Rimas a Paladas #4: sin miedo al tiempo
Una selección de los mejores discos de Hip-Hop del último mes
Hi, personicas:
Nuevo mes, nuevo rimas a paladas, la sección mensual que llega cada mes y medio con un puñado de hip-hop tan bueno que es interesante incluso aunque el género no te guste.
Benny The Butcher – Tana Talk 4
Que en 2018 Tana Talk llegase a su tercera parada y, sin embargo, sólo fuese el debut oficial de su artífice Benny The Butcher es sólo una de las muchas cosas extrañas de la carrera de un nombre que será cada vez más y más relevante. Lo será incluso aunque su primer intento de saltar a lo limpio, a lo mainstream, fuese un fiasco, ese Burden of Proof sin mordiente.
En 2022 llega Tana Talk 4 y hay poca limpieza: a los mandos de la producción están Daringer y The Alchemist, lo que implica claramente un viraje hacia la oscuridad. El rapero de Buffalo consigue eludir lo repetitivo, consigue flows tan brillantes desde la sencillez como los de ‘Back 2X’, se lanza a tumba abierta sobre bases asesinas y pianos entre lo misterioso y lo terrorífico y hace que todos los que le acompañen brillan, desde la gente de Griselda hasta el inesperado y fantástico J Cole, junto al que rubrica la alucinante ‘Johnny P's Caddy’, una de las pistas del año, hip-hop o no.
Muy, muy bien.
Black Star – No Fear of Time
No es que los miembros de Black Star sean precisamente desconocidos: Mos Def y Talib Kweli se buscaron este alias en 1998, lanzaron un debut de la hostia y… acallaron su estrella negra, en apariencia para siempre. Por eso No Fear of Time, su regreso tras ¡24 años de silencio!, era una de las noticias del año, saliera como saliera.
Junto a ellos está esta vez Madlib… y podemos estar tranquilos, porque ha salido muy bien. Muy bien salvo en su exposición: van tan al margen que lo lanzaron en exclusiva en una plataforma de podcasts de EEUU, así que os tocará trabajar un poco para tenerlo. Os aseguro, eso sí, que os va a merecer la pena: aunque lo hayan grabado a salto de mata en habitaciones de hotel, Madlib le da una coherencia absoluta, con alguna de las mejores bases que haya hecho jamás (y, a ratos, temerosas de que se les oiga demasiado). Sí, puede que esté intentando revivir el boombap en 2022, pero no hay nada de nostalgia en cómo Black Star
No, no es mejor que aquella obra magna, pilar fundamental del género. Pero hay cero temor en que vuelvan a necesitar otros 24 años para grabar juntos de nuevo. Eso sí, si ponen más fácil poder escucharlo, mejor.
KNO & Sadistik – Bring Me Back When The World Is Cured
Ya lo comentamos a fondo en la tier, así que poco más que hablar aquí. Una de las sorpresas del año, no tanto por quienes lo lanzan, sino por esa capacidad para crear un disco de hip-hop totalmente accesible y asimilable comercialmente sin perder ni una pizca de riesgo. Una obra en la que se entra facilísimo y de la que no es tan sencillo salir.
Denzel Curry - Melt My Eyez See Your Future
Puede que a Denzel Curry aún le falte sacarse un disco que mejore el formidable trip psicodélico que fue 2022. Pero su regreso saca de nuevo los colores a casi todos en el alt-trap, incluido a él mismo cuando decide acomodarse. Melt My Eyes See Your Future se inicia como el mejor de los blockbusters: 'Melt Session #1', 'Walkin'' y 'Worst Come to Worst' dan cero respiro y añaden picante neo-soul. Y, a partir de ahí, saltando sin red de protección entre una nómina de colaboradores enorme, firma cancionacas como la espectacular 'John Wayne' o esa ‘Zatoichi’ donde slowthai insiste en que quizás deberíamos escucharlo mucho más.
Robert Glasper remata la jugada, con un disco que insiste en que Curry no ha llegado, ni mucho menos, a su límite. A tope con él.
billy woods - Aethiopes
Aethiopes, de billy woods, no debería ser un disco escondido, uno sólo para connaisseurs. Porque el hip-hop corre ya el riesgo, siendo dominante, masivo e influyente, de quedarse estancado, de mirarse y gustarse demasiado, de decir “hasta aquí hemos llegado”. Y lo que viene demostrando woods, tanto en solitario con obras increíbles como Hiding Places como en colaboración con otros (Moor Mother, Armand Hammer), es que su cabeza, repleta de jazz oscuro y poética intimista, es que los límites del género pueden ensancharse muchísimo más.
No se trata de destrozar al oyente, o de romper por completo la tradición. Incluso siendo arriesgado e incómodo, Aethiopes se escucha del tirón, secuenciado maravillosamente como está, apoyado por un Preservation que aporta algo de luz a la oscuridad de billy woods para hacerla más digerible.
No sé, no se puede dudar de un disco y un artista que te firma canciones como ‘Sauvage’. No las vas a oír por ahí, pero deberías.
Kendrick Lamar - Mr Morales & The Big Steppers
Puede que Kendrick se haya convertido ya en un acontecimiento más que en un artista, pero lo que demuestra Mr. Morales & The Bigs Steppers es que mientras otros acontecimientos como Ye o Drake están firmando algunos de sus momentos menos creativos (si es que Drake tuvo alguna vez uno realmente estimable es algo que estoy abierto a discutir), Kendrick Lamar sabe aún cuál es su talento.
En símiles históricos, este sería su Blonde on Blonde. Puede que DAMN abriese alguna brecha respecto a los dos discos anteriores, pero la ocultó con una pegada brutal. Ahora, Lamar se refugia en lo íntimo, en dudas, contradicciones y bajones, en lo autorreflexivo. Es una estrella, pero aún no ha sido consumido por su propio brillo.
Y su música tampoco. Ni se ha vuelto majara (dura lo mismo que siempre, pese a su aspecto de doble interminable) ni ha terminado por alejarse de lo que era. ‘N95’ o ‘Mr. Morale’ repiten los hostiazos de DAMN. ‘We Cry Together’ es un dueto para llorarnos juntos, ‘Father Time’ es pop eterno. ‘Purple Hearts’ le viste como el Marvin Gaye de su tiempo. Y en ‘Savior’ rapea como si el fuese la corona de espinas de una base que debería estar hecha para triunfar.
Sí, está la mar de bien.
Otros Rimas a paladas:
#2: la mezcla que ningún fan de Beastie Boys debería dejar pasar