Todos conocemos la leyenda urbana del examen de filosofía en el que el dedicado profesor formuló una única pregunta a sus alumnos: “¿Por qué?”. También conocemos la parte en la que uno de ellos se levantó a los dos minutos y entregó la prueba con una respuesta de apenas tres palabras: “¿Por qué no?”. Por lo visto, a ese personaje, conocido por todos y p…
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