Tier List 14 de octubre: el poder, el amor, el masaje
Los discos de la semana, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Nueva semana, nueva tier.
Directo al Excel
J’Aime - Anachronistic D’Amour
Género: canciones buenas
Poner al pasado en el foco principal de tu disco puede acabar como el rosario de la aurora de las formas más diversas posibles, empezando por un chute de nostalgia tan azucarado que sea insoportable o pasando por una copia sin más de los elementos que hubo, sin plantearte siquiera si aún tuvieran que seguir estando.
Hay vías de escapar, claro. Y todas las encuentra J’Aime en un disco que, desde su título y su estupendísima portada, ya aclara: lo pasado sólo puede volver aquí como algo anacrónico, tiene que funcionar precisamente por el contraste. Anachronistic D’Amour no sólo va de los viejos cantos de rock fronterizo, o de las cajas de ritmos a lo Suicide, o del sonido grabado en una cuatro pistas de cassette. Va del contraste, del juglar con la guitarra que le extraerá el jugo a un instrumento de hace 200 años o a uno de hace 30 y que si le tiene que poner caja de ritmos a un rockabilly, pues allá que se lanzará.
Es más, el pasado no es sólo el ajeno: Jaime Cristóbal cuenta que ha recuperado cortes de guitarras grabados por el mismo en 1997 y los ha hecho colisionar con las canciones creadas por él mismo (el mismo Jaime Cristobal, aunque no exactamente el mismo músico) en 2025.
Love & Squalor, su anterior disco (que-sí), contaba con un sonido extremadamente cuidado, bien producido. Anachronistic D’Amour se beneficia de una idea más cruda, de la que las canciones grandes salen aún más enormes (’Distant Star’, la perfecta ‘Amplified Heart’). Porque, al final, esto acaba yendo siempre de las canciones, ¿no?
Hace dos semanas, a Daga Voladora, firmante de un montón de ellas (y de al menos dos discos casi perfectos), le preguntaban en naino qué tiene que tener una buena canción:
“(...) Lo más obvio: tiene que ser inmortal; que la escuches a lo largo de tu vida y nunca te canses de hacerlo, que la canción nunca se agote. Es eterna porque siempre acierta en una diana que llevamos dentro, y apela a nuestros sentimientos, que también son eternos. Las canciones buenas consiguen que nos identifiquemos con ellas (a veces incluso aunque no tengamos ni la más remota idea de lo que quieren decir). Tienen que revelar un rasgo de la personalidad de quien las escribe, o de quien las interpreta. Aunque el motivo de la canción se haya mencionado miles de veces a lo largo de la historia, una buena canción lo hace con un enfoque particular – di NO a las generalidades.
En realidad, si supiera lo que tiene que tener una buena canción, no tendría más que canciones buenas en todos mis discos. Sería como quien domina el truco para hacer aviones de papel que vuelen eternamente. (Y sin embargo… aquí seguimos; doblando un folio por la mitad y luego por las esquinas, con la esperanza de que, al lanzarlo, corte el aire y no vaya a parar a los miles de montañas de cientos de aviones de papel estrellados contra el suelo del mundo musical). Pero hay una cosa que sí sé, y es que tiene que ser redonda, que todo encaje. Cuatro acordes mejor que cinco; tres mejor que cuatro. Una buena canción huye de las rimas obvias y previsibles, y a la vez fluye de una forma natural y sencilla. Una canción simple te deja indiferente; una canción sencilla es una canción buena, casi seguro. La sencillez es lo más difícil de alcanzar.”
Para mí, y Cris hace bien afirmar antes que “como lo que mueve por dentro a cada persona es diferente, nunca habrá consenso en qué es Una Buena Canción”, hay muchas de esas aquí, en este disco de J’Aime. (probertoj)
Lorena Álvarez - El poder sobre una misma
Género: canciones de corazón encogido y puño en alto
Si tiramos de aquello de repasar artistas infravalorados, pongamos el nombre de Lorena Álvarez sobre la mesa. La asturiana se ha acostumbrado a entregarnos unos trabajos cuidadísimos y en los que la capacidad para cantar a lo mundano desde una belleza extraordinaria es tarjeta habitual de presentación. ‘El poder sobre una misma’, lejos de ser una excepción, podría ser el mayor ejemplo de ello en toda su carrera. Canciones que te llevan de viaje haciendo parada en la duda, la vulnerabilidad, la fragilidad, pero también en un ejercicio interno de reivindicación, autocuidado y puñetazo sobre la mesa.
Una sucesión de temas que transitan sin rubor entre lo asfixiante y lo encantador. En los que Álvarez aprovecha para cuidar las letras más que nunca (que ya es decir) sin importar el trabajo que vaya en ello, incluyendo más de la mitad de las canciones por encima de los cinco minutos. Una transición entre las rumiaciones de ‘Los pensamientos’, el engaño de melodía alegre pero letra bien dura de ‘El poder sobre una misma’... pero por encima de todo ese monumento de tema, esa canción catedralicia que es ‘Guíame’, que podría ser perfectamente la mejor canción de la carrera de Lorena.
Un disco que se puede bailar, cantar a voz en grito como durante ‘Increíble’ o escuchar con el corazón encogido en ‘Una mirada oscura’. Una obra maestra. (Chou)