Las mejores series de 2025 (I)
Las GUASEMEN del año, ordenadas para que no tengas que pensar
Hi, personicas.
Otros años habríamos sacado este ya tradicional repaso de series que nos han gustado con una colección de 20 destacables, tanto para comer como para sentarse un rato y cambiar el móvil en la mano por una copa de vino. Este año lo dejamos en 18, porque tampoco es plan estirar tanto en un año de televisión un tanto regulero. Aun así, momentos guays entre estas propuestas.
18. The Paper (S01)
Podría parecer que vendernos The Paper como un pseudo spin-off de The Office1 pone a lo nuevo de Greg Daniels un listón imposible, pero también se beneficia de un hecho conocido: a The Office (como a Parks & Recreations después) le costó una temporada y pico encontrarse, hubo que darle paciencia para que acabara convertida en lo que fue. Por eso es inevitable analizar este nuevo producto un poco a medias entre lo que es y lo que puede llegar a ser: porque hay muchos elementos prometedores aquí, pero también varios problemas que la habrían condenado a la irrelevancia en otras circunstancias, pero aquí nos harán darle otra oportunidad por venir de donde viene.
Entre lo primero: la serie fluye bastante bien bastante pronto, hay momentos francamente inspirados y en general está bien llevado el tema de fondo de la decadencia del periodismo, con la dosis justa de nostalgia, idealismo y mala leche, pero sin pasarse con la negrura. De lo segundo: necesita claramente perfilar mejor a su protagonista (según el capítulo, es un Jim, un Michael o un Andy), otros personajes deben dosificarse más para no empalagar (alguno es el prototipo del que el showrunner se carga en la T2) y en general los arcos dejan una sensación de ser una temporada de 22 episodios apresuradamente condensada en 10 que te obliga como espectador a comprar cosas que la serie todavía no se ha ganado. Bueno, y que no soy fan del mockumentary tan autoconsciente que se ve obligado a meter al equipo de rodaje en las tramas.
A pesar de todo, el conjunto es bastante notable y sobre todo es de ésas que de alguna forma te convence de que la gente detrás del proyecto sabe ver perfectamente como tú lo que no funciona y sabrá arreglarlo. Si dan con las teclas adecuadas, la segunda temporada podría ser un Excel, pero de momento aún no estamos ahí. (Poliptoton)
17. Efectos secundarios (S01)
Qué placer cuando el mundo de la animación adulta se escapa de la estética clónica y las tramas de adolescentes y/o padres de familia contestones e incompetentes. El animador y dibujante de comics Deron Bennett y el guionista Steve Hely (con créditos en diversos late nights, 30 Rock o The Office) presentan una historia inusual de dos amigos de instituto (hoy ella es asistente del CEO de una farmacéutica, él un hippy sin ocupación conocida) que reconectan cuando este último descubre un hongo que parece tener la capacidad de curar todas las enfermedades conocidas, para terror de las farmacéuticas y quizá también del gobierno.
Combina el thriller conspiranoico a lo Expediente X con el de patanes a lo hermanos Coen y lo sazona todo con un humor sequísimo y casi surrealista que le da al conjunto un tono especial y una voz propia que se agradece mucho en un contexto tan saturado. Terminados los diez episodios, no tengo necesariamente la sensación de querer ver más, pero entrega una temporada francamente intachable. (Poliptoton)
16. Muerte por un rayo (Miniserie)
Muchas miniseries tienen muchos problemas para esconder que en realidad están añadiendo metraje a lo que previamente era una película. Fácilmente podríamos haber visto la versión de 2 horas y 20 minutos de la historia de asesinato de James Garfield provocada por una mezcla de polarización y cloacas del Estado que se estrena en invierno para rascar premios.
Aquí lo tenemos más extendido, pero a cambio coge varias cosas positivas que permite la tele en streaming donde todo vale: llenar todo el reparto de esos secundarios gloriosos que siempre están bien y aquí son protagonistas cada uno de su historia (Michael Shannon, Matthew Macfadyen, Shea Whigham, Nick Offerman) y ponerse juguetón con un tono menos solemne de lo que cabría esperar. Bien jugado por Matt Ross y Mike Makowsky. (Black Gallego)
15. Adults (S01)
Oh, no, amigos, otra comedia de veinteañeros que comparten piso y tratan de encontrar su lugar en el mundo aunque sus vidas y sus relaciones sentimentales son un desastre. Y son todos como medio ricos o medio nepobabies o algo y ni siquiera es un piso, sino una casa en Queens, y ni siquiera la pagan, porque es la casa de los padres de uno de ellos, que están de viaje indefinido. Pero un momento, porque viene con giro inesperado: la serie tiene… ¡gracia! Incluso, ojo a la locura, mucha gracia.
Excepto por un par de brochazos emocionales y un vago eco de algo parecido a una tensión sexual no resuelta, Adults lo juega todo a los chistes todo el rato y le da igual lo demás y la jugada le sale muy bien. La colonoscopia que se complica, el stalkeo a una rata con air tags, el chat con el asesino compartiendo pantalla…
Casi todos los capítulos tienen al menos un momento simplemente tronchante y en general la ratio de líneas buenas vs malas es más que positiva, incluso en el siempre temible subgénero de “chistes de GenZers contra millennials”. Y el principal problema de la serie (que todos los personajes son idiotas y abofeteables) está bien resuelto, tanto por el lado de los actores (con un timing cómico impecable) como por el de los guiones, que hacen de su estupidez parte del chiste y consiguen que entres en el juego.
Una hangout comedy con episodios de veintipocos minutos y una temporada que se hace cortísima: la serie pacomé del mes, y candidata a ser la del año. (Poliptoton)
14. Hacks (S04)
Algunos (unos pocos) tuvimos ciertas dudas con una tercera temporada notable pero ligeramente dispersa de una de las comedia de referencia actuales, pero teníamos claro que el cliffhanger ponía a la serie en buen camino para continuar. Y se cumplió, los guionistas han sabido recoger su propio guante para reiniciar como es debido la dinámica de Ava y Deborah.
Las extorsiones mutuas no han devorado la temporada, y han sabido jugar con el funcionamiento de un programa late night para que las protagonistas se pregunten qué hacen exactamente en el mundo de la comedia, además de que algunos añadidos (como la nerd de RRHH que tiene que estar pegada como una lapa o Julianne Nicholson como petarda normie que se hace famosa por TikTok) caen como mínimo simpáticos. No saben siempre qué hacer con los representantes, pero acaban sacando también buenas risas para acompañar el vinito.
También es de reconocer que hayan sabido desarrollar la relación entre las dos para que vayas identificando las trazas tóxicas que ésta está desarrollando, pero no hasta el punto que no quieras verlas improvisando todo el rato. Una vez más, una serie fantástica que está sabiendo medir sus tiempos. (Black Gallego)
13. Smiling Friends (S03)
Sonreir en el infierno tardocapitalista que nos toca vivir es casi imposible, y nadie lo entiende mejor que Smiling Friends que no duda en abrazar el aura de shitposting del Internet dosmilero para mostrarnos que todo es caos. Miles de estilo de animación chocando entre ellos para crear aventuras surrealistas, cortitas y al pie, además de inquietantes por lo real que son en el fondo. (Black Gallego)
12. Superestar (Miniserie)
Bravo Vigalondo por intentar condensar Españita Dos Mil en seis perspectivas surrealistas alrededor del Tamarismo, pero realmente el mayor triunfo es darnos una cosa:
GUASEMEN.
11. Dying for Sex
El alambre en el que se mueve una historia en clave de comedia sobre una enferma de cáncer terminal que decide dejar a su marido para entregarse al sexo para lo que le queda de vida es finísimo. Pero finísimo. Está el riesgo de banalizar la enfermedad, el de forzar el humor negro para hacer acopio de cinismo, el de sucumbir ante el terrorismo emocional… Incluso el riesgo inherente a cualquier interpretación de Michelle Williams, esa actriz prodigiosa a la que sin embargo su gusto por la intensidad hace descarrilar de vez en cuando.
Las creadoras de Dying for Sex los evitan todos de una manera honesta y a veces encantadoramente torpe: en más de una ocasión, para evitar romper una ventana acaban pisando un cable y eso está bien porque encaja con la naturaleza de montaña rusa emocional de la historia que cuenta. Y qué actrices: Jenny Slate se roba la pantalla con un trabajo complejísimo como quizá no habíamos visto nunca1 y las breves apariciones de Sissy Spacek o Paula Pell, cada una en su momento, le otorgan todavía más capas de intensidad emocional. Te tiene entre la carcajada y la lagrimita hasta la puñetera última escena y cuando acaba ya te aviso que vas a necesitar UN RATO. Divertida, dolorosa, fantástica. (Poliptoton)
10. Long Story Short (S01)
No os podemos culpar si no os habéis enterado hasta ahora que el creador de BoJack Horseman ha vuelto a Netflix para hacer otra serie animada sobre traumas e insatisfacción vital además de subtramas payasas. La estrategia de lanzar todos los espaguettis todos los días es contraproducente para pequeñas propuestas de autor como esta, pero Raphael Bob-Waksberg pone todo en el asador para que su propuesta se distinga mientras dice cosas distinguidas.
Su propia versión de Un tipo serio expande su visión sobre familias desestructuradas y su impacto a la hora de hacernos que nos topemos con un muro abordando la vida. Lo hace a través de saltos adelante y atrás en el tiempo, alternando bruscamente entre una melancolía existencial y fabulosas ocurrencias sobre lobos invadiendo un instituto, que fueron su fórmula de éxito con su anterior serie. Qué oportunidad tiene para desarrollarlo del todo dependerá de la paciencia cada vez más impredecible de Netflix, pero ojalá sepan cuidar lo que tienen. (Black Gallego)











