Sofia Coppola y las inocencias perdidas
Película a película por una carrera con estilo y a veces sustancia
De haber surgido en la actualidad, es posible que la carrera de Sofia Coppola no hubiera resistido al escrutinio de los “nepo babies”, un fenómeno especialmente presente en industrias como la cultural por la facilidad de generar contactos y observar antes que la mayoría cómo se cuece la salchicha y las dificultades que implica. Ella desde luego lo experimentó a lo bestia, con un trabajo actoral que a día de hoy sigue siendo irredimible, y quizá suficiente para no dar el beneficio de la duda a sus intentos de ser directora.
Pero no vivimos en esa realidad, vivimos en una donde, por suerte, ha terminado encontrando su propia voz creativa, aunque haya podido llegar allí más fácil que otra gente. No se puede decir que todas sus películas resulten igual de logradas, algunas terminan lastradas por una sensación de nadería cuqui muy bien diseñada. Eso sí, todas cuentan con una factura distinguible, una arquitectura visual y emocional muy concreta, y también una pulsión por explorar los diferentes caminos de la feminidad.
Dejar atrás la adolescencia, relaciones paterno-filiares, intentos de encontrarse a uno mismo en lugares extraños. Su intimidad y su capacidad de observación se diferencian por completo de los épicos relatos de su padre, y han servido en algunos casos para ser una increíble fuente de influencia que hoy resulta más apreciable que nunca. Una combinación de forma casi onírica y estudio de personaje elusivo que dan para películas que sólo se pueden estudiar en sus propios términos.
Su primera película ya tiene bastante de proyecto soñado e idóneo. Tras enamorarse de la novela original, Coppola sintió el impulso de convertir Las vírgenes suicidas en un guion de cine, comprendiendo pronto que su destino era ser cineasta detrás de las cámaras en lugar de delante. Siendo su primera película, y ella siendo todavía bastante joven, resulta fascinante como muestra ya una cierta confianza en su dirección, en las decisiones tonales, en las elecciones musicales o de casting (ese James Woods resulta más espeluznante con el paso del tiempo).