Mozo dominguero #54: Love - Forever Changes
This is the only thing that I am sure of / And that's all that lives is gonna die
Autor: Love
Título: Forever Changes
Año: 1967
Género: Folk psicodélico
País: Estados Unidos
Discográfica: Elektra
¿Cómo se dice adiós? Esta es una pregunta que me ha perseguido desde que tengo memoria. Despedirse es un acto traumático para el que no caben recursos ni agencia: cada despedida es un triunfo del tiempo y del pasado, de los segundos vividos y no de los segundos que quedan por vivir. Si somos prisioneros del tiempo, cada despedida es un eslabón más en la larga cadena que nos ata a él.
¿Cómo se dice adiós en estas circunstancias?
Siempre he observado con intriga las formas lúdicas de despedida. Aquellas culturas que traducen la muerte en celebración han conectado de forma profunda con la inevitabilidad del tiempo, con la futilidad de la existencia. Pienso en ello en cada funeral al que acudo, tan negro, tan oscuro, tan sumergido en el teatro del dolor. Los españoles miramos a la muerte subyugados, traumados hasta la médula; los irlandeses no la vencen, porque es imposible, pero sí la miran de igual a igual.
Hay algo en el adiós que me molesta profundamente y es la ausencia de control: las despedidas vienen dadas. Uno se amolda a las circunstancias de ser dejado por otra persona, uno acepta con más o menos diligencia el marchitar de la juventud, pero casi nunca elige los términos de su partida. He ahí el pequeño dolor que las despedidas me generan. No tengo demasiadas herramientas para cambiarlas, tan solo una forma de afrontarlas. Voluntad, en suma.
¿Pero qué valor hay en la voluntad cuando lo que se pierde es tan valioso, tan amado, que uno jamás desearía perderlo? Estas preguntas, tan existenciales, me dolieron en el pasado. Hoy las afronto con sencillez. Supongo que en eso consiste envejecer: en desdramatizar. Me sorprendo a menudo contemplando los años tardíos de mi juventud, la década de mis veinte, hundidos en una bruma dulce, añorante y nostálgica. Los palpo con la yema de los dedos, los paladeo en mi memoria, lo dejo volar libres, caducos. ¿Será así como se dice adiós?
La muerte antecede a la vida, la preludia y la genera. Esta es quizá una forma escatológica de observar el universo, pero así lo creo. Para que la vida continúe hay que desprenderse de las cosas, despedirse de las obras, despedirse de uno mismo. Decir adiós a los tiempos, a los lugares y a las ideas. Los monstruos siempre brotan de la indecisión y de los impases. "Lo nuevo no termina de nacer, lo viejo no termina de morir", que profetizaría Gramsci.
Con esto en mente, las despedidas cobran un cariz transformativo. Pasar página es lo necesario, las cosas que amortizamos son lo contingente. Hay así una cualidad agridulce en decir adiós, un claroscuro hermoso y terrorífico, un Apocalipsis adornado por almendros en flor y atardeceres vibrantes. El tiempo que dejamos atrás no es un trauma, o sí, pero es uno del que brotan nuevas emociones, esperanzas renovadas, otras líneas temporales sobre las que embadurnarse de vida.
Si alguien fuera capaz de condensar todas estas ideas en un disco sería el mejor disco de la historia, ¿verdad?