Hay gente que, sin saber exactamente cómo, se convierte en uno de esos recursos minoritarios en los que se detecta una elegancia poco habitual, y que acabamos denominando “de culto”. Habitualmente, ser un artista de culto significa, en el fondo, que eres pobre. Porque no te escucha ni dios. Aunque es cierto que dentro de la etiqueta existe la apariencia…
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