Todo lo que he aprendido viendo las películas de Chantal Akerman por primera vez
Descubriendo la obra de la autora de la nueva mejor película de la historia.
El nuevo canon se ha establecido y la nueva mejor película de la historia son tres horas de arte y ensayo de feminismo belga. Fuera coñas, que Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles esté topando ahora la lista de Sight & Sound con las mejores películas de la historia según críticos y cineastas es un cambio de paradigma con respecto a El ladrón de bicicletas, Ciudadano Kane o Vértigo. No sólo por cuestión de representatividad, sino por ampliar lo que una gran película puede significar.
Pero claro, la sorpresa es evidente. No sólo muchos empezaron a descubrir el nombre de Jeanne Dielman sino el de la directora Chantal Akerman, que ya se ha ganado varios monográficos en su honor. Incluido este, aunque aquí no voy a intentar dármelas de erudito con su obra. No había visto ni su supuesta obra maestra ni ninguna otra de sus películas antes de la lista de S&S (lo tenía eso sí fijado gracias al libro de Mark Cousins de Historia del cine).
Así que, en un alarde de criterio nulo y kamikaze, me he decidido verlas todas (o casi). Y tomar pequeñas reflexiones en el proceso. Un pequeño diario tan insustancial en el fondo como, quizá, una posible puerta para otros de descubrir películas que quizá habría pasado por alto. Ahora que las películas van a estar en streaming en nuestro país vía Filmin, es buen momento para descubrir.
Primera parada: Hôtel Monterey. Un documental de 1972 donde Akerman coloca su cámara en varios lugares estratégicos de un hotel de Nueva York. Dicha cámara está fija en pasillos, el ascensor y algunas habitaciones mientras los huéspedes pasan a su alrededor. Literalmente ver la vida pasar.
El documental es mudo, observacional hasta el extremo. No es precisamente la experiencia más excitante que digamos, aunque parece un calentamiento adecuado ya que tengo entendido que su estilo tira mucho del estatismo en la cámara y del realismo casi documental.
Ciertamente ver esto en YouTube (ninguna de sus pelis está en streaming al momento de escribir el artículo, y encontrarlas no es, ejem, fácil) no contribuye a meterme en este proyecto con todas las ganas del mundo. Pero bueno, hay cosas. Como calentamiento va bien.
Toca Yo, tú, él, ella, su primer largometraje de ficción que además protagoniza ella. Según se destaca parece el primer caso documentado de una película estrenada comercialmente con una escena de sexo lésbico.
Tampoco es lo único que intenta ofrecer. La película sigue tres periodos diferentes a través del personaje que la propia Akerman interpreta, uno ella en solitario haciendo recados, otro conversando con un desconocido que hace autostop y por último con su ex-amante. Claramente busca reflexionar sobre el ser y las relaciones desde un ligero voyeurismo.
Vale, estoy viendo a Akerman comiendo azúcar directamente de una bolsa de papel marrón. Ahora ya sé de donde sale lo de Rooney Mara comiendo una tarta durante 15 minutos en A Ghost Story.
Muchos toquecitos de nouvelle vague aquí, con menos autoconsciencia pero sí cierta frescura en su inmovilismo. Tiene sentido, he leído que a Chantal le encanta Godard y que Pierrot el loco le motivó a hacer cine. Aunque esto no es Pierrot el loco. Pero es guay.
Ahora sí, lo bueno. Tres horazas con Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles. Let's go!
Aquí tenemos a una mujer viuda con un hijo estudiante que durante la mañana se encarga de hacer recados y tareas domésticas y por las noches ejerce de prostituta. Cámara fija debidamente colocada y mirando fijamente durante largo rato cómo hace cosas.
Literal que es eso. Imágenes de ella pelando patatas, lavando platos, comiendo con su hijo, saliendo a la calle, interactuando con los hombres que requieren sus servicios. Desde luego, muchos van a rabiar del trolleo que nos ha marcado Sight & Sound, casi a la altura de cuando aquí pusimos al japonés aquel que hacía electrónica raruna de número 1 de 2012.
Es difícil expresar elegantemente que esta película es, en un sentido convencional, aburrida. No obstante, hay películas que deben ser aburridas, como esta mismo, que quiere plasmar la opresiva sensación de la monotonía. Es casi imposible poner esto sin que suene a peyorativo o que me estoy autoengañando para que me guste, pero está haciendo un estiramiento y deformación del tiempo narrativo que realmente me está enganchando a pesar de que, realmente, está dejando el tiempo pasar. Variaciones ligeras en las que hay que fijarse, pero eso.
¿Se puede considerar esto terrorismo de alguna forma? ¿Sabotaje completo de lo que una película puede hacer? Igual por eso la parte de mi cerebro que adora el caos está cautivado por esto. Inserte meme de psycho diciendo "YES".
Ahora que lo pienso, casi toda la carrera de Haneke se sostiene de la misma manera en estas imágenes fijas y analíticas para mostrar el hastío vital de la burguesia. Oh, shit, ahora ya sé por qué me tiene enganchado esto.
Me acuerdo también de Chicas de Nueva York de Lizzie Borden, una estupenda exploración de la vida de varias prostitutas de un burdel de lujo que elegía mostrar el trabajo sexual como la cosa más rutinaria y poco erótica del mundo. Buena película aquella.
Esta también, el final es bastante potente sin renunciar su estilo gélido y estático. Ciertamente desafía muchas cosas de lo que una película puede hacer y tiene cosas de contar. Vamos, que si se alaba Ciudadano Kane por su transgresión, esto no debería ser menos. Pero bueno, la misoginia es irreparable, como muestra esta peli.
Vuelve el documental avant-garde. News from Home es mucho más corta, 85 minutos, y son imágenes de Nueva York mientras Chantal lee cartas que le ha escrito su madre desde Bruselas durante su estancia.
Ciertamente se siente un progreso con respecto a Hôtel Monterey. No en estilo, se mantiene fiel a sus constantes, pero Akerman parece haber aprendido algo de las dos películas siguientes. La manera en la que imágenes y narraciones son montadas es fascinante, porque estas últimas dan melancolía a lo primero.
Sí, definitivamente tengo ganas de llamar a mi madre.