por Shigeru Umebayashi, o las versiones de Nat King Cole.
Conexiones: Aunque no ha hecho secuelas de manera explícita, muchas de sus obras se hermanan, a veces por repetición de personajes y a veces por repetición de temáticas o estilos. Chungking Express y Fallen Angels son films paralelos según el director ("Para mí, son una misma película que debería durar tres horas. Siempre pensé que debían verse juntos, como un programa doble".) y la triada de Días salvajes, Deseando Amar y 2046 forman una trilogía informal sobre el amor.
Nombres habituales: Tony Leung, Maggie Cheung, Faye Wong, Leslie Cheung (actores), Christopher Doyle (director de fotografía), William Chang (editor y diseño de producción), Jacky Pang Yee Wah (productora).
Puerta de entrada: Happy Together (1997)
La obra de Kar-Wai es bastante diversa y particular, además de conectada en ciertos puntos. A lo largo de las películas va variando el estilo y la narración que realiza, y en bastante ocasiones son tan frontales y experimentales que los complica como puerta de entrada. Además, que haya varias de ellas ligadas conceptualmente hace todo más difícil (tampoco es plan empezar a medias una trilogía, por mucho que aquí ese concepto sea un poco vago). Luego están películas como El fluir de las lágrimas o Ashes of Time, muy ligadas al cine de género (la primera al criminal, la segunda a los samuráis) que podrían ser adecuadas, pero hasta cierto punto desligadas de lo que sería una obra tipo suya (y no son los ejemplos de mayor calidad en su filmografía). Luego está My Blueberry Nights, su película americana, pero de esa hablaremos después.
La mejor opción, según quien escribe, es una película que muestre su particular exploración del amor, de la memoria y también de usar la localización como un personaje. Con estilo, pero tampoco excesivamente marcado para que siga siendo accesible al neófito. Y también que no tenga las conexiones anteriormente mencionadas. En este caso, la puerta de entrada puede ser Happy Together.
Pensada como una road movie por Argentina, el director hongkonés nos mete de lleno en una relación turbulenta entre dos hombres, que terminan atrapados en un lugar desconocido. Sus caminos se separan en los primeros compases de este tango que Kar-Wai quiere conseguir, aunque no están separados del todo. Ambos orbitan en torno al otro, sin poder explicar cómo terminan regresando el uno al otro a pesar de sus esfuerzos de mantener la distancia.
Las elecciones estéticas, como un blanco y negro a comienzo de la película, son marcadas, pero también ejemplares y perfectamente digeribles. Su narración toma menos desvíos de los que suele tomar, aunque sigue habiendo algunos que, de nuevo, son presentados de la forma más digerible posible. Además, el trabajo de actuación, de contar la relación entre personajes, de construir una atmósfera específica, son muestra de la maestría que hay en sus películas, y aquí son llevadas a una de sus mayores expresiones (quizá la que más para quien os habla).
Musts: Chungking Express / Deseando amar
Su filmografía ha dejado también otras obras maestras, pero hasta cierto punto muy elusivas. Algunas por momentos parece que se te escapan entre los dedos. O al mismo autor, ya que su método de rodaje sin guion establecido, buscando la película por el camino junto a los actores y su director de fotografía, hace que estas vayan tomando desviaciones y encontrando caminos que estaban discurriendo paralelamente al principal, volviendo en círculos cuando es pertinente.
Es lo que marca principalmente a Chungking Express, una película con cuatro personajes, dos hombres de corazón roto y dos mujeres tan enigmáticas como magnéticas, que en realidad están orbitando alrededor del personaje principal, que se trata de la propia Hong Kong. Kar-Wai va trazando relaciones, pasiones complejas, mientras va también desmenuzando el mundo interior de sus personajes, su pesar existencial y su inexplicable necesidad de quedarse entrelazados en las complejidades del amor. Chunking Express es tan esquiva como irresistible, tan hermosa como dolorosa y tan íntima como estruendosa (Caaaliforniaaa Dreeaaamiiiiiing).
Mucho más concreta parece la ampliamente considerada como su obra total. Deseando amar fue también de una producción larga, de ir descubriendo la historia en el proceso, de ir dejando reposar los personajes hasta que los recoge (o se los topa) completos en la sala de montaje. Claro, viéndola da la sensación opuesta, de obra que el autor tiene totalmente en la cabeza, con cada plano y cada interacción bien calculada, pero también tiene cierto aire de magia encapsulada, de que ha conseguido capturar la apasionada espontaneidad de este trágico romance/fantasía, donde dos personas engañadas por sus respectivas parejas tratan de encontrarle sentido a la traición y terminan encontrándose en el proceso.
La intimidad está de nuevo lograda ante una perfecta caligrafía visual, con unos planos tan vistosos como capaces de contarte cuatro o cinco cosas que están sucediendo entre estos personajes sin que ellos medien palabra. Es precisamente en esos silencios donde se va encontrando esa química especial, ese amor complicado y negado, que la ha convertido en un clásico esencial. También esa particular forma de moverse, que la convierten en obligada, la hacen una puerta de entrada no del todo idónea (porque además, si te quedas absolutamente maravillado por ella, es posible que lo que siga ya no te atrape de la misma manera).
Ojocuidao: 2046
Deseando amar es también la segunda parte en la conocida como trilogía del amor de Wong Kar-Wai. El último capítulo lo pone con 2046, una cinta donde el personaje de Tony Leung continúa con respecto a la anterior película, pero resulta muy diferente al que vimos previamente. En su nuevo juego con la memoria, reta al espectador dando a un giro a un personaje que pasa de hombre comedido y honrado, que no cede a sus impulsos, a juerguista y enamoradizo desatado, donde va estableciendo relación con diferentes mujeres a lo largo del fin.
A 2046 no le faltan grandes defensores y gente que se atreve incluso a ponerla a la par de su predecesora, pero desde aquí vemos conveniente señalarla como el film más endeble de su carrera. Al menos, la más ensimismada y dispersa en el peor sentido. El juego de ilusiones con el personaje de Leung resulta menos eficaz de lo que cabría esperar, especialmente con la introducción de secuencias de su novela sci-fi, que bordea peligrosamente el pajillerismo nerd más rancio y busca trazar unos paralelismos que no aterrizan del todo. Por supuesto, animamos a que cada uno llegue a sus propias conclusiones, pero lo dicho: ojocuidao.
Café para cafeteros: My Blueberry Nights
Si ya has entrado en calor y has conectado con el particular estilo de Kar-Wai, es quizá momento de darle una debida oportunidad a una de sus obras que más han pasado por debajo del radar, por no decir bastante denostada. Y resulta curioso decir que su salto al cine occidental es algo que pasó bajo el radar, pero es cierto que su intento de trasladar su lenguaje al de una road movie americana no fue del todo abrazado.
Sin embargo, hay mucho que amar en My Blueberry Nights si le das el beneficio de la duda. Aunque haya ciertas estridencias que chocan más vistas con actores occidentales, en general encontramos a un Kar-Wai aplicando su particular magia a un género tan norteamericano como la road movie. El director va divagando entre diferentes tramas y personajes, encontrando momentos más que generándolos. Tiene el encanto particular de esa clase de película que descubre contigo más que estar conduciéndote por una historia. Va diseccionando también los aspectos más terribles y oscuros de la existencia, sin caer en un derrotismo total que impida aterrizar a un final más amable y hermoso.