Guía fácil de Tishoumaren, el blues del desierto
Por dónde empezar con la electricidad tuareg
¿Qué, dónde, cuándo y por qué?
El pueblo tuareg es un pueblo amazige nómada que vive en el desierto del Sahara, en el norte de África. Las zonas que ocupan son amplias: Níger, Malí, Argelia, Libia y Burkina Faso. Su historia va ligada a la de los rebaños de animales que llevan a su cargo y con los que han ido formando las míticas caravanas Tuareg, hoy en vías de desaparición por el desarrollo de los medios de transporte y la sedentarización en ciudades del sur del Sahara.
No es la suya una historia de dominación cultural, precisamente. La marginalización cultural y económica, y la opresión de otras culturas con las que han convivido, les llevaron en 1960 a iniciar una lucha política y armada casi sin freno. En 2012, los tuaregs de Malí proclamaron su independencia y crearon el estado de Azawad. Siguen sin ser reconocidos por nadie internacionalmente.
Su música tradicional es una derivación de las lineas musicales bereberes. Están principalmente guiadas por el imzad o amzad, una especie de violín de una sola cuerda fabricado con calabaza o madera y con cuerdas y arcos hechos de pelo de caballo, las canciones Tuareg incorporan también tende (un tambor de piel de cabra), fadangama, otro instrumento pequeño de una sola cuerda, y flautas (odilis) y gidgas (instrumentos de madera con palos de hierro).
Muy femenina (de hecho, el imzad suelen tocarlo las mujeres), la música Tuareg vive en los 80 un proceso de fusión de géneros similar al que en España vive el flamenco desde los 70. Y allí aparecen Tinariwen, desde Malí, para cambiarlo todo. En realidad, los hacen desde los campamentos de refugiados, donde les llega la música anglosajona que acabará por cristalizar en un estilo completamente nuevo.
Pero… ¿a qué suena el Tishoumaren?
Tinariwen incorporan a su tradición tuareg la guitarra eléctrica y crean el verdadero blues del desierto: una música excepcionalmente melancólica en la que confluyen las canciones tristes de los ancianos (el tahengemmit, subgénero de la música tuareg) con las líneas de guitarras coloridas pero tristonas del roots-rock y el blues-rock.
No os equivoquéis. Frente a la concepción monolítica del blues, el Tishoumaren es todo imaginación y nunca sabes bien con qué va a salirte cada grupo. Gente como Imarhan son introspectivos, con canciones en las que perderse interiormente y que reflejan bien las dificultades emocionales de ser unos desterrados del mundo, pero a la vez vivir en una zona de enorme belleza natural.
Otros, como Tinariwen o Bombino, son muchísimo más expansivos: sus canciones invitan a la fiesta, a pesar de que nunca son escapistas: son tan políticos y activistas que varios de sus miembros han participado en raids contra las policías o los ejércitos de los países opresores. No son pocos, de hecho, los que han acabado huyendo de la zona tuareg, algo que también se deja notar en las distintas evoluciones estilísticas.
Lo que sí hay en la música Tishoumaren es una pelea, amigable pero constante, entre la occidentalización de las formas y el respeto de la tradición. Y ahí, amigos, es una gozada estar como oyente.