Las mejores y peores películas de Ridley Scott
Uno de los últimos cineastas realmente clásicos
Estudiar la figura de Ridley Scott es fascinante debido a su obstinado interés en no encasillarse. En cierto modo, es uno de los últimos cineastas realmente clásicos, que eran innegablemente autores pero eran capaces de ser eficientes en diferentes estilos, lo que les hacía atractivos para el sistema de estudios. Al mismo tiempo, sus trabajos más importantes se han caracterizado por cierto vanguardismo y ambición que han terminado siendo influyentes para generaciones. Ha facturado trabajos a pequeña escala y también de ambiciones épicas y futuristas. Si observamos sus mejores trabajos vemos una pluralidad y diversidad de estilos de las que muy pocos cineastas pueden presumir.
Los duelistas (1977)
La ópera prima de Scott ya desprende ese clasicismo épico mencionado, pero también lo hace desde una intimidad y un cuidado increíble de los personajes y sus conflictos. Con mucho brío en su ritmo, poderosa visualmente e injustamente olvidada.
Alien (1979)
Si Scott se ha ganado el culto entre las diferentes generaciones, especialmente las criadas con el cine fantástico, es por este inapelable relato de terror espacial. Ya sólo el diseño de la criatura es una cima del cine como arte, pero es un mastodóntico disfrute que te embiste con emoción y tensión a cada minuto. La escena del revientapechos es de las que se te quedan grabadas, y la Ripley de Sigourney Weaver es uno de los mejores hallazgos de la filmografía del director.
Blade Runner (1982)
El culto de la película ha sido tan inmenso que ha ensombrecido los muchos problemas que tuvo en su inicio para ser acabada y todas las diferentes versiones que se han hecho desde el montaje. Y qué duda cabe, se lo ha ganado con todo derecho. La película más influyente en lo que a ciencia ficción futurista y distópica se refiere, con una increíble colección de reflexiones sobre la condición humana expresadas a través de un grupo de robots replicantes, un delicioso tono noir reconstruido y uno de los monólogos más repetidos de la historia.
Legend (1985)
Hacer una fantasía absolutamente desatada (y que no pide perdón por ello) es complicado de clavar. Al menos mantener cierta consistencia a lo largo del relato, sin que sobresature por hortera. Y más cuando dejas a Tom Cruise tener ESAS cejas. Pero Scott prefiere pecar por exceso que por defecto, y en este caso sienta de fábula a una fábula loca y hortera.
Black Rain (1989)
Aquí estamos ante uno de esos casos de películas intercambiables con su hermano Tony Scott, pero Ridley logra aquí una cierta textura de “realismo estilizado” (un estilo del que Michael Mann posee casi la marca registrada) que hace más entretenido y dinámico su algo derivativo cine policiaco con protagonista que sigue sus propias reglas. Un notable Michael Douglas pone la guinda a una película más disfrutable de lo que su apariencia de French Connection wannabe puede aparentar.
Thelma & Louise (1991)
Quién nos iba a decir que Ridley Scott iba a inventar el feminismo en 1991.
Fuera de bromas, Thelma & Louise merece todas las loas que se ha llevado en estos casi 30 años que han pasado desde su estreno. Scott consiguió aquí una de las cintas que más destilan la esencia del cine mainstream de los noventa, equilibrando diferentes tonos y narrando con una envidiable eficacia, siempre en servicio de la historia y los personajes. Y no cabe duda de que los personajes están tratados con cariño, incluso hasta su trágico final que, a día de hoy, muchos siguen malinterpretando.
Gladiator (2000)
La prolongada carrera de Scott nunca se ha caracterizado por un estatismo, ni en género ni siquiera en estilo. Con su hipertrofiada reinvención del cine de gladiadores, el director marcó una nueva época para el cine épico y logró un hito que hoy resulta impensable: Una película que podía ser el mayor y más sorprendente hit comercial del año y una indudable película de prestigio que había que celebrar en los premios de lo mejor del año, tanto en industria como en crítica.
Los impostores (2003)
Uno de sus films que más han pasado desapercibidos, pero es uno de lo más disfrutones, con uno de los mejores Nicolas Cage y un siempre agradecido Sam Rockwell. La comedia negra criminal ya no estaba en boga, pero Scott muestra nuevamente su habilidad para tocar géneros con efectividad si el guion le acompaña.
El reino de los cielos (2005)
Aclaración: Este puesto corresponde al Director’s Cut de la película, la ostensiblemente mejor versión de la película.
Tres horas y diez minutos de épica medieval es mucho pedir para cualquier mortal, pero El reino de los cielos tiene mucho de film definitivo del Scott de los dosmiles. La ambición es inmensa, las tramas están desperdigadas, la acción es descomunal, los conflictos son más ambiguos e interesantes que los de algunos de sus films más populares, y las actuaciones son remarcables (sí, también Orlando Bloom). Sí, el Ridleycut de esta película es una de sus mejores obras.
American Gangster (2007)
Este thriller criminal comparte una interesante cualidad que la hace impensable hoy día: La eficacia como artesano de Scott la hace tremendamente accesible y, en consecuencia, se volvió uno de los hits de su carrera. Al mismo tiempo, muestra un estilo tan distinguible y único que la hacen digna de las loas críticas que se llevó. Hoy día ya no sería posible hacerla, porque preferirían convertirla en una serie de algoritmo de 10 episodios, con relleno y fácil de olvidar tras un fin de semana. Qué narices, ya lo han hecho.
Red de mentiras (2008)
Aquí Ridley se quiso parecer más que nunca a su hermano Tony Scott con un thriller de acción y conspiranoico de buena factura y que pasa por cada una de las paradas obligadas del género. Según la tarde se puede ver como un pasable entretenimiento y poco más, pero no podemos resistirnos a una película que decide acabar con una canción de Guns ‘N Roses no típica. Aunque sea de esos Guns ‘N Roses.
Marte (The Martian) (2015)
Los 2010s han sido difíciles para los Ridleyscottistas, pero tenemos un buen clavo ardiendo en esta aventura espacial accesible y divertida. No sólo es la mejor que ha hecho estos últimos diez años, sino que es uno de sus trabajos más completos donde combina sus ambiciones épicas, el visceral cine de supervivencia, la inventiva visual más espectacular y un humor realmente efectivo y agradecido. También es la estimulante historia de un hombre que aprendió a amar a ABBA, así que tiene que estar entre sus mayores hitos sí o sí.
El último duelo (2021)
No partía nada especialmente a favor para esta producción (incluyendo el COVID irrumpiendo cuando se iba a iniciar la producción). Ben Affleck y Matt Damon juntándose de nuevo para escribir un relato de época sobre diferentes perspectivas y la desprotección de las mujeres en el medievo, metiendo además en el sarao a un director que bien te da una de cal y otra de arena, es un jardín de cuidado. Menos mal que Nicole Holofcener entró en la mezcla para dar más equilibrio.
Pero no sólo está debidamente equilibrada, sino que se logra una fabulosa película que juega a la perfección con los matices a la hora de mostrar como cambia la historia y los actores involucrados, que es capaz de hacer cosas sutiles y también descaradamente evidentes (y hay una escena con un caballo que es ambas cosas a la vez). Scott aprovecha también su regreso a la épica clásica para meter sus habituales dardos contra las estructuras montadas por las clases más adineradas, y también para hacer algunas de sus exhibiciones más violentas y brutales que se recuerdan en tiempo. Es una película como muy pocas ahora mismo (y cada vez habrá menos de estas) pero es formidable que un autor se muestre tan formidable contando una historia tan compleja y nada complaciente. Una proeza.
Las 5 peores
1492: La conquista del paraíso (1992): Una épica sobre el “descubrimiento” de América y los galeones españoles protagonizado por un francés (Gérard Depardieu nada menos), que no ganaron nunca a nada. Ahora es rancia por motivos obvios, pero es que ya hedía ranciedad entonces.
Hannibal (2001): Una película que no pidió nadie y de la que ni siquiera Jodie Foster quiso saber nada. Un argumento a favor de por qué a Hannibal había que dejarlo tranquilo como propiedad intelectual (bueno, Bryan Fuller lo acabó haciendo bien, pero que alguien le quite la idea de una cuarta temporada).
Un buen año (2006): ¿Qué narices es esta película? Uno espera que sea una película de Russell Crowe bebiendo vinos y se encuentra a Scott intentando hacer una screwball comedy sorprendentemente (?) poco graciosa sobre apreciar las pequeñas cosas como… ¿disfrutar de la mansión en la Provenza que has heredado de tu tío dueño de viñedos?
El Consejero (2013): Mátame, camión.
Alien: Covenant (2017): Las críticas a Prometheus por ser demasiado densa y turra fueron tomadas demasiado en serio por Scott. La turra seguía ahí (y es probablemente lo mejor de la película), pero a su intento de recuperar el espíritu clásico de Alien se le ven todas las costuras, especialmente por una de las tripulaciones más frustrantes de toda la ciencia ficción. Al final se quedó con lo peor de ambos mundos.