Tier 11 de marzo: verdes amores, coronas de algodón
Los discos de la semana, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Nueva semana, nueva tier.
Nueva tanda de reseñas con los discos de la semana, con muchos de nuestros esperados haciendo acto de presencia. Vamos al lío.
DIRECTO AL EXCEL
The Tubs - Cotton Crown
Género: Más campanamuertistas que nunca
"Dijiste que nunca conociste a alguien a quien odiaras como a mí (...) Conozco las palabras que tengo que decir para hacer que me ames de todos modos". The Tubs van a corazón abierto desde el inicio de su segundo disco largo, Cotton Crown, uno que reanuda el campanamuertismo trotón del debut pero que, además, le añade la carga hard de Bob Mould en Sugar (puede que esto sea sólo temporal) … y muchísimos otros matices (que van a ser permanentes).
La estética colorida y rocanrolera de la portada (y de las canciones) del primero da paso, en este segundo, a algo mucho más Veronica Falls. Una fotografía en blanco y negro, con una mujer amamantando a su bebé junto a una tumba. El niño es Owen Williams; ella, su madre. No es, simplemente, una elección para epatar.
La madre de Owen Williams, Charlotte Greig (escritora, periodista musical, cantante de folk), se suicidó en junio de 2014 y Cotton Crown no rehúye ni un sólo instante esa pérdida. Habla de cómo el duelo nos hace disfuncionales hacia los demás y para con nosotros mismos; y de cómo el vacío se manifiesta en detalles pequeños que acaban siendo demoledores: "A veces todo lo que veo cuando me miro en el espejo es un espacio", canta en 'Illusion'.
'Strange', la canción final de Cotton Crown, es realmente demoledora: "The summer after was nice Played in New York / And it was alright", canta Owen, para inmediatamente relatar cómo un artículo de Walesonline le enseñó la foto de su madre, y un titular: “Successful music journalist, mother of two, takes her own life”". En vez de lamerse las heridas, Strange cuenta cómo todo el rato tienes que seguir adelante ("a veces cuando todo el mundo anda colocado me preguntan qué se siente, si estoy bien, y yo les digo que eso me hace más interesante y entonces nos echamos a reír y todo está bien") y cómo le ha costado diez años escribir la canción que alguien le dijo, en el funeral, que estaría bien que compusiese en honor de su madre. Diez años, para concluir "Well whoever the hell you are / I'm sorry / I guess this is it / How strange it all is".
Es imposible desligar la experiencia de oyente de todo lo que va cayendo en las letras, pero siempre supimos, también en Dead Meat, que de esto iban The Tubs: de la vitalidad del jangle acelerado, de su inmensa capacidad para emocionar sin bajar ni un sólo momento la velocidad. De buscar, y encontrar en medio del rock’n’roll, la alegría de vivir. Dadme un racaraca descarnado y quedaos con todos vuestros uooooo intensitos. Y la apuesta en el segundo disco es dejar atrás algunos matices más Murmur para, mediante la contundencia y el arrime hacia el hard, matizar la oscuridad. Era eso o fingir ser felices. Las campanas sonaban a muerto, pero esta vez el muerto era tuyo, por eso desearías que sonasen más rápido, todo el rato. Que sonasen a normalidad.
"So damn easy to cave in, man kills everything" se lamentaban al final de 'Faster' Manic Street Preachers, poco antes de que, efectivamente, el mundo se llevase por delante a Richey. Esa misma canción regresa a Cotton Crown, en 'One More Day', la canción más Sugar de los Tubs. Puede que sea cierto, que el hombre acabe matándolo, destrozándolo, todo. Pero no parece que, de momento, nada vaya a poder con The Tubs. Sí, aún les daremos algún que otro día más. Uno. Muchos. (probertoj)
Panda Bear - Sinister Grift
Género: y yo caí enamorado del pop juvenil
Tenía que pasar. Todos los Reset, el original y los demás, apuntaban a una idea clarísima, que en el fondo también había sobrevolado varias veces la obra de Panda Bear pero que se había difuminado: el amor al pop eterno y veraniego, juvenil, vive en el corazón de Noah Lennox. Y, de vez en cuando, la llama se enciende a lo bestia.
Reset, al final, sí que reinicia por completo a Panda Bear. Si siempre he mantenido que el imprescindible Person Pitch fue "los beach boys que seguían cantando aunque la ola se los hubiese tragado", ahora vuelven a sacar la cabeza de debajo del agua, el pelo lleno de arena, y el bañador movido. Y en ese transcurso de hacer como si nada hubiera pasado mientras desde la playa mucha gente te mira es desde donde Sinister Grift nos canta.
No hay nada malo aquí: cuando busca el hit, los tiene en forma de joyitas eternas (qué apertura es 'Praise', ¿eh?). Cuando se pone en modo medio tiempo, nos descubre lo muchísimo que aprendió de escuchar los discos de doo-wop que dieron vida a los sampleados de Reset.
Hay hermosura, intimidad (no sé, no me acabo de creer que Lennox haya firmado 'Elegy for Noah Louh'), dobles sentidos y triples lecturas (sí, el título no es sólo de boquilla, del mismo modo que en el disco con Sonic Boom de repente te encontrabas oyendo una disección del final del amor y del matrimonio), canciones inmensas y psicodelia pequeñita.
Créetelo: Panda Bear ha firmado otra vez un EXCEL. Quizás SU EXCEL. No sólo eso: a mí ya me tiene en el furgón de disco bonito de la década. No me pidáis que no sobrerreaccione, coño. (probertoj)
La Maria - Robina
género: Petits grans milacres
Semana a semana llegan por aquí discos buenos, discos regulares, discos a los que asesinarías; algunos de los que machacas y después te olvidas, y quizá de vez en cuando alguno que podría cambiar tu vida. Y hay otros, de los que menos, que generan la sensación de que son un milagro. Es el caso del nuevo de La Maria, Robina (Propaganda pel Fet!, 2025). Un trabajo repleto de paradojas, que habla de los distintos procesos en el amor y en las relaciones, dividido en tres secciones, con mucha parte de autobiográfico. Con no pocas letras tristes que hablan de las pequeñas cosas en esas relaciones.