Las mejores series de 2021
O aquellas que menos pereza nos han dado de las MIL que hay
Hi, personicas, continúan los repasos del año. Nos metemos ahora en el audiovisual y en los géneros, empezando por lo primero a través de las series. 2020 fue un poco vacío y la primera mitad de 2021 ha sido casi agujero negro, pero estos últimos seis meses han remontado un poco la cosa con varias cosas chulas. O al menos que no han apetecido quitar tras un par de capítulos. Vamos con la lista completa.
15. La asistenta
De manera inesperada, una miniserie de una madre soltera trabajando de limpiadora/asistenta, sobreviviendo con lo justo, soportando tediosa y asfixiante burocracia, mientras tiene que escapar de su maltratador se ha vuelto una sensación. Así contado suena lo menos apetecible del mundo, y algo que podría caer con facilidad en el porno de desgracias. Pero cuenta con una empatía suprema por su personaje -Margaret Qualley esta fantástica en el rol además-,sabe contar bien esa reflexión interna de cómo ha llegado a esta situación y hasta logra meter unos pequeños momentos luminosos. Hasta logra sobrevivir el hecho de que se le cuele a ratos “El show de Andie MacDowell” que es irritante a más no poder.
14. Solar Opposites
En un punto donde Rick y Morty parece vivir una crisis vital muy preocupante, Justin Roiland ha sabido salir a flote con otra serie animada aparentemente poco pretenciosa pero que traslada lo mejor del estilo que ha ido destilando con los años. A diferencia de la serie co-creada con Dan Harmon, hay un ligero toque de sitcom clásica familiar hasta en el espíritu de terminar celebrando la unidad familiar que surge por accidente, lo que la distingue lo suficiente para seguir disfrutando de su coctelera de humor bruto, imágenes gore y guiños tanto a la ciencia ficción como a otras gemas de la cultura pop. Tiene misma estética, referencias pop y energía que su “hermana mayor”, pero lejos del foco se muestra más fresca y con pequeños puntos altos que no tienen nada que envidiar.
13. It's a Sin
Parece que Russell T. Davies ha dejado la sutileza en un cajón después de la experiencia CHILLONA de Years & Years. Podría haber condenado al abismo a esta crónica de los años del SIDA en el Londres ochentero, pero no cae en esos extremos y hasta sorprende con un giro abrazable a la hora de mostrar las experiencias de sus personajes. Hay drama, hay momentos muy duros -y alguna decisión cuestionable-, pero consigue aterrizar con una energía vitalista, algo naïf, pero muy conmovedora. El mejor retrato que podía hacer a una generación arruinada.
12. La sangre helada
Casi la continuación no oficial de The Terror que estábamos esperando desde aquella primera temporada. La solvente adaptación de Andrew Haigh del libro de Ian McGuire recoge el testigo para hacer un terror visceral y puramente humano, entrando por completo en la psique más paranoica y animal de una expedición perdida en las aguas del Ártico. Su desolada visión de la condición humana es uno de sus principales argumentos junto a un Colin Farrell totalmente bestia y un notable Jack O'Connell. La clase de terror que no te sacude, pero va crepitando lentamente bajo tu piel y te hace creer menos en el resto de seres humanos.
11. Bruja escarlata y visión
La propuesta de Wandavision no es rupturista, pero si refrescante y desconcertante, especialmente para unos Marvel Studios en necesidad de ir explorando otras posibilidades tras cerrar una etapa a lo grande. La serie de Jac Schaeffer ha jugado peligrosamente con la paciencia del marvelita medio, que sólo ha encontrado respiro cuando volvieron algunos tics habituales de la fórmula, pero ha sacado la mejor serie posible, te gusten o no los superhéroes -y especialmente estos-. Su parodia de las sitcoms es simpática e hilarante, pero entre risas va colándose una humanidad y empatía por su personaje central y su trauma que es lo que la serie se vuelva todo un triunfo, además del mejor Marvel de 2021. Más de esto y menos coñazos como Falcón Viajes y Brazo metal.
10. Mare of Easttown
Lo fácil para Brad Ingelsby habría sido darle a HBO su versión de algoritmo de True Detective con Kate Winslet y salir del paso. Por suerte para todos, el listón de HBO -todavía- está un poco por encima de eso y Ingelsby ha rechazado lo esperable. En su lugar, seguimos a una detective de pueblo con una vida tan asfixiante que no tiene tiempo ni para poder tintarse bien el pelo, navegando en una comunidad más tóxica de lo que aparenta. La atmósfera y los personajes están construidos con un mimo exquisito, y maneja estupendamente su misterio, pero lo que la hace transcender es que no renuncie a un humor costumbrista que no sólo busca aligerar, sino sumar a la rica paleta de tonos que ha vuelto a esta serie un éxito.
9. Venga Juan
De la Veep costumbrista al esperpento más ácido y visceral posible. Diego San José y compañía se han encargado con cada temporada de ir dándole un nuevo giro a su ficción-a-ratos-no-tan-imposible sobre el malogrado Juan Carrasco. En esta tiran de todo hacia un retrato afilado y amargo que recuerda a los mejores puntos de la colaboración Berlanga/Azcona, capaces de reflejar las miserias del país con una precisión increíble. La caída definitiva del político de Logroño es la venganza definitiva contra los mediocres que se han ido de rositas durante años. Y Javier Cámara posiblemente haya dirigido uno de los mejores episodios del año.
8. The White Lotus
La comedia de Mike White se ha convertido en una sensación improbable, ya que su comedia no es precisamente de carcajadas y parte de su idea consiste en lo odiosos que son la mayoría de sus personajes. Es raro que haya sido un fenómeno, pero en verdad es la clase perfecta de proyecto que realizar en pleno COVID: una localización concreta, con una serie de personajes que interactúan de manera limitada y que va construyendo el drama a través de esas interacciones. Eso puede dar una sensación de serie en la que "no pasa nada", pero es de esas en las que va pasando todo en la nada. Dardito a los pijos muchimillonarios, visión crítica a la posibilidad de hacer cambios sustanciales a nivel social y una incomodidad perfectamente manejada. Es difícil tener más mala baba disfrazada de manera más idílica.
7. How to with John Wilson
Uno podría caer en lo fácil y pensar que John Wilson no consigue atrapar la misma magia que definió aquella primera temporada de su docuserie cómica a ratos demasiado para ser verdad. También es cierto que nadie más en televisión te puede mostrar cómo se empieza queriendo aprender más sobre vino y terminar en un baby shower en la mansión de un magnate de las bebidas energéticas. O investigar sobre donde reciclar las pilas y terminar haciendo una meditada y melancólica reflexión sobre las cosas que hicimos en el pasado y preferimos hacer como que no están pero no podemos tirar. Wilson se expone más que nunca para darle un toque más personal y empático a una serie que ya era capaz de mostrar extravagancias tremendas sin dejar de sentir fascinación por la condición humana. Ya sólo por eso sigue siendo el rato más especial que te puedes poner ahora mismo.
6. Hacks
Hacks entra dentro de esas series que vienen con el envoltorio de comedia, pero en sus 20-30 minutos encuentra espacios para entrar y salir de género, chocarlo con drama ligero, y sacar de ahí algo que hable de varios temas: del espectáculo, de ser mujer en el espectáculo, de la sensación de que la vida no tiene más que palos para ti, de distancias entre generaciones que en realidad no lo son tanto y de las enormes posibilidades que vienen de la colaboración. Todo va perfectamente integrado en la relación entre dos cómicas, una veterana estancada y una joven cancelada que no tiene más oportunidades, con una química muy especial -fantásticas Jean Smeart y Hannah Einbinder-, pocas cortapisas y con capacidad para generar risas de diferentes formas, no sólo con chistes para cafeteros. La clase de serie pequeñita que tiene mucho más que ofrecerte a poco que le des una oportunidad, como sus propios personajes.
5. Sólo asesinatos en el edificio
Podría haber pasado desapercibida fácilmente, con su propuesta a medio camino de sátira de los podcasts de true crime y humor con dos veteranos de la comedia intentando recuperar un espacio perdido. Pero no sólo parece haber encontrado a la audiencia, sino que ha sacado bastante oro de sus dardos hacia esta fiebre del true crime, además de química de su trío protagonista -aunque Selena Gomez sea claramente la pata más débil de este taburete-. La serie va administrando bien sus misterios a lo largo de los episodios, equilibra humor más elegante con otro puramente slapstick y hasta hace un fascinante ejercicio de estilo en un episodio embotellado de un personaje inesperado. Una joyita.
4. Lo que hacemos en las sombras
Continuismo cuando acabas de hacer tu mejor temporada no implica estancamiento o falta de ideas. La tercera temporada de la mejor sitcom actual mantiene el desternillante ritmo que satiriza los mitos vampíricos, pero además añade una cierta melancolía existencial en cada uno de sus personajes que les lleva a cuestionarse su propia condición y su lugar en la vida. Cuestiones profundas que no chocan con seguir haciendo humor escatológico y/o cafre o con seguir dándole vueltas a la figura vampírica en la cultura pop.
3. Misa de medianoche
Nuevamente Mike Flanagan se ha vuelto a destapar como uno de los mejores adaptadores de Stephen King, incluso cuando no está adaptándolo directamente. Pero aun así es irremediable ver elementos de dos obras relevantes del autor -incluyendo una que Flanagan iba a realizar pero parece haber abandonado- además de señas de su literatura como el reflejo de la vida cotidiana de una pequeña población, cómo el terror va introduciéndose paulatinamente en la misma y hasta hay una parte que parece manual de alcohólicos anónimos.
Pero ante todo tenemos la nueva confirmación de un autor total en el terror actual, que ha encontrado en la televisión el terreno ideal para expandir del todo su estilo e inquietudes. Su forma de abordar la espiritualidad conecta con cómo enfoca los fantasmas en las dos temporadas de La Maldición, su puesta en escena se presenta más segura y precisa que nunca y hasta ofrece un estupendo giro a determinada vertiente del terror sobrenatural. Quizá estemos aquí ante su obra más completa, por lo bien que lleva a término sus ambiciones, por su fabulosa estructura y por su impecable dirección. Incluso le perdonas la TURRA con los monólogos, aquí más ampliada que nunca.
2. Reservation Dogs
Una de las revelaciones del año. Esta comedia dramática se mira en otras del estilo como Atlanta para explorar la conflictiva vida adolescente de un grupo jóvenes indígenas en una reserva de Oklahoma, teniendo espacio tanto para comedia tontorrona como para reflexión existencial, además de tener sus pequeños ratitos para surrealismo. Si eres habitual de serie con este tono, te puede parecer familiar, pero la manera en la que lo gestiona y lo despliega es totalmente fresco, sus personajes están muy cuidados y son entrañables e interesantes, y no se repite nunca. Cada capítulo es una estupenda experiencia, y es un pequeño tesoro que no os podéis perder.
1. Succession
La “era dorada del streaming” nos deja cada vez menos oportunidades de que las series sean eventos comunes y especiales que definan una época, quedando cada vez más a las manos de la última jugada del algoritmo que luego es olvidada por completo a las dos semanas. Pero ha habido una serie que no sólo se ha revelado contra esa tendencia, sino que cada episodio se ha celebrado con euforia y el siguiente se ha esperado con ganas. No sólo ha sido un evento, sino que ha sabido justificarlo todo el rato.
La serie de Jesse Armstrong posiblemente haya tocado techo en un momento donde podría fácilmente haber saltado el tiburón. Su manera de retozarse en la miseria de sus personajes como gorrino en la mierda tiene un entusiasmo que se contagia al que lo ve, sus dardos al funcionamiento del capitalismo corporativo nunca dejan títere con cabeza y es capaz de crear momentos ahora mismo inalcanzables para ninguna serie -véase la caída del imperio de Roman Roy-. Las dinámicas están perfectamente establecidas, los puntos de humor negrísimo entran como un tiro y las partes dramáticas te dejan en un perfecto punto medio entre estar asombrado y soltar un "oyoyoyoyoy". Y es capaz de hacerte un capítulo de una reunión de accionistas con la misma sensación épica de un episodio de batalla de Juego de Tronos.
No ha habido serie más completa y más excelente en todo lo que ha pretendido este año. Es la triunfadora incuestionable.