Tier list cine y series de marzo: erotismo, murciélagos, trabajos extraños, personas horribles...
Las series y películas del mes, ordenados en ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas.
Como con cada cambio de mes, hacemos un pequeño repaso a las cines y series que hemos visto. No podía faltar la de The Batman, aunque ya hemos pasado página con ella un poco, o la de un lanzamiento tan esperado para esta redacción como Aguas profundas.
Primero, el cuadro general:
EXCEL
El acontecimiento
¿Drama abortista francés de época? Entiendo si algunos queréis huir -algunos igual preferís los dramas abortistas húngaros-, pero no os vayáis muy lejos, porque aquí hay una cosa seria. La segunda película de Audrey Diwan no se conforma con mostrarte que tiene razón, plasmando el estigma social para una mujer quiere disfrutar su libertad y el peligro penal, incluso vital, de intentar conseguir interrumpir un embarazo en aquel momento -que, realidad, no está tan alejado para algunas mujeres hoy día-. La película emplea muy bien sus herramientas para quedarte en la perspectiva de su protagonista, y es capaz de agarrarte -y no necesariamente para sermonearte- para contarte su experiencia -de cómo sentirte completamente sola en el proceso, pero querer seguir adelante-. Hay un par de secuencias que resultan hasta dolorosas de ver, no por imágenes gráficas sino porque suenan desgarradoras. No es una película "importante", es una película formidable.
En cines.
Jackass Forever
Empiezan a entrar rostros nuevos, al mismo tiempo que los rostros de siempre están más envejecidos y con el pelo blanco, y algunos ni siquiera están ya con nosotros. Jackass Forever sigue el camino de otras franquicias que regresan a modo de recuela, equilibrando el legado de lo previo con las nuevas generaciones, pero la idea y el espíritu son los de siempre: una celebración de la gansada cafre y de la amistad imperecedera y cabrona. Stunts con siempre un par de giritos más de los que quizá necesita -pero son clave para hacerlos especiales-, rodados con ingenio y personalidad visual. Un reparto que nota los años, pero no les impide entregarse a tope y disfrutar todos juntos. En muchos aspectos, la película de Jackass definitiva -aunque ojo, que dieron la película con uso más imaginativo del 3D de todas las que se subieron al carro tras Avatar-.
En cines.
Red
Pixar vuelve a triunfar apostando por producciones originales llevadas a cabo por nuevos talentos con ganas de volcar sus experiencias personales en sus proyectos. Red funciona en su sencilla pero eficaz analogía de la pubertad a través de la transformación en un panda rojo que se produce cuando las emociones se desatan. Para ello emplea la tradicional fórmula emotiva de Pixar -sigue funcionando, amics- y recursos de las cintas adolescentes de Sundance que ayudan a solidificar esos conflictos familiares y las relaciones de amistad.
La animación, además, resulta deslumbrantes de maneras poco habituales en la compañía, incorporando expresiones y movimientos propios del anime, así como algunos códigos de videojuegos plataformeros -seguro que parte del equipo de guión se vició bastante en su momento al Super Mario 3 -. También acierta mantenido la escala relativamente pequeña, y no buscando villanos facilones -incluso el que podría serlo termina teniendo más matices- o un clímax desmesurado. La emoción es genuina, y se muestra muy acertada en todo lo que hace, así que es innegablemente zona noble de la filmografía de Pixar. Lo cuál suele ser sinónimo de una de las películas del año.
Separación
Es difícil conciliar un espíritu de "Muerte al trabajo" y "El corporativismo nos devora a todos" en una serie para una de las corporaciones más gigantes del mundo. Aun así, Ben Stiller logra solventar esa aparente contradicción con una serie intrigante y decididamente singular, en la que un grupo de empleados se someten a un procedimiento para separar sus recuerdos entre su ámbito laboral y su vida personal, casi fraccionando su personalidad. Su propuesta de sci-fi modesto está bien equilibrada con una narración de thriller prestigioso, que hace más digerible esa disección de la mente que busca la mayor parte del tiempo. También ayuda un puntillo de comedia de oficina que dibuja a esta como un lugar alienante y bizarro, por lo que se gana esas comparaciones entre Charlie Kaufman y Trabajo basura. Cada episodio se convierte en una completa experiencia donde te mantiene intrigado al mismo tiempo que te desafía, nunca renunciando a sí misma incluso aunque pueda ser una empresa kamikaze. Una de las propuestas más estimulantes del año.
SÍ
Las ilusiones perdidas
Este film francés de Xavier Giannoli se ajusta en ocasiones al perfil de película predilecta para los Premios César -los galardones de referencia del cine galo-, quizá a veces demasiado, cayendo en una rigidez argumental para hacer la versión más conservadora de esta novela de Balzac. Con todo, Las ilusiones perdidas también tiene momentos lustrosos, plasmando bien ese ascenso y caída en un mundo lleno de corrupción donde no parece haber espacio para la belleza del arte, tirando de ese nervio Scorsesiano tan marcado. Su retrato de los columnistas veletas de estómago agradecido muestra su visión pesimista de la sociedad post-industrial, incluyendo el periodismo y el arte, subrayando a veces esos paralelismos con la actualidad para intentar remover al espectador. Pero es una película más entretenida que cautivadora.
En cines.
The Batman
El comentario hiperbólico esta a la hora del día con esta película, pero sí es cierto en parte algo que decía el crítico David Ehrlich en Indiewire sobre cómo The Batman continúa una tendencia marcada por Joker donde las películas de superhéroes entran en otra era. No tanto por una revolución trascendental, sino porque ya no necesitan parecerse a otros blockbusters de acción para existir. Ahora, pueden parecerse a cine de autor o cine de mediano presupuesto clásico, y ya no necesitan el mismo tercer acto bombástico en el que frenar el fin del mundo. Matt Reeves no sólo opta por un tono general más terrenal, sino que su tercer acto no busca frenar una catástrofe, sino la transformación final de su personaje principal, al que estudia más (¿y mejor?) que otras adaptaciones que normalmente se han sentido más fascinadas por los villanos.
Al mismo tiempo, ese tercer acto es uno de los varios problemas evidentes que Reeves tiene en su interpretación del héroe, donde a lo largo de tres horas va siguiendo altos y bajos por una infinidad de subtramas (MUCHO TEXTO) que hacen poco a favor a ese ritmo pausado por el que opta. Los puntos bajos son evidentes, aunque no excesivamente molestos, y los altos se pueden considerar muy altos. Todo el reparto está fabuloso en sus respectivos roles, incluyendo a Robert Pattinson como el Caballero Oscuro -irónicamente el actor que más desapercibido está pasando- y los aspectos técnicos son vibrantes -la música de Michael Giacchino, ese diseño de producción de James Chinlund que da vida a esta Gotham corrompida, los momentos donde Greig Fraser puede lucirse con la fotografía-. Y Reeves también sale triunfante en el tono al equilibrar sus adoradas referencias -mucho Seven/Zodiac de Fincher, sí, pero hay más de thrillers políticos setenteros como Klute- con un blockbuster digerible que termina siendo eficiente incluso cuando sus problemas son evidentes. Bravo.
En cines.
OK
Aguas profundas
El esperado regreso de Adrian Lyne (20 años sin sacar película desde Infiel) con un thriller erótico -el género donde es prácticamente considerado un John Carpenter- sería todo un evento mayúsculo si todavía importase el cine adulto. En su lugar, viene a engordar el catálogo de una plataforma de streaming después de que su estudio no supiese qué hacer con ella. Más allá de ese lamentable hecho, es justo decir que Aguas profundas parece, como poco, una versión un 10% más aguada (je) del tipo de película que pretende ser. No le habría venido mal desmelenarse más, ser más lasciva o desvergonzadamente mala para ser un festín. Con todo, si sabes lo que vienes a comprar, es una película eficaz, de metáforas chuscas, bien contada con miradas desde el otro lado del salón, con un tercer acto desquiciado y al dúo de Ana de Armas y Ben Affleck muy entregados a la película que están haciendo -bravo Affleck por abrazar de nuevo ese rol de marido de mierda que clava como nadie-. Queríamos más que un Ok, es cierto, pero es un thriller basura idóneo para marzo.
Belle
Mamoru Hosoda, quizá el nombre propio de la animación japonesa más importante actualmente, regresa con otra exploración de mundos virtuales y las conexiones que establecemos entre nosotros. Puede sonar muy parecido a lo que ya hizo en Summer Wars, pero en esta ocasión aprovecha unas referencias muy claras a La bella y la bestia (en ocasiones reinterpretando secuencias de la versión de Disney) para intentar establecer un retrato de la toxicidad en Internet y las posibilidades de sanación en dicho entorno. Sus soluciones pueden parecer maniqueas, aunque el mayor problema es la ambición de Hosoda de meter muchos personajes que le permitan hablar de otras conexiones humanas, o tramas en las que comenta la compleja relación con la celebridad. Al final se vuelve un poco complicada de más, y resulta otro paso en falso tras un par de películas menores, aunque sigue creando mundos impresionantes y hermosos desde la animación. Sólo con eso, Hosoda es un acontecimiento con cada estreno.
En cines.
Golpe de suerte
Podría haber caído perfectamente en una Filmin, pero por algún motivo Netflix ha decidido apostar por este pequeño ejercicio de cámara de Charlie McDowell que rechaza algoritmos. Un thriller hitchcockiano clásico, con una home invasión ejerciendo de eje para que tres personajes interaccionen, desarrollen conflictos y se reprochen cosas. A ratos, le basta con ser el ejercicio, y ahí resulta muy efectiva, con Jason Segel, Lily Collins, Jesse Plemons funcionando en sus respectivos roles. También quiere desviarse para hacer comentario de división de clases y sobre la incertidumbre y los costes de las decisiones, donde resulta más irregular. Pero en conjunto cumple, y la hace una peliculita estimable.
Nuestra bandera significa muerte
Siempre es complicado para una comedia empezar, porque es necesario un tiempo para ir asentando la premisa, ajustar el tono y que el reparto tenga la química suficiente para atrapar. Quizá podía ser diferente para esta comedia de piratas, llegada con el apadrinamiento de Taika Waititi que ya lleva unas cuantas comedias producidas. Pero no hay excepción que valga, y muestra que realmente no hay nada demasiado especial más allá de una factura correcta, con algunos chistes acertados y un punto dramático funcional. Sería un error esperar que haga por los bucaneros lo mismo que Lo que hacemos en las sombras hizo por los vampiros, ya que Nuestra bandera... está más enfocada en una narración continua que por la magia puramente episódica de una sitcom, con la crisis de identidad de su "pirata elegante" como elemento central.
The Medium
Cuando la forma se vuelve un uróboros. Esta película tailandesa de terror posiblemente no habría adquirido cierto run-run sin el artificio de su propuesta, pero al mismo tiempo es la propuesta la que impide que la película sea todo lo efectiva que podría ser. Banjong Pisanthanakun junto al guionista Na Hong-jin (nombres que no deberías tener fuera del radar si te interesa el fantástico proveniente de Asia) articulan una macabra y salvaje historia de chamanismo y posesiones a través del formato del falso documental de metraje encontrado. Un formato con el que no siempre parecen estar comprometidos -casi parece que optaron por él para justificar sus limitaciones presupuestarias-, y cuando lo remarcan al espectador quitan parte de la magia y la atmósfera terrorífica al notarse demasiado sus mecanismos para sostener el artificio. Es una pena, porque cuando se desmadra resulta muy divertida.
En cines.
MEH
La peor persona del mundo
La escasez de romances de mediano presupuesto ha llevado a toda una generación a beber como de agua de mayo cualquiera que se aproxime a ello. Hay mucho de convencional en este relato de Joachim Trier, vendido por su composición de doce capítulos además de un prólogo y un epílogo, a pesar de lo que pueda parecer por sus tres set pieces específicas donde rompe la forma de manera interesante. El personaje de Renate Reinsve vive en una eterna indecisión e insatisfacción, encontrándose dudas continuamente cuando la percepción externa la ve como alguien que debería tener las ideas clarísimas y con potencial para ello.
La película quiere explorar esa crisis de madurez empleando una relación romántica como pilar central, con pocos remilgos para entrar en áreas muy grises y decisiones estilísticas muy arriesgadas -por ejemplo, ese uso de la voz en off-. Elementos ideales para ser abrazada por FilmTwitter/Letterboxd (y, efectivamente, así ha pasado), y casi una continuación clara del éxito de Sally Rooney, Normal People. No obstante, el personaje central esta construido con elementos casi mínimos, cayendo buena parte de la caracterización en una estelar Reinsve, quedando el conjunto muy expuesto al sostenerse principalmente en ese personaje. Trier encuentra dificultades para decir algo con todo esto, o incluso que haya una transformación clara en su protagonista, lo que unido a sus problemas para introducir el melodrama en su tercer acto deja una película muy por debajo de su potencial.
Pam & Tommy
En realidad, esta todo dicho aquí:
Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers
Las intrahistorias de los Lakers, y concretamente las de los Lakers de la era del Showtime, dan para muchos tipos de series interesantes. Algunas, como esa que podría estar centrada en la amarga historia de Jerry West y su frustrante sensación de estar perdiendo incluso cuando acaba de ganar, podrían ser fabulosas. El gran problema de producción de Adam McKay (La gran apuesta, No mires arriba) es que trata de abarcarlas todas de manera que no da la sensación de que profundice en ninguna. Sumamos a eso sus peores pecados como creador en la época reciente (estilo canañita/cuñao, los personajes que rompen la cuarta pared porque mola, montajes muy marcados, el humor que rompe demasiado momentos que podrían respirar) y queda algo de mucho estilo, pero cuya sustancia nunca llega a ser tan intensa. Una serie juguetona a ratos, pero frustrante. Hasta cuando parece que está ganando termina perdiéndote de alguna manera.
NO
Cyrano
Sólo un director kamikaze como Joe Wright podría arriesgarse a intentar darle vida a una versión musical de Cyrano de Bergerac donde las canciones las hacen The National (y los The National de la última era, nada menos). Claramente hay gusto en su valor de producción, y Wright busca contar la historia de manera engalanada y juguetona, pero al final todo parece contagiarse del espíritu de las canciones: melodramático a veces hasta el paroxismo, lánguido a ratos, excesivamente teatralizado, con algo de tendencia a lo tibio, y con una falta de fuerza que parece atribuible al hecho de que Matt Berninger no cante piezas que parecen demasiado hechas a su medida -de ahí que Peter Dinklage sea el mejor parado, ya que parece tener el tono de voz y actitud más próximos-. En fin, una cosa.
En cines.
El proyecto Adam
Érase una vez... pero ya no
No se podía saber.