Divagando sobre el techno #4: la genealogía de la explosión
Primeros compases del techno; una avanzadilla que en pocos años lo cambió todo
Después de haber hecho un poco de efeméride ravera y su impacto social, la nueva masividad, y cómo está arrastrando ello a productores de primera línea, hoy volvemos a mirar al pasado. En concreto, a los primerísimos inicios. A los padres de la cosa conocida como techno, una suerte de árbol genealógico, aunque más bien las raíces, para abordar esos primeros años. Un repaso con algunos de los temas o referencias más importantes que llevan de forma ineludible a Detroit, pero también a Europa, a una entonces también importante ciudad industrial, Düsseldorf.
Desde Alemania, cuatro robots empezaban a cambiar las reglas del juego a mitad de los 70s. Y no solo del techno, sino de la electrónica contemporánea. Su transformación de grupo progresivo a otro con orientaciones cada vez más pop; más centradas en la música de baile, acabaron por transformarlo todo. Paralelamente, en esos instantes finales de la década y primeros 80s, la juventud de Detroit, fruto de su situación económica y social, y por supuesto, con un patrimonio musical representado por la Motown, ejercían de esponja en muchas direcciones: por una parte la herencia de la música afroamericana con el P-funk, por otro la alargada sombra de Motown, por otra parte lo que llegaba de Europa, en forma de sintes ochenteros y del italodisco, y por otra, el auge del HI-NRG y el incipiente house de Chicago.
Una influencia, a veces buscada, otras no, pero que impregnaba al subconsciente colectivo, iba a inspirar el nacimiento del género mediante prestados de rítmicas, forma de emplear los vocales, y un nuevo uso de la cacharrería existente. Por ejemplo, del HI-NRG, firmando la sepultura de la música Disco, empiezan a salir canciones de baile con sonidos más avanzados y melodías más exuberantes. De piezas interesantes de The Flirts a los primeros usos de la TR-303, la maquinita del acid, en gente como Alexander Robotnick, o temas que ya eran también casi electro, con Kano. Una época de transición entre lo antiguo y lo nuevo que iba difuminando algunos límites sonoros, pero que precisaba de esa gente, los visionarios, que ayudaran a empujar hacia orientaciones nuevas y más definibles. Allí empieza a armarse el proto-techno y el electro, a menudo, dos caras de la misma moneda. En el año cero, 1981.
A Number of Names - Sharevari (1981)
En 2026 habrán pasado 45 años desde el consenso generalizado del tema cuasi fundacional del techno, que recae sobre ‘Sharevari’, de A Number of Names. Como decíamos en el primer Divagando, los orígenes del género y de esa experiencia comunal de baile empieza a brotar en fiestas privadas y de institutos —testigo que recogen los primeros clubes— de Detroit, ante la falta de alternativas de ocio en época de decadencia industrial y un urbanismo que dividía la ciudad y dificultaba la movilidad. En una de ellas, alguien entrega a uno de los djs un tema que quizá entonces, en época aún de sintetizadores italodisco y herencia P-funk, podía pasar más desapercibido a pesar de su dimensión disruptiva, algo que a veces tan solo la perspectiva del tiempo puede ofrecer. Pero por suerte, no fue el caso.
Se trata de ‘Sharevari’ (en honor a uno de los primeros clubes de Detroit, Charivari), del conjunto local A Number of Names, formado por Sterling Jones, Paul Lesley y Roderick Simpson. Un single editado en 1981 por Capriccio Records, tal y como atestigua el hace unos años fallecido y brillante periodista Dan Sicko, que investigó sobre el terreno para conocer los orígenes de todo esto. Contaba que por aquellas fiestas primerizas andaba The Electrifying Mojo —dj fundamental para apoyar e impulsar la escena desde la radio y abrir nuevas vías— para ver las tendencias entre la juventud, e identificó a los chavales que hicieron entrega de esta grabación al dj. Se los llevó a la radio, y al ver que eran más de tres, tal y como se firmaba la grabación, les bautizó con ese nombre. Empezó a ponerla en vena a través de las ondas, con gran éxito por la novedad y ser algo muy diferente en esa época de italo, HI-RNG y sintes europeos.
Un tema, como pasó con los lanzamientos de estos años, que hasta dar un salto a unas producciones netamente y bien reconocibles como techno, tienen un vínculo estrechísimo con el electro, como sigue ocurriendo a día de hoy. Aristas comunes que en piezas como esta se difuminan. Sobre ella, se percibe fácilmente ese aspecto seminal: lírica de oda al baile, vocales con superposiciones de trucos tan casi artesanales y la repetición de palabras para el estribillo, en honor a los djs que pinchaban por Detroit, y a su vez, a imagen y semejanza de lo que hacían Kano en algunos de sus hits italo de esos días (algo que habrían reconocido los propios A Number of Names, según Sicko).
Un ritmo 4x4 claramente distinguible en la base y una línea sintética de fondo constante, que también de forma implícita parece beber de ‘The Chase’ de Giorgio Moroder, otro tema de casi medio siglo de vida que sorprende que sea de 1978. El cariz adelantado a su tiempo y moderno del campo del italo-disco. Magia. Y conexiones para ir encajando piezas temporales del puzle. Años más tarde, Sharevari fue reeditado y rebautizado como ‘Shari Vari’. Obviamente, remezclado hasta la saciedad, lo que hace que por ello quizá esté en el subconsciente colectivo para seguidores de la electrónica (ahí está el pepinazo de The Hacker y Vitalic en el auge del electroclash). Y por esa pulsión revolucionaria que hace que a pesar de esas marcas evidentes de la edad por los sonidos, no suene como algo tan extraño. Curiosamente ni el sello ni A Number of Names hicieron nada relevante. De hecho, Sharevari fue la cara B de un single suyo que se iba por otros derroteros más sintéticos y de menor calado. Sigamos buceando.