Las mejores películas de 2025 (I)
El mejor cine para Scorsese no tenga que pensar y simplemente ponga las manos en alto
Hi, personicas.
No parece que haya mucho que celebrar en el mundo del cine cuando todo podría ser devorado por el streaming y Netflix, o en el peor de los casos la IA, devastando archivos históricos para crear contenido infinito e inolvidable. Pero siempre está la industria (y en especial Hollywood) por un lado y el cine bueno por otro.
Y este año hay bastante que celebrar, desde diferentes cinematografías del mundo (Irán sigue molando), terror de distintos palos y bastante cosa notable de Españita. Aquí reunimos lo que consideramos que ha sido lo más memorable de un año para levantar las manos por el cine al estilo Martin.
30. Destino final: Lazos de sangre
Destino final ha sido habitualmente una de las franquicias de terror que mejor ha llevado el disparate consciente y la diversión por la muerte desenfrenada, creando gran entretenimiento por ver a un montón de gente morir de maneras locas y sangrientas. Su regreso en tiempos de secuelas legado no decepciona, e incluso se coloca entre las mejores entregas de la saga, pasándoselo en grande con secuencias creativas, algunas subvirtiendo expectativas, y hasta ofreciendo una gran escena de despedida para un mito del terror como Tony Todd.
29. Una casa llena de dinamita
"Hemos ensayado esto miles de veces", lo hemos probado de todas las maneras y hasta lo tenemos en carpetitas encuadernadas con colorinchis. Pero da todo igual. Primero porque los ensayos no valen de nada, precisamente por serlo. Y segundo porque los planes los tienen que ejecutar personas y a las personas, ya se sabe, se les puede poner el niño malo u olvidársele como hacer una llamada a tres (relatable). O sea, que no importa tener una habitación llena de gente súper lista y muy buena en lo suyo: nos vamos a la mierda igual.
La primera parte que rueda Kathryn Bigelow es DIOS, pero DIOS en plan señor con barba blanca que señala con el dedo y lanza un trueno. Y las otras dos montan en torno a la primera un artefacto muy inteligente y sobre todo muy preciso, donde cada frase, cada objeto, cada sonido es una pieza de rompecabezas que como espectador reconoces y colocas inmediatamente.
No tardes otros ocho años, Kathryn, por favor te lo pedimos.
28. Weapons
Dos películas revelación después, queda claro que a Zach Cregger le sobra talento para rodar y tiene mucha inquietud con los horrores que se ocultan en los sótanos de Estados Unidos. Su cuento de hadas oscuro en los suburbios tiene imágenes que no te dan de la mano para interpretarlas, y eso es sugerente en un tiempo donde se verbalizan demasiado los mensajes sobre el trauma y la pérdida.
Weapons va de esas cosas y de otras más, aunque su autoimposición de estructurarse con la épica de una Magnolia o una Pulp Fiction sean más una exhibición de talento que un logrado tapiz sobre temores humanos y sociales. Pero qué bien va cogiendo el tono (los tonos), lo bien usados y dosificados que están los sustos, el despiporre final. Sam Raimi estará orgulloso.
27. Superman
James Gunn entiende muy bien que estas películas de superhéroes crecen bastante cuando dejan de lado orígenes que la gente ya tiene más o menos sabidos. Resulta aún así impresionante que lo intente hacer con el regreso de Superman en solitario en más de una década, que tiene que además lanzar todo su nuevo Universo justo cuando el género ya parece que va a su decadencia.
Le sale increíblemente bien, porque sabe abrazar la iconografía más reconocible del personaje así como su espíritu, y acaba no necesitando tantas explicaciones. Le lleva, eso sí, a dedicar mucho esfuerzo a lanzar muchas cosas como las referencias más sci-fi posibles que se puedan ligar a Superman o esa Pandilla de la justicia de la que habría hecho su película hace una década. Pero consigue que todo vaya a ritmo estable y entretenidísimo, adaptándose él mismo a la naturaleza optimista e inspiradora del personaje en lugar de llevarlo completamente a su terreno sinvergüenza y casi listillo de más.
Clásica pero actualizada, llevada por un alma pop punk que saca con mucho brillo al igual que ese ramalazo político sobre Palestina y la dominación techno-bro que culmina su voluntad de hacer que estos superpersonajes comenten también el mundo en el que vivimos.
26. Memorias de un caracol
El esperado regreso de Adam Elliot con su animación en stop-motion centrado en aspectos tan ligeros de la experiencia humana como la soledad, el trauma o la depresión no va a dejar mal sabor de boca. Al menos a los que ya saben a lo que entran.
Con diseños ultraespecíficos y una textura visual casi palpable, el director de Mary and Max ofrece aquí una estructura de viñetas casi antológica con algunos deslices, pero siempre desvela una manera muy empática de entrar en las vivencias duras de sus personajes. Ha habido que esperar tiempo para ver de nuevo este enfoque tan particular en el medio, pero puede tomarse todos los años que necesite si es capaz de entregar pequeñas joyas como esta.
25. Los sudarios
David Cronenberg coge ritmos, tonos, imágenes e ideas de sus anteriores películas más pobres (esa increíble trilogía de los horrores que casi finiquita su carrera y ese regreso autoderivativo en Crímenes del futuro), pero las vuelve interesantes en un techno-thriller donde abrazar la teoría de la conspiración se vuelve el acto de amor más radical. Su idea del duelo indaga en la necesidad de control hasta el extremo de la descomposición, así como en concebir la ausencia de otra persona como la extirpación de un miembro que aún se siente como un fantasma.
Lo hace con un humor absurdo, pero increíblemente bien tirado, y llevando a nuevo territorio ideas que ya han estado presente en su obra pasada. Sin estar amarrado con precisión quirúrgica, su irregularidad la lleva a reflexiones complejas en las que vale la pena indagar, profesando más que nunca su militancia atea y política en cómo aborda el cine de género.
24. The Order (La hermandad silenciosa)
El hilado fino entre el thriller guarro para señores y el que tiene ideas además de invitar a ponerse el bombín y ponerse un coñac. Este extraño artefacto con factura internacional e historia americana y blanca recoge lo mejor de los gran reserva del género para padres, incluyendo a William Friedkin, Michael Mann y Kathryn Bigelow.
Todo para hacer un explosivo artefacto sobre los influyentes tentáculos del supremacismo blanco y héroes que no lo son tanto. Justin Kurzel da con una bomba de relojería estupenda que funciona a niveles diferentes, tanto para retozar en el barro como para apretar tus botones para el cabreo, y eso la convierte en joya inmediata.
23. 28 años después
Uno podría pensar que Danny Boyle y Alex Garland se han puesto celosos de que The Last of Us les hayan robado el título de título seminal de zombies en el siglo XXI (aunque la segunda temporada de la serie les ha devuelto el título). La realidad es que su regreso a su particular universo de terror parece más espoleado por éxitos como Tren a Busan por cómo manejan y amplifican tonos grotescos, absurdos y melodramáticos.
El resultado es un shock, pero uno altamente disfrutable e incluso estimulante. La estética del iPhone consigue darle una textura diferente a esta aproximación zombie casi desde el folk horror, las ideas conectan con la alineación y el aislamiento post-Brexit (toda la saga ha tenido siempre bastante tino a la hora de conectar con el momento político británico) y también logra llegar a terreno emocional en su aproximación a la muerte. No conecta todo precisamente de una manera cuerda, pero que Boyle y Garland hayan reactivado el modo psicótico y también el emotivamente hortera para esto es fascinante.
En alquiler.
22. The Mastermind
Siempre desde unos parámetros militantemente indie, Kelly Reichardt replantea géneros clásicos con una mirada muy observadora y hasta con cierta mala baba para según que personajes. Aquí lo hace de maravilla con un cine de atracos liderado por un fabuloso Josh O’Connor como pijo acomodado creyéndose el rebelde con sustancia que en realidad nunca es. Finísima y con un fabuloso sentido del humor articulando una odisea perfectamente patética.
21. Un simple accidente
Jafar Panafi vuelve a jugarse el tipo para denunciar los crímenes y la represión del régimen iraní, grabando clandestinamente en partes traseras de furgonetas y lugares apartados. Todo esto aporta continuamente una atmósfera claustrofóbica que contribuye a una incómoda historia de venganza que de vez en cuando trastoca con toques de humor (los datáfonos recurrentes), pero va continuamente avanzando hacia una oscuridad que concluye en un plano final extraordinario que te deja realmente estomagado.
20. Amigos
Hay escasez de nuevas estrellas cómicas, pero es que algunas de las mejores mentes del mundillo tienen muy complicado trasladarse fuera de sus formatos libres y experimentales. Sin embargo, la esencia de Tim Robinson y I Think You Should Leave salta a la perfección en esta amarga exploración con marca A24 de la amistad y soledad masculinas, que incide todo lo posible en el absurdo más tóxico. Mucho más que curiosa, es una de las películas de culto del año.
19. Banda sonora de un golpe de Estado
Los peores crímenes de occidente en torno al colonialismo y la fulminación de derechos y vidas en el Congo a ritmo del jazz más libre y vibrante. El belga Johan Grimonprez nos mete en el documental más formalmente atrevido y políticamente encendido de los últimos años, denunciando las tropelías de su propio país en África y su participación en el horrible asesinato de Patrice Lumumba.
Lo hace trazando interesantes líneas con la cultura jazzística estadounidense, y cómo esta fue empleada por los gobiernos para afianzar su influencia en el continente y en el Congo para evitar la expansión soviética. Un amargo doble filo para artistas que claramente estaban comprometidos con los oprimidos, pero eran utilizados a veces sin saberlo. Grimonprez recontextualiza su música en una vibrante narración a pinceladas que ofrece una visión general contundente, mientras va dejando trazos de bibliografía que están ahí para quien quiera expandir y sirven perfectamente para contarnos la historia. Un trabajo experimental que termina siendo sensacional.
18. Sirāt
Es muy fina la línea que separa el éxtasis de la pesadilla. Lo sabe cualquiera que se haya acercado por la zona de carpita/establo/garage electrónica de un Primavera Sound, y lo sabe un Oliver Laxe que crea una odisea techno por el desierto que sacude por todos los frentes. Una bomba de relojería hacia el hedonismo que también calibra bien cómo meter sus giros sorpresas y su discurso sobre los dramas bélicos que se sufren en áreas de África. Muy a favor de su banda sonora para bailar con el monóculo puesto.
17. Los pecadores
En un momento donde la zona media del cine peligra, y ya no hay mucho espacio para moverse para cineastas que tienen que escoger cine indie o blockbusters, Ryan Coogler ha conseguido tenerlo todo y dinamitarlo. Siguiendo su periplo con Rocky y Marvel decide cobrarse unos cuantos cheques pendientes para hacer una original variación de Abierto hasta el amanecer con música blues y valores de producción añejos, aunque también la ambición de un Jordan Peele en cómo emplear el subtexto.
El resultado es un agradable retorno a ese cine más lanzado y también bien situado entre la superproducción y lo pequeño, pero también es una divertida subversión llena de ideas. Una historia llena de creación de espacios seguros, de la música (negra) como catalizador del dolor hacia el éxtasis y de la intersección en la opresión. Cine que hurga en la herida, pero que también se lo quiere pasar en grande como si de una Vampiros de John Carpenter se tratase. Mejor que a tu nena se la lleve un vampiro que el KKK.
16. Confidencial (Black Bag)
Con Steven Soderbergh sacando dos películas al año aproximadamente, se acaba estableciendo la concepción de que una es la especialmente buena. Este thriller de espías ha acabado siendo esa, pero es fácil cuando parece jugar en casa con una serie de intrigas bien entrelazadas con cuestiones personales que implican mentiras, sexo y drones de vigilancia.
Su alianza con un guionista tan preocupado por la eficiencia y por hacer entretenimiento adulto como David Koepp ha llegado tarde, pero está resultando fructífera. Black Bag (Confidencial) es su esfuerzo más completo, pero tampoco uno sobrecargado (Soderbergh reserva eso para las luces sobreexpuestas), enfocando el clásico drama de espionage con una perspectiva más íntima y emocional (además de divertida) de lo que suele ser tradicional, sacando oro de un reparto maravilloso que hace lo necesario para que te quedes con todos los personajes y por qué pueden ser sospechosos.
Un divertimento puro y extraordinario, no sólo porque esta película parece que ya no existe en las prioridades de Hollywood sino porque saca lo máximo de sus 95 minutos.





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