Las cincuenta mejores canciones de Bob Dylan (I)
Feliz 80 cumpleaños
Bob Dylan es un un músico de talento descomunal e imprevisible, inquieto e incapaz de quedarse siempre en el mismo lugar por más que el tiempo haya pasado. La parodia, posiblemente, sacaría los rasgos comunes que muchos parecen ver en él. La realidad es que su carrera es de todo menos monolítica.
En un músico con una carrera larguísima, a veces es difícil ver por dónde entrar. Nuestra propuesta son estas canciones, las 50 mejores canciones de Bob Dylan. Clásico eternos de su música y de la música en general, muestras de genio suficientes para que quien no lo haya escuchado nunca pueda caer en sus redes y para que los que ya son aficionados vuelvan a renovar sus votos cada vez que las oyen.
50. Lay Lady Lay (1969)
‘Lay Lady Lay‘ es muchas cosas. Es el ejemplo de lo que la procrastinación puede traernos, puesto que a Dylan se la encargaron para la BSO de ‘Cowboy de Medianoche‘ y no la entregó a tiempo, lo que provocó que ‘Everybody’s Talkin» se llevase ese honor. Es, además, el último gran éxito masivo de Dylan en los 60. Es, también, la canción en la que Kris Kristofersson, por aquel entonces sólo un conserje en un estudio de Nashville, sujetó los bongos y el cencerro (y nada más).
Y es, también, una de las canciones más radicalmente diferentes de Dylan hasta entonces: más suave, más canción melódica, más adulta (en el peor y a la vez en el mejor sentido de la palabra). Atípica en él hasta el extremo de que a Dylan nunca le ha gustado. Sólo por la insistencia de Clive Davis, más tarde fundador de Arista Records, salió como single del disco. Fue top 7 en Billboard, impulsada por su cálido sonido y también por su letra.
49. Girl From The North Country (1963)
Quizás la canción de amor mas emblemática del primer Dylan. Uno de los juegos más habituales en las biografías de su autor es saber a quién narices le estaba dedicando una canción tan prístina que emociona por su pureza. Ese amor en el lugar donde los ríos se hielan cerca de la frontera nunca se ha desvelado del todo.
De hecho, el propio Bob se encargó de que sus diferentes «novias del norte» pensasen que la canción era sólo para cada una de ellas. Seguramente sean todas a la vez y Dylan veía la huella del eterno femenino en su chica del norte, del mismo modo que los Beach Boys deseaban que todas fuesen californianas.
Inspirada en la melodía de ‘Scarborough Fair’, ‘Girl From The North Country‘ no deja de arrastrar ese enigma, en ocasiones convertido en obsesión: Bonnie Beecher, una de las primeras novias del cantautor, confesó que había sufrido una agresión por parte de otra mujer que quería saber, de manera vehemente, si Bonnie era realmente la chica del norte.
48. Red River Shore (1997)
¿Cómo ha manejado Dylan los descartes de canciones? Es uno de los grandes misterios de la carrera del artista: saber los mecanismos mentales que le llevaron a dejar fuera de sus discos alguna de sus mejores canciones. No sólo ocurre con ‘Red River Shore’, aunque con ella sea más llamativo teniendo en cuenta que hasta quienes estuvieron en las sesiones de Time Out Of Mind hablaban de ella como una de las mejores canciones del lote.
«Algunos hemos apagado las luces (…) algunos hemos preferido morirnos de miedo en la oscuridad en vez de estar donde vuelan los ángeles»
Eso entona nada más comenzar la canción. Y lo hace con una tristeza honda, que podría ser profunda melancolía si no fuese porque, en realidad, tanta pena no tiene nada de reposada. Roto por el amor, el Dylan de ‘Red River Shore‘ trata de enterrar los recuerdos en canciones, pero sólo le sale escribir sobre ella. Y, al final, nos quedamos sin saber si, en realidad, aquella chica era real; si algo lo fue, de hecho.
47. Love Sick (1997)
«I’m Sick of love but I’m thick of it»
El Dylan reciente deja estampas musicales asombrosas también, incluso algunas como ‘Love Sick‘ que, como las de los viejos tiempos, ayudan a apuntalar el mito frente a la realidad. La realidad, en 1997, era o parecía ser que a Dylan se le estaba acabando la gasolina.
Primero, la creativa: habían pasado siete años desde de su último disco, escaso en razones para defenderlo contra viento y marea. Segundo, la vital: la primavera de ese mismo año estuvo cerca de la muerte por una infección y, tras salir de ella, Dylan lanzó Time Out of My Mind, que no es el disco grabado mientras estaba moribundo.
Por todo eso tiene más guasa que fuese precisamente ‘Love Sick‘ la que abriese ese retorno: una canción que podría ser tristísima, y en muchos tramos de la letra es demoledora, pero que tiene un tono socarrón inolvidable, tanto en la voz de Dylan como en el stacatto de órgano. También en esa letra de amores que se cargan la inocencia (I Spoke to you as a child, you destroyed me with a smile), pero a los que no vas a olvidar jamás, como confiesa con impotencia esa frase final.
Que luego la usasen como sintonía de anuncios de lencería sólo corona lo dicho al principio: que en Dylan todo confluye para crear el mito, por absurdo que sea el discurrir del camino, los acontecimientos vistos por separado.
46. Every Grain of Sand (1981)
Mejor en la desnuda versión del primer Bootleg series que en la muy pulida toma oficial, editada en Shot of Love, ‘Every Grain of Sand‘ brilla más cuanto más desesperado parece Dylan, cuanto más contrasta con el discurrir ligero y decididamente romántico de la melodía.
¿Una canción de amor en pleno Dylan de descubrimiento religioso? Sí, pero sólo en la melodía: la letra es el choque entre haber encontrado la fe y creer plenamente y, sin embargo, saber lo muy difícil que lo pone el día a día para no perderla.
Ese Dylan cristiano fue para muchos un shock. Y aunque las dos tomas, la de tres minutos y la de seis, merecen la pena, es en la casera, con el perro de Dylan ladrando, con la calidez de lo cercano, con ese inicio trastabillado, donde mejor se ve cómo afrontaba los primeros 80 quien ya era un mito.
45. I’ll Be Your Baby Tonight (1967)
Justo el año del verano del amor, el momento mainstream de la psicodelia, Dylan decide fugarse hacia los terrenos más de raíces que haya pisado hasta nunca. John Wesley Harding, con esa portada que parece sacada de la post-Guerra Civil Estadounidense, es un canto tras otro a la tranquilidad, al silencio, al relax, a los espacios vacíos, a calmar un mundo demasiado loco, demasiado rápido.
Pero en ‘I’ll Be Your Baby Tonight‘ no hay nada lacónico, esa misma postura se afronta desde la perspectiva del gozo. Es más, hay un punto vacilón en la manera en que discurre este Dylan que está ofreciéndose para esta misma noche. Simple en música y en letra (ojo a esto, que llega apenas un año después de las mareas sin fin de Blonde on Blonde) y sin necesidad de aspavientos, sus dos minutos y medio aligeran cualquier lista. También cualquier visión que se tenga de Dylan, aquí más Hank Williams que nunca.
44. She Belongs To Me (1965)
She’s got everything she needs She’s an artist She don’t look back She can take the dark out of the nighttime and paint the daytime black
Bringing It All Back Home es el primer disco en el que Dylan se salta sus propias fronteras. Agarra la guitarra eléctrica y comienza a perder el miedo a irse tan lejos como las canciones se lo pidan. Pero, también, sigue aferrado a su acústica. Y, de vez en cuando, se va contagiando de un tono decididamente pop, como ocurre en ‘She Belongs To Me‘.
Sigue estando el Dylan de la armónica, pero está vez el acompañamiento lo es todo. Con su primera banda en condiciones, a este Bob se le van añadiendo pequeños detalles que encumbran la canción. Por ejemplo, los punteos claros, cristalinos, de John Hammond Jr.
Y la letra culmina los contrastes. Si el título dice que ella le pertenece, en los versos eso está realmente lejos de ser verdad y vamos dando vueltas por un amor ambigüo, pero con un personaje femenimo bastante consciente de su poder (también en el plano sexual) y que, en última instancia, no depende de nadie…
She never stumbles she’s got no place to fall She’s nobody’s child, the law can’t touch her at all
43. You Ain’t Goin’ Nowhere (1967)
Uno aprende a hablar muchas veces a lo largo de su vida, mas allá del primer aprendizaje de la infancia. Lo hace, por ejemplo, cuando comienza a imitar la manera de expresarse de quienes admira. Y Dylan se ha pasado media vida aprendiendo de los demás y, a la vez, enseñando(nos) a otros a hablar. De Woodie Guthrie, por ejemplo, supo hablar como un vagabundo, supo imitar lo que contaba en sus memorias el hombre cuya guitarrra mataba fascistas.
Dylan aprendió a hablar de otra manera también en el paso de la primavera al verano de 1967. Fue en una granja en Woodstock, en el sótano del rancho llamado Big Pink. Allí Dylan comenzó a sonar mas rural y menos urbano, a dejarse asaetear las canciones por las múltiples influencias que traían consigo los miembros de The Hawks (más tarde The Band).
Y Dylan enseñó a muchos otros a hablar y ya de paso hizo que su nombre siguiese en boca de todos incluso cuando, como en aquellos momentos, estaba retirado de la vida pública. En ‘You Ain’t Goin’ Nowhere‘ se ve, de manera magnífica, todo lo anterior.
42. If You See Her Say Hello (1975)
«Dile de mi parte que estoy bien, aunque estas cosas vayan despacio. Quizás piense que la he olvidado, no le digas que no es así. Nos pasó lo que a los amantes les suele pasar, y pensar en cómo se fue esa noche aún me provoca escalofríos. Y aunque nuestra separación me ha roto el corazón en pedazos, aún vive dentro de mí, nunca hemos roto del todo. Si la ves, dale un beso de mi parte, siempre la he respetado por hacer lo que hizo y salir indemne. Oh, lo que sea que la haga feliz… no voy a interponerme. Aún me queda el regusto amargo de la noche que intenté hacer que se quedase».
El Dylan de Blood On The Tracks se explica por sí solo. Y se vive como si la letra la hubiese escrito uno mismo.
41. One More Cup of Coffee (1976)
En 1975, Dylan estaba en un momento crítico de su vida. Su matrimonio con Sara pasaba por su peor momento, el recién estrenado Blood on The Tracks era su disco de divorcio (a pesar de que aun no se habían divorciado) y Dylan iba y venía en medio de pequeñas reconciliaciones.
Uno de sus viajes le llevó hasta París, a visitar a su amigo David Oppenheim, el pintor que había parido la contraportada de Blood On The Tracks. Además de asistir a unas cuantas bacanales organizadas por el propio Oppenheim, con él Dylan celebró su trigésimo cuarto cumpleaños en un festival gitano.
De esa experiencia nacieron dos canciones: ‘Sara‘, explícita declaración de anhelo hacia su ya casi ex-esposa, y ‘One More Cup of Coffee‘, que finalmente publicaría en Desire un año mas tarde. En esta última, una chica gitana duerme mientras el narrador explica lo que siente por ella, un amor no correspondido («but I don’t sense affection no gratitude or love, your loyalty is not to me but to the stars above») que, finalmente, tendrá que abandonar.
‘One More cup of Coffee’ tiene dos bazas para mostrarse triunfadora: ese dueto con Emmylou Harris y ese tono hébreo, con un violín que podría vivir también en los discos de Leonard Cohen. Dylan, con la voz quebradiza y muy al límite, sólo se esconde cuando Harris irrumpe en el estribillo, pidiendo una taza más de café para el camino. Una última estrofa de fascinación por lo incompresible pone la puntilla:
«You’ve never learned to read or write There’s no books upon your shelf. And your pleasure know no limits Your voice is like a meadow lark. But your heart is like an ocean Mysterious and dark.»
Podéis escucharla también en versiones de The White Stripes, Syd Matters, Robert Plant o Calexico.
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40. Señor (1978)
«Son, this ain’t a dream no more»
Señor, ¿puedes decirme dónde vamos?. Street Legal está considerado por muchos como el peor Dylan posible, no sólo por timing (un disco de sonido avejentado y adocenado cuando punk, new wave y demás abrían brechas) sino especialmente porque sus canciones se arrastraban sobre su barriga, se conformaban con estar bien o simplemente «normal», como si hubiesen aceptado ser inferiores a gran parte del resto de la discografía.
En ‘Señor’, lo mejor de aquel disco, dos protagonistas viajan en dirección al Armageddon. En estampa de western, el más joven busca consejo en lo que le dice «Señor». Sólo encontrará la posibilidad de seguir caminando, mientras unos vientos fronterizos añaden polvo al discurrir de la canción.
Estos cuentos del poder yankee son, por un lado, lo más cerca que Dylan ha estado del Leonard Cohen de los 80; encajaría bien esta misma canción en I’m Your Man. Por otro, es también un grandísimo ejemplo de rock adulto, con un toque muy Springsteen.
39. This Dream of You (2009)
Frente al Dylan de los 80, el maduro, el que surge desde mediados de los 90, ha sido capaz de reivindicarse muchas zonas oscuras de su propia carrera. Por ejemplo, la capacidad para hacer discos ligeros, canciones de esas que no parecen dejar huella, pisar el terreno de lo romántico pero no de los trascendental. Together Through Life, compuesto a toda prisa para los estándares maduros de su autor, quiere ser eso y sólo eso.
Sólo en ‘This Dream of You‘ decide Dylan prescindir de Robert Hunter (letrista de Grateful Dead) en la letra de una canción de tono arrabalesco, con el precioso acordeón de David Hidalgo. El Dylan más crooner y soft (en el mejor sentido), el Dylan al que muchos creen una garganta derrotada, mira el mundo con calma, a pesar de que la única posición posible ante él sea seguir soñando contigo.
This dream of you is what keeps me livin’ on
38. The Lonesome Death of Hattie Carroll (1964)
William Zanzinger killed poor Hattie Carroll With a cane that he twirled around his diamond ring finger At a Baltimore hotel society gath’rin’. And the cops were called in and his weapon took from him As they rode him in custody down to the station And booked William Zanzinger for first-degree murder. But you who philosophize disgrace and criticize all fears, Take the rag away from your face. Now ain’t the time for your tears.
Los tiempos estaban cambiando, y tuvimos la suerte de tener a Dylan dispuesto a contarlo, a cantarlo, de la manera más directa posible. Cinco acordes en toda la canción, eso es todo lo que necesita para montar una canción épica pero esquelética, un tema para gritar a los cuatro vientos a pesar de que no hay por dónde engancharlo. Para cuando, en torno al minuto 3:30, aparece por primera vez la armónica, casi te arropa ante el escalofrío continuo de una canción cuyo texto profundiza en esa sensación.
Dylan, en 1964, quiere retratar las injusticias. Y por eso en The Times They Are A-Changin’ tanto ‘Ballad of Hollis Brown‘ como ‘The Lonesome Death of Hattie Carroll‘ tienen nombre y apellidos, además de numerosos detalles. Todo parecido con la realidad es absolutamente premeditado: William Zanzinger, el niño rico del que Dylan nunca dice la raza, recibió sólo seis meses de pena por la muerte de Hattie Carroll, de la que Dylan tampoco dice la raza. No hace falta: los huecos los rellenamos suficientemente bien.
Hattie Carroll was a maid of the kitchen. She was fifty-one years old and gave birth to ten children Who carried the dishes and took out the garbage And never sat once at the head of the table And didn’t even talk to the people at the table Who just cleaned up all the food from the table And emptied the ashtrays on a whole other level, Got killed by a blow, lay slain by a cane That sailed through the air and came down through the room, Doomed and determined to destroy all the gentle. And she never done nothing to William Zanzinger. But you who philosophize disgrace and criticize all fears, Take the rag away from your face. Now ain’t the time for your tears.
El Dylan de los derechos civiles en todo su esplendor. Y la manera de afrontar esas dos últimas líneas, las únicas que ha repetido a lo largo de la canción, inolvidable.
37. Million Dollar Bash (1975)
Cuenta la historia del Rock que pasaron varios años entre la grabación de las cintas del sotano en Big Pink, fechada a finales de los 60, y su publicación oficial en 1975. Cuenta el mito que, desde el primer momento, se empezó a correr en los círculos más enterados que lo de Dylan y The Band era un choque de muy alta calidad. Cada día que pasó, cada bootleg que filtró canciones, cada nuevo oyente que accedió a los misterios de aquella sesión casi privada, no hizo sino aumentar su leyenda.
‘Million Dollar Bash‘ captura casi mejor que ninguna otra, incluso que alguna de las que saldrán más adelante en esta lista, la esencia de una cita entre amigos, distendida, sin aditivos y con Danko y Manuel clavando los coros, casi beodos, del estribillo. Los Beach Boys tienen ‘Barbara Ann‘ y Dylan (& The Band), ‘Million Dollar Bash’.
36. Blowin’ In the Wind (1963)
Dylan, casi recién salido de la adolescencia, ya se había convertido en una figura determinante de los 60. Lo hizo en 1963 con ‘Blowin’ In The Wind‘, incluida en su The Freewheelin’ Bob Dylan. En dos minutos y 48 segundos recogió el zeitgeist de parte de la generación de los Baby Boomers y lo trasladó a preguntas. Una canción folk enumerando los grandes y los pequeños misterios irresolubles de la vida.
¿Cuántas veces girarás la cabeza y fingirás que no lo has visto? ¿Cuánto tiene que pasar para que las cosas realmente cambien, para que oigas por fin a la gente llorar? ‘Blowin In The Wind’ ya era un éxito sin Dylan, gracias a que se la cedió a otros. El bardo de la voz nasal había entrado en las listas metido en ese caballo de Troya llamado Peter, Paul & Mary y ya nunca dejaría de ser parte esencial de la cultura pop. Tenía 21 años sólo: clavar las cosas no es cuestión de madurez, por eso siempre hay que defender la música joven. Y ‘Blowin’ In The Wind’, su sencillez en música y letra y su armónica, es y siempre será joven.
35. As I Went Out One Morning (1967)
Del accidente de moto de Bob Dylan se sacaron muchas cosas, varias de ellas más de leyenda que otra cosa. La sensación de que había sido gravísimo se acrecentó por la decisión de Dylan de estar nueve meses sin aparecer en público. Y, después, nos enteramos de que, el tiempo que tuvo que estar descansando, Dylan lo aprovechó para leer la Biblia y a Rimbaud, con lo cual tiene sentido que nacieran letras impresionistas como la de ‘As I Went Out This Morning‘: enigmática, poliédrica, imposible de entender del todo y, sin embargo, tan dispuesta a explicarte cualquier aspecto de tu vida.
Si los Byrds habían tomado mucho de Dylan, aquí es el quien recoge la típica estructura de canción de los ángeles de la Rickenbacker: el bajo saltón (aquí cortesía de Charlie McCoy), esa acústica tocada con cariño, esa caja de Kenny Buttrey, esa firme convicción a la hora de afrontar la canción. Faltan los coros, claro; recordad la foto que encabezó el tercer post de esta serie.
En un disco lleno de canciones especialmente de raíces llama la atención la dinámica, saltarina, ‘As I Went Out One Morning’, muchas veces tratada como canción menor pero para mí imprescindible. Qué maravilla que todo John Wesley Harding se grabase en sólo nueve horas: posiblemente dedicarle más tiempo a ‘As I Went Out One Morning‘ la habría matado.
34. The Man In Me (1970)
The man in me will do nearly any task, And as for compensation, there’s a-little he would ask. Take a woman like you To get through to the man in me.
Una de las mejores canciones de A New Morning confirma además la influencia del Dylan de comienzo de los 70 en gran parte de la Americana y, en especial, en la manera en que Jeff Tweedy ha afrontado gran parte de la discografía de Wilco. En un disco de sonido suave, de rock con piano para padres, Dylan se engancha a lo romanticón, a lo básico y simple (simplista, incluso):
But, oh, what a wonderful feeling Just to know that you are near, It sets my a heart a-reeling From my toes up to my ears.
Una melodía contagiosa, un la-la-la memorable y una interpretación fantástica. Siempre fue muy buena: sólo le faltaba que llegase el Gran Lebowsky y la hiciese eterna. Gracias, hermanos Coen.
33. Rainy Day Women #12&35 (1966)
La demostración de que la maqueta siempre es mejor y de que Dylan hacía lo que le daba la gana, como reunir a sus músicos, tocar con ellos lo que presuntamente era una demo y elegirla como toma final y single borrachuzo (y exitoso: número 2 en listas) de Blonde on Blonde.
‘Rainy Day Women 12&35’ juega en todo momento con la palabra stoned, tanto en su significado de «apedrear/dilapidar» como en el de «colocarse». El estribillo, «everybody must get stoned», apuntilla las estrofas y el ambiente beodo añade una capa extra de interpretación. Al final, no es fácil discernir si la evasión drogota es buena, mala o todo lo contrario.
En la era twitter, sigue vigente cien por cien: «te apedrearán y luego te dirán «buena suerte». Todo el mundo quiere hacerte pedazos, de una manera u otra, así que córrete una juerga a su costa.
«We wanna get loaded and that’s what we gonna do», que diría el mítico sampleado usado por Primal Scream.
32. Subterranean Homesick Blues (1965)
Don’t wear Sandals Try to avoid scandals
Hablando de singles raros, vamos con uno suicida: el que sirvió para presentar al gran público Bringing It All Back Home. No sólo es una retahíla acelerada sin gancho alguno, sin estribillo posible, sino que además se cepillaba en menos de dos mínutos y medio la reputación de Dylan como prohombre y máximo estandarte del folk. Cagándose en los fundamentalistas de Greenwich Village, Dylan y su banda se calzaban las eléctricas, se volvían rock y se preparaban para recibir los escupitajos por traidores.
Dylan, ya de paso, canta como si el mundo se le fuese a acabar hoy mismo y tuviese todavía tanto por decir (hola, Michael Stipe de ‘It’s The End as We Know It’; hola también, Chuck Berry). Yendo directo a por los ripios, cargado de actitud salvaje, trastabillándose y cortando en seco… el Dylan del 65 estaba encantado de no dar ni un respiro ni una concesión a sus propios fans. Como aún sigue haciéndolo en directo hoy.
Fue su primer top 40, cómo no quererlo también por cosas así.
31. This Wheel’s on Fire
Ojo con ella y con el contexto que le da cada oyente, porque lo mismo hay quien ve a Dios en su letra que quien cree que esto va de (otra) bronca sentimental. Yo oigos la versión de The Band en Music From Big Pink y piensas en subidón, psicodelia y sexo. Oyes la versión de Dylan (y The Band) de The Basement Tapes y se te cae el alma al suelo mientras oyes a Dylan con la voz emocionada (y emocionantísima) y te la imaginas tocada en baretos de mierda por bandas a las que nadie hace caso.
If your mem’ry serves you well, You’ll remember you’re the one That called on me to call on them To get you your favors done. And after ev’ry plan had failed And there was nothing more to tell, You knew that we would meet again,
Y oigo la versión de los Byrds y aún me sorprendo de la cantidad de caretas que se pusieron en su carrera y en que cualquiera de ellas por separado habría sido un gran grupo por separado.
30. It Ain’t Me, Babe (1964)
Go away from my window
Leave at your own chosen speed
I’m not the one you want, babe
I’m not the one you need
You say you’re lookin’ for someone
Who’s never weak, but always strong
To protect you and defend you
Whether you are right or wrong
Si en ‘Girl From North Country‘ permanece el misterio de quién inspiró aquella preciosa canción de amor, con ‘It Ain’t Me Babe’ nunca ha habido demasiadas dudas. Suze Rotolo, su novia entre los 20 y los 23 años, fue su musa aquí, y de hecho Dylan compuso la canción en un viaje a Italia a visitar a Rotolo, que estudiaba Arte en la Universidad de Perugia.
De Rotolo, que murió en 2011, Dylan recuerda en Chronicles la emoción de verla por primera vez:
«Desde el principio no pude apartar la vista de ella, era lo más erótico que había visto jamás. Tez blanca, pelo dorado, de raíces totalmente italianas. Comenzamos a hablar y me volvió loco. La flecha de Cupido había pasado silbando cerca de mi oreja en varias ocasiones, pero esta vez me dio de lleno y me lanzó por la borda»
A priori, ‘It Ain’t Me Babe‘ es una canción de arrepentimiento: «no soy lo que buscas y siento que sea así». Ayudan los tristísimos arpegios de guitarra. Pero según avanzan las estrofas, a este Dylan se le nota que, en realidad, tiene bastante que echar en cara: ni él va a ser nunca el que acuda cada vez que le llama ni va a desaparecer por completo en los deseos y órdenes de la chica.
You say you’re lookin’ for someone
Who’ll pick you up each time you fall
To gather flowers constantly
And to come each time you call
A lover for your life and nothing more
But it ain’t me, babe
Lo que era una canción de ruptura triste se convierte de nuevo en un dardo inquisidor. La gente no cambia por amor, chica, y menos si pides cosas tan absurdas. No, no, no.
29. Positively 4Th Street (1965)
En 1965, Dylan estaba enchufado, y no hablo de su guitarra. Apenas unos meses después de ‘Like A Rolling Stone‘, se metía de nuevo en el top ten USA con ‘Positively 4th Street‘, una canción sin estribillo lanzada fuera de sus discos, sólo como single, que además rompía con todo lo que se esperaba de un éxito del pop en su letra. Dylan se ensaña contra un hipócrita que dice ser su amigo mientras le da puñaladas traperas por la espalda.
You got a lotta nerve
To say you got a helping hand to lend
You just want to be on
The side that’s winning
Como en ‘Rainy Day Women’, aquí a Dylan también le dicen «buena suerte» aunque en realidad le desean todo lo contrario. Y en plena retahíla de mal rollo y salivazos, le dedica un sútil «te jodes» a alguien que, por el título de la canción, vivía cerca de él: 4th Street es uno de los lugares claves de Greenwich Village, donde Dylan y muchos otros artistas folk vivieron y se labraron la fama.
And now I know you’re dissatisfied
With your position and your place
Don’t you understand
It’s not my problem?
Musicalmente, Al Kooper es, una vez más, el pilar indiscutible de una canción sorprendentemente suave para el contenido que carga. Acompañándolo en todo momento con una melodía chispeante, el contraste es acusado. Esto es un chicle que se masca para ser escupido, directo a la cara de quien o quienes lo hayan inspirado:
You’d know what a drag it is
To see you
28. Stuck Inside With The Memphis Blues Again (1966)
Al Dylan de mediados de los 60 había dos cosas que le encantaban: hacer canciones largas y hacerlas con un toque sarcásticos o directamente humorístico. En 1966, en medio de una sesión de grabación de unos pocos días de la que también salieron ‘Vissions of Johanna’ y ‘Leonard-Skin Pill-Box Hat’, nacieron los siete minutos de ‘Stuck Inside of Mobile With The Memphis Blues Again’.
Estas nueve estrofas son, dentro de ese subgénero que son las canciones largas de Dylan, algunas de las más amables que el músico tocó en aquella época. Su colchón instrumental no es para nada agresivo, el órgano de Al Kooper está continuamente remarcando el azúcar de la melodía, y toda la banda parece más empeñada en sonar amable que en sonar triste, al contrario de lo que un blues les exigiría.
Hay en todo «Stuck Inside of Mobile…” cierta sensación de que cualquier cosa que se hubiese subido en la mezcla sería perfecta, cambiaría la manera de escuchar e interpretar la canción y sería protagonista. Si en vez del discurso abigarrado de Dylan hubiese sido el órgano de Kooper, o la inquieta batería de Kenny Buttrey o las guitarras de McCoy y Wayne Moss.
Hay alguien que lo entendió perfectamente, como tantas otras cosas: nuestro Kiko Veneno, que la hizo suya para siempre.
27. Blind Willie McTell
Seen the arrow on the doorpost Saying, “This land is condemned All the way from New Orleans To Jerusalem” I traveled through East Texas Where many martyrs fell And I know no one can sing the blues Like Blind Willie McTell
‘Blind Willie McTell’ tiene todas las papeletas para estar lo más alto posible en cualquier lista de Dylan: la profunda tristeza con la que está interpretada y cantada, la historia que Dylan afronta en ella y el hecho de ser uno de sus descartes más famosos, una canción injustamente maltratada por el propio autor hasta que decidió sacarla oficialmente a la luz.
Este repaso a la esclavitud, a la historia oscura de EEUU y a su relevancia en la música que nos ha llegado quedó fuera de Infidels en 1983, pero Dylan la incorporó a sus directos casi desde el primer día. Gracias a eso, la mitología en torno a ‘Blind Willie McTell’ creció hasta que fue publicada en el primero de los Bootleg Series.
La canción, que Dylan consideraba una demo, son seis minutos de hondura, una de las últimas joyas de la corona, y cuenta con el acompañamiento de Mark Knopfler a lo largo de muchos versos que crecen desde una melodía sacada del standard blues ‘St. James Infirmary’.
26. Idiot Wind
I noticed at the ceremony
Your corrupt ways had finally made you blind
I can’t remember your face anymore
Your mouth has changed, your eyes don’t look into mine
Escribir una canción cuando odias a alguien suele salir mal. Escribirla cuando aún estás en plena discusión es, por definición, una mala idea. ‘Idiot Wind‘ es Dylan odiando a la que aún es su esposa, Sara. Es Dylan poniendo negro sobre blanco todo lo que piensa de ella cuando la bronca entre ambos aún no ha terminado. Es Dylan intentando fingir que va a hablar del mundo en general, de la estupidez de todos, pero poco a poco abandonándose a no hacer disgresiones y a centrar su odio en ella.
Es @Dylanenfurecido: «eres idiota, chica, es una maravilla que sepas cómo respirar». Me jodiste la vida, se la jodiste a los que más quiero, le has dado la vuelta a todo y lo que estaba bien ahora está mal y en realidad ya no hay nada que vaya bien.
I can’t feel you anymore I can’t even touch the books you’ve read Every time I crawl past your door I been wishin’ I’ve been somebody else instead
Ese ‘Idiot Wind’ se cuela por todos los rincones de una relación, va contaminándolo todo y ahora todos los recuerdos se han vuelto amargos. Y, sin embargo, aunque te odio… también he decirlo que lo siento.
You’ll never know the hurt I suffered Nor the pain I rise above And I’ll never know the same about you Your holiness or your kind of love And it makes me feel so sorry
Eres idiota, chica, pero lo cierto es que, en última instancia, los dos lo somos. El amor es, cuando se termina, una puta mierda. Y aunque hay muchas canciones que hayan intentado plasmar eso, pocas lo han hecho justo en el mismo momento en que la discusión está en el punto álgido y las lágrimas y la rabia no dejan de salir. ‘Idiot Wind’ estremece, y hasta da pudor, por eso.
(Mañana, las otras 25 y la playlist)