Tier 24 de junio: summer break forevah
Los discos de la semana, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Nueva semana, nueva tier.
Hoy, ya que vamos tarde porque la burocracia no quería conceder el permiso de residencia en la República Popular de Hipersónica a los NOes de la tier de hoy1, vamos con un juego:
Las críticas no tienen autor. Tenéis que adivinarlos. El primer comentarista que acierte un 90% de sus autores a la primera, se lleva seis meses extra de HS, gratis by the face porque tú lo vales.
Cada comentarista tiene una sola oportunidad y, aunque podáis discutir donde queráis al respecto, especialmente en nuestro discord, la única respuesta que tendremos en cuenta será en comentarios de esta tier.
Directo al Excel
Tropical Fuck Storm - Fairyland Codex
Género: abraza el caos, dale cariño
Cuando a Gareth Liddiard le descubrimos abriendo en canal el blues punk con The Drones nos enamoramos de su música, pero nunca pensamos que pudiese mantener esa intensidad tanto tiempo. Y parecía obvio que Tropical Fuck Storm en algún momento también caerían, aflojarían, serían domados. Ni una cosa ni la otra se ha revelado cierta y, lo que es mejor, no tiene visos de que TFS vayan a parar, alguna vez, de sacar discos imprescindibles.
Puede que esta tuviéramos aún más dudas: la situación que les llevó a grabar Fairyland Codex, con esa gira interrumpida por un cáncer, parecía jodida de manejar. Pero en sus manos, todo se crea, se destruye y se transforma, a veces a la vez con la única intención de seguir vivos:
"Hay un poema de Anna Akhmatova donde habla de lo terrible que es la vida y cómo el mundo es simplemente un agujero de mierda lleno de cabrones, luego dice algo como: '¿Por qué entonces no nos desesperamos?' Charles Darwin podría darle la respuesta corta, pero la música tiene la solución metafísica de fiesta de 12 pulgadas” - Gareth Liddiard
Su música maneja a la vez agresividad, explosividad, truculencia, tonos lúgubres, aires goth y monserga birthdaypartiana. Pero sus canciones siempre caen de pie: da igual que fraseen como si estuvieran a punto de lanzarse a hacer hip-hop, que quieran tropicalizar La Mierda™ o que amen en medio de la anarquía. Son inteligentísimos, por eso eligen titular sus cosas haciendo referencia al mismo síndrome que causan las medusas australianas y que podamos poner de banda sonora de IG ese “dolor extremo y la sensación abrumadora de perdición inminente”. Y, esta vez, aprovechan tan bien las canciones tranquilas que hay que rendirse a su idea de belleza en el caos.
Graham Hunt - Timeless World Forever
género: I’m a loser baby, but pop will carry me forever
El indie rock sigue siendo una etiqueta indefinida en cuanto a sonido, y cada vez más en cuanto a identidad por una industria que tiende a bastardizarlo todo. De ahí que tengamos que delimitar no sólo que nos referimos al indie rock bueno, sino que detallamos bien la escuela de referentes para indicar bien que terreno se va a pisar. Pero Graham Hunt lo pone difícil, porque escuchar sus discos es una acumulación de ramas distintas, pero todas molan y se complementan.
Las canciones de Timeles World Forever van moviéndose lo suficiente en tono, en producción y en ritmo para que te evoquen a algo distinto, casi siempre conectado a lo alternativo de los noventa o al indie rock. El elemento conector al final es cómo Hunt va cantando sobre una vida que cada vez resulta más confusa y sin sentido, y lo hace con una extraña determinación que deja la sensación de que las canciones se le caen de los bolsillos. La clase de gema que sale de un perdedor con ganas de abrazar a más perdedores como él. Y le abrazas con fuerza porque se lo gana.
Theatre Royal - A Change of Weather
Género: hacerse viejo y asumirlo desde el pop
And every day we’re closer to
The place we thought we never knew
Lo que una sección de vientos puede hacer por las canciones es algo que saben todos los que en Hipersónica se suben a la saxoneta. Pero aunque últimamente esté tomando forma más experimental, no hay que olvidar lo que consigue también en las canciones pop. A veces las inunda de una tristeza venida de nunca sabes dónde; otras, del mayor chute de energía optimista que podrías recibir.
Theatre Royal capturan esas sensaciones en este exquisito A Change of Weather que funciona casi como un “juego de la vida”: mientras paseas por sus canciones, te refleja momentos en los que estuviste o estarás. ‘Welsh Coastal Towns’ es El Jitazo, con ese estribillo sublime para redondear una letra que asume, no sin ciertos crujidos, el paso del tiempo y la nueva posición vital:
And sometimes I’ve had enough
Of being called a father
Sometimes I’m glad
That I’m called a father
A change of weather podría caer en la trampa habitual, pero Theatre Royal han escrito un disco que se planta constantemente delante del paso del tiempo y se pregunta qué pasará, antes que qué pasó. Es una buena manera de evitar la nostalgia. Es también la razón por la que ‘Lives Entwined’ crece desde la baladita al himno spectoriano. O el motivo por el que ‘Thrown Up, Grown Up’ no se conforma con la emoción del recuerdo, sino la energía (obligatoria) de pensar en el siguiente paso.
Entre dudas y certezas van dejando todas sus caras como banda. Los chutes energéticos al borde del raca-raca (‘Never Understood It’), los aires de folk íntimo y pequeñísimo (‘In Time’) o ese toque más directo, más Dexys, más Reigning Sound meets The Jam, de ‘Souvenir’ o ‘Feel a Lot Better’.
Y aunque me interesen menos cuanto más folk suenen (‘Angelina’), Oliver Burgess, Robbie Wilkinson, Brendan Esmonde, Jonathan Gibbs y Christopher Kingman han logrado grabar un disco que me ha contagiado tanto su afán por vivir como para preocuparme de saber cómo se llaman. Porque también sé que les seguiré a partir de ahora.