Tier List 12 de septiembre: Codeine, Stella Donnelly, Afghan Whigs, AceMo, La URSS, Fuel Fandango, Oliver Sim, Vatican Shadow y más
Los discos de la semana, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Nueva semana, nueva tier.
Directo al excel
(Nop, esta semana no, y eso que luego nos acusáis de que un día no vamos a tener espacio para meter todos los excels)
Discos que SÍ
La URSS - +
El fantasma del post-punk se va extendiendo más allá de Valencia, y el sello Humo está ahí para auparlo como ya hiciera en su anterior etapa con varios grupos destacados en ese estilo. La URSS vienen de Andalucía recuperando esos sonidos, sacando provecho de su faceta más pop y también lanzando dentelladas políticas y sociales no muy alejadas de las de Biznaga.
Aun así, hay pequeños espacios para más sorpresas. Cosas como 'En verdad' o 'Post' esconden raíces de rock andaluz que muestran el potencial del grupo y de + como disco, más allá de ser unos más en una nueva ola (aunque ellos sean un poco más veteranos). Suficiente para no sonar a derivados de otros, aunque es cierto que con canciones como 'Euroorden' o 'Apocalipsis neutro' ya estaría para tenernos contentos y colocarlos en el radar para futuros directos. (Black Gallego)
Oliver Sim – Hideous Bastard
Pocas cosas ejemplifican mejor lo difícil de lo que intenta hacer Oliver Sim, miembro de The XX, en su primer disco en solitario que ‘Hideous’. Allí se viste de pop sofisticado y al borde del exceso de adultez para hablar sobre sus puntos negros, las complicaciones de su vida y lo más oscuro de sus sentimientos (sí, también confesando que ha convivido desde los 17 años con el VIH). La canción crece desde lo que parece soul sintético hasta, al llegar a su mitad, una base de dance de cámara, que no trip-hop, con un Jamie XX alucinante a la producción. Es uno de los singles del año, con el falsete de Jimmy Somerville apuntillando todo.
Hideous Bastard, el disco, se beneficia de que Sim no quiera jugar, para nada, al minimalismo del grupo madre. A Jamie XX ya le metes en todas las fiestas, y en sus propios discos reconocimos también la capacidad para dar colorido a sus canciones. Así que juntos firman un álbum en el que hay tiempo para el petardeo macarra (‘Romance With a Memory’), citas a ellos mismos (‘Never Here’, ‘GMT’), lágrimas en los ojos (‘Saccharine’), amagos de hits (‘Fruit’), un poquito de turra (‘Confident Man’) y mucho más, en un disco empeñado en ser de todo menos monolítico.
¿Y por qué no se va al excel? Porque Sim decide matar varias de sus canciones cuando aún están en rampa de lanzamiento (qué coño, Oliver, tenías un tema eterno en ‘Unreliable Narrator), porque no hay nada a la altura del single titular (de los singles, si me apuras), por la tremebunda portada. Por unos detalles que no eliminan, para nada, la necesidad de volver a darle al play ante una gran colección de canciones, pero que sí lo alejan de lo simplemente indiscutible. (probertoj)
AceMo - Wanna Play House?
La pregunta es clara. Y la respuesta también. AceMo tiene buena mano con el asunto y después de un par de epés de aperitivo, este nuevo y corto LP va directo al paladar. Vitalista, ritmos muy marcados, vocales femeninos y esos recursos que a veces huelen al french touch de los 90. Una cosa muy fina del nortamericano, que con el primer tema, que da nombre al álbum, ya marca territorio. Territorio del bueno, del de gastar suela y cerrar los ojos para disfrutar. Después de ese primer jit, 'Back With Another Banger...' se torna en un viaje algo más ácido, pero light, sin excederse del señorío house. Mantiene el pulso y las buenas vibraciones. Y después ya acid de todas todas, con el sonido callejero del Ghetto House en 'Ace's House of Acid'. Un recorrido hacia atrás en el tiempo el que va recorriendo el disco, tirando de contemporáneo a más atrás. Sin llegar a la sensualidad de Mr. Fingers ni la elegancia de Knuckles, el productor de NY sí que capta ese espíritu fiestero, de banger, de noches sin dormir, de cierre de festival en amor con el público con 'Heartfelt'. Cuántas cosas buenas aquí, con cariño por lo clásico pero con una coraza actual de la que nadie en su sano juicio querría escapar. (Ferraia)
Stella Donnelly – Flood
Tres años después del exitoso 'Beware of the Dogs', que tantas alegrías bridó a la australiana Stella Donnelly en su debut en esto del indie folk-pop, tocaba darle continuación a su propuesta. 'Flood', su segundo disco de estudio, en realidad debió ver la luz hace ya unos cuantos meses, pero la historia de por qué se han ido retrasando muchas cosas ya os la sabéis. En buena medida, si existiese la etiqueta de "disco pandémico", 'Flood' no podría hacer más honor a ella. Escrito durante los viajes de Donnelly por Australia durante la pandemia, a menudo en soledad, llena de introspección y limitándose a cosas tan banales como excepcionales. Observar la naturaleza y la fauna, por ejemplo. Donnelly parió más de cuarenta canciones mientras observaba a los pájaros.
De tal diarrea creativa sería raro que una persona que ha dado muestras de atesorar tanto talento no consiguiese trazar una senda exitosa para su siempredifícilsegundodisco. 'Flood', efectivamente, combina con fantástica eficiencia la senda de pop hedonista de Donnelly ('Lungs' o 'Flood' que sirvieron ambas de adelantos, son buenas muestras de ello) y propuestas más intimistas en las que sale tan victoriosa o más. Poco a poco canciones tan bellas como 'Restricted Account' te arropan con cariño y su alguna estúpida duda asoma, enlazar tres joyas de tantos quilates como 'This Week', 'Oh My My My' y 'Morning Silence' mientras se acerca el final del disco la borra de un plumazo. Enorme disco el de Stella Donnelly. Y enlazar dos así ya no es casualidad. Aquí hay nombre a seguir. (Chou)
Vatican Shadow - Coast Guard Gulf of Blood
No se le puedan pedir peras al olmo. Ni otro disco a Vatican Shadow. Con la fe ciega con la que uno sigue al equipo de su pueblo, ciertamente no hace falta mucho para seguir a Dominick Fernow cuando se viste de Vatican Shadow. Techno industrial, títulos truculentos, ambientación inquietante y un bombo que martillea bien adentro. No hace falta más, aquí tiene mi dinero, señor. ¿Necesita más? Es el sentir habitual, por lo general (y que así siga siendo) con Vatican. Ocho cortes que están destinados a los "grupos de la Guardia Costera desde la Tormenta del Desierto hasta la zona cero y en adelante... divididos entre paisajes sonoros de la brisa del golfo y los ritmos del río Hudson". Casi nada.
Una leve atmósfera iniciática y ya entramos en materia: 'The System Is Not Corrupt - Corruption Is The System'. Percusión lineal, ambient triste y doctrina Fernow en vena. Que además también dedica unos minutos más acelerados a Gibraltar. Coñas aparte, es el disco canónico suyo, no a la altura de aquellos seriales relacionados con el 11-S y las invasiones que llegaron después, pero gusta poder seguir confiando en que llegan temas como 'Abuwahib'. Una fórmula más que conocida pero nada agotada para quienes disfrutan con su sonido. Percusión, bombo, atmósfera y un título crítico con cualquier historia de USA o que nos recuerde su honorable referencialidad. No necesitamos más. Cuidado que a final del disco vuelve a hablar del 11-S y teorías sobre Indonesia. Fernow, genio y figura. (Ferraia)
Codeine – Dessau
A veces, es difícil entender las decisiones artísticas. Por ejemplo, si llegas por primera vez a Dessau y no sabes nada de su historia, es probable que jamás te plantees que estás escuchando un disco abortado, una obra que gustó tan poco a sus creadores que, cuando la escucharon, la mataron del todo y decidieron empezar de cero.
Eran los Codeine de 1992, el grupo que entre 1990 y 1991 había llevado al límite la lentitud con Frigid Stars y, casi, había dado inicio necesario a la etiqueta slowcore. Buscaban por aquel entonces llegar aún más allá, entre idas y venidas de gente (Chris Brokaw, su batería, les iba a dejar en breve para dedicarse en exclusiva a los poderosos y nunca suficientemente amados Come junto a Thalia Zedek). Tenían algo en mente, pero aún no del todo claro cómo hacerlo sonar, así que este bloque de ocho canciones que se llevaron al estudio de Chris D. Butler estaban empezando a probarlo.
No les gustó nada. Las canciones lentas, como ‘Tom’, no eran tan lentas como ellos deseaban (y como luego finalmente lo fueron en The White Birch). Y la mezcla, dijeron, tenía un siseo horrible.