Tier list 15 de agosto: Black Midi, Beyoncé, Panda Bear & Sonic Boom, Vladislav Delay, Gwenno, Kal Marks, Tanxugueiras y más
Los discos de la semana, ordenados en cómodo ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas:
Se nos acabaron las vacaciones. Las putas maletas no cabían en el coche, pero aquí andamos de nuevo. Como cantan Titus Andronicus a menos de un mes de que salga su nuevo disco: we’re coming back.
Retomamos, pues, los martes de Tier Lists, el mejor resumen de todos los discos que están saliendo, ordenados para que luego no digas que te has ido perdiendo los más importantes del año y que nadie te avisó. En la de hoy, recuperamos parte de los que han ido saliendo desde que nos fuimos hace un mes, además de incorporar los de este pasado viernes.
Puede que regresar de vacaciones siempre sea duro, pero es bueno estar de vuelta si nos leéis.
Venga, vamos con la tier:
Directo al Excel
Black Midi - Hellfire
Viéndolos en directo en el último Primavera Sound me terminé acordando de The Mars Volta y su capacidad de generar un caos tan demoledor como refinado. Una encapsulación de la locura que no renuncia a cierta sofisticación. Eso con cierta patina relamida propia de sus orígenes británicos. Quién sabe si de manera intencionada, pueden terminar siendo los Mars Volta de la escena "Club de lectura de Slint" inglesa, siendo sus discos casi análogos a los de Cedric y Omar.
Siguiendo con la analogía podemos decir que Hellfire, su disco de "acción épica" en contraste con el drama de Cavalcade según ellos, es su Amputechture. Un disco que va a desagradar aún más su aparente deriva "progresiva" -hay mucho más que sólo eso en su paleta sonora- y que hasta a los convencidos puede resultar abrumador. Una masa compleja que, sin embargo, esconde sorpresas de lo más fascinantes.
Sea esa deriva flamenca de 'Eat Men Eat' o la deforme montaña rusa de 'The Race Is About to Begin', Black Midi consiguen un disco circense, pero en el aspecto más retorcido posible. Incluso con un tramo final algo indigesto, se compensa con puntos fuertes más claros y potentes que en su anterior disco. Hellfire es una de acción de Michael Bay, es una de terror bizarro de Rob Zombie. (Black Gallego)
Panda Bear & Sonic Boom – Reset
El encuentro final entre Panda Bear y Sonic Boom se ha producido en el lugar menos esperado, pero en el momento propicio. Pete Kember, Sonic Boom, responsable de los imprescindibles Spacemen 3 junto a Jason Pierce, ha ido recogiendo el culto que su grupo original creó en las mentes de los chavales de los 80s, 90s y 00s en forma de productor. Mientras, ha seguido dando vueltas a su sonido, y nunca mejor dicho dado su gusto por las estructuras circulares, los loops y las espirales sónicas de guitarras.
Precisamente uno de sus muchos clientes fue Panda Bear, quien en Tomboy (2011) le llamó para seguir refinando su sonido, uno que también gusta de las idas y venidas, de las canciones que parecen mareas y de musicar el sonido de los Beach Boys si se los hubiese tragado la ola. Ahora, los dos se han hecho vecinos en Portugal y esa colaboración inicial ha acabado derivando en amistad y en su primer disco juntos, Reset, nacido de la idea de que los discos favoritos de Sonic Boom siempre tenían canciones con intros espectaculares. Boom y Panda Bear han tomado fragmentos de esas introducciones y los han puesto en bucle para crear una música que es a la vez delicia melódica y textura infinita.
En cierto modo, Panda Bear sigue el rastro que Sonic Boom le había dejado en All Things Being Equal, su estupendo último disco. Allí las canciones irradiaban sol, calor y playa, y aquí nos encontramos con ‘Edge of The Edge’, con Panda Bear revisitando los momentos más playeros de Person Pitch (esos do-do-doeee y esa sensación de canto de la chicharra con la que acaba); con ‘Whirpool’ y su aroma de infinita tropicalidad; con la estupendísima, inagotable, ‘Livin’ in The After’.
Todo tiene un extraño aroma: los sampleados doo wop se entremezclan con los teclados etéreos de Sonic Boom. El pasado llega y se presenta mezclado con el futuro, pero no hay nada de hauntology, sino la sana sensación de que están haciendo el disco de verano más relevante de éste que nos ha tocado vivir, con sus olas de calor interminables y nuestro reencuentro, del todo, con una vida más imaginada y fantaseada que realidad en sí. No sé si esperábamos algo tan estupendo como Reset, pero sí lo necesitábamos. (probertoj)
Discos que SÍ
Vladislav Delay – Isoviha
El regreso por todo lo alto del finlandés en 2020 con Rakka fue una de las mejores noticias de aquel año. Desde entonces, le ha cogido el gusto a seguir publicando anualmente, sean álbumes y epés, y este Isoviha demuestra que volvió en pleno estado de forma. Un peldaño por debajo que su largo de hace un par de cursos, el nuevo LP sigue siendo un conjunto post-industrial que te apunta a los sesos sin ningún tipo de miramiento. Del glitch extremo de 'Isosusi', con la distorsión y las texturas saturadas al maximo exponente, a las capas ambientales atrapadas entre el ruido de 'Isotv', Delay es un maestro en esa generación de atmósferas brutales. Sin embargo, no siempre necesita disparar a la cabeza para impresionar, y eso es una virtud diferencial; epata en lo evidente, pero también en esos temas que tan solo te disparan en las rodillas (qué suerte, ¿eh?), con cambios de ritmo, fases incluso melódicas, aunque camufladas, y benditas deformidades sonoras como 'Isorakas'. (Ferraia)
Nina Nastasia - Riderless Horse
Si estás entre los treintaymuchos y los cuarentayunoscuantos y hace sobre década y media sentías cierta afición por las propuestas folk llegadas de tierras americanas es probable que el nombre de Nina Nastasia te suene de algo. Es incluso posible que te preguntases, como el que escribe esto, tres o cuatro veces a lo largo de la última década qué coño había pasado con aquella chica de la que te compraste un par de discos a la salida de aquel concierto de Low en la que había hecho de telonera.
Lo que pasó fue algo realmente jodido. Muy jodido. Nina y su ex-pareja cayeron en depresión (parece que él primero, y ella de la mano) y entraron en una espiral de angustia, mal estado de ánimo, abuso de alguna sustancia, además de no tratarse de forma especialmente constructiva. Durante diez años, Nina y Kennan Gudjonsson, su pareja tanto artística como sentimental, apenas salieron de su piso. Un día Nina reunió las fuerzas para dar un paso a un lado y abandonar la relación. Al día siguiente Kennan falleció en aquel piso por suicidio.
Riderless Horse se mete en varios momentos en el fango. No escapa al dolor, al hoyo y al remordimiento. Nastasia ha vuelto a dejarse arropar por su otrora inseparable Steve Albini y vuelve a sellar un disco como los que conseguía parir hace más de una década. Un trabajo con aroma clásico, con flechazos sangrantes, dolorosos ('This is Love', 'Go Away', 'Afterwards') pero también con tintes de esperanza ('Lazy Road') y reivindicación por los logros alcanzados ('Ask Me'). Los artísticos y, más todavía, los vitales. Quizás, puede ser, un disco con sabor lo suficientemente añejo como para que nadie que no la recuerde la meta entre sus nuevos imprescindibles, pero un auténtico motivo de celebración. Y, además, un disco absolutamente notable. (Chou)
Beyoncé - Renaissance
Un poco más y nos quedamos sin disco que reseñar de todas las cosas que se han tenido que quitar y cambiar por las ofensas. Pero nada, tenemos disco nuevo de Beyoncé con nosotros, uno al que no podíamos tener más ganas desde que pudimos escuchar el JITAZO (con todas las mayúsculas) de 'Break My Soul'. Un temazo pop glorioso, de nuevo uno de esos donde toda estrellaza wannabe debería estar tomando apuntes, tan coreable como bailable por esa frescura que aporta el housito y la producción bárbara.
Y qué cosas, resulta que el disco entero buscaba esa tónica. No necesariamente el housito, pero sí toda la historia de la música bailable negra, a la que Renaissance hace un extenso repaso y lo deja detallado en un artículo sonoro de "Todo lo que necesitas saber". El disco va saltando del EDM al R&B, del Disco al pop moderno, tirando a Diana Ross, Robin S., Bee Gees, Diddy - Dirty Money y hasta Donna Summer en una de las referencias más abiertas del disco.
Puede sonar a mucho cambio de registro, pero hay bastante tejido conectivo tanto en producción como en el trabajo vocal de Beyoncé, así como sus letras tanto de celebración como de reivindicación. También vamos escuchando como cada canción va conectando con la siguiente, con la intención de hacer una experiencia de inmersión en la cultura de baile. Intenciones loables, y lo digo sin intención de que sea cumplido bienqueda. Reinaissance [me doy cuenta de la errata, pero molaría que el disco se llamase así] tiene potencial de ser el disco pop al que más volvamos en lo que quede de año, incluso aunque no todas las canciones peguen igual -¿cuántas veces vas a la disco y te suenan todo temazos?-. (Black Gallego)
Hinako Omori - a journey...:
Fuera de las grandes sinfonías ambientales, y luchando por no deshacerse por lo etéreo, el debut de Hinako Omori es un regalo para los oídos. Un trabajo que podía quedarse en el Excel, pero lo acabará consiguiendo con otro trabajo. En cualquier caso, hay que destacar no solo el acabado de este trabajo de ambient pop, sino el concepto del mismo. En esa contradicción permanente de mostrar delicadeza, pero intentando que tanta sutileza no quede en un sonido diluido en la escucha, el debut del japonés tiene pasajes escapistas como 'Spaceshift Lament', con pequeñas melodías que van emergiendo en el tercio final del tema; brotes sintéticos para dar empaque. Algo similar va llegando después, con una voz suave en 'A Journey' y un tamiz progresivo de fondo, muy sutil, lo justo para darle un valor añadido extra a su ambient, pero sin destrozar ese envoltorio mágico y bello. En la segunda parte del álbum esa magia sigue vigente, aunque con menos detalles y recursos como los mencionados, donde la pequeña combinación modular con el ambient ofrecen un resultado extraordinario. Es el único motivo de que no esté en el Excel, pero sin duda Omori tiene mucho que dar, pues el talento es evidente. De momento un debut notabilísimo. Una joyita para los más acérrimos. (Ferraia)
Tanxugueiras - Diluvio
En Contrapunto, su anterior álbum, Tanxugueiras eran un proyecto en el que se iba dándole una nueva vuelta a la música tradicional gallega, acercándola a sonidos más electrónicos y todo eso. Lo que ya hemos visto con Rodrigo Cuevas o varios otros. La cuestión es que más allá de las polémicas entre folkies más defensores de lo estrictamente tradicional y aquellos que abrazaban su propuesta, siempre sin salir de Galicia y en círculos poco numerosos, poco se hablaba de ellas. Luego paso lo conocido hasta la extenuación, por lo que de repente "Diluvio" llega a nosotros con unas Tanxugueiras que llevan a 40.000 personas a algún concierto (ojo, concierto suyo, solo, no peña que va a un festival y se las encuentra).
Diluvio es uno de esos discos de los que, en realidad, ya conocíamos la mitad de las canciones. Desde las más añejas (previas al fenómeno "Terra) veníamos viendo que se preparaba un salto de calidad enorme. "Midas" es una demostración de fuerza inmensa, seguramente sin comparación alguna en toda su discografía hasta que hace unos días veía la luz otra espectacular "Seghadoras". Tonos oscuros, casi de cuento gótico, en los que Aida, Olaia y Sabela se defienden mil veces mejor que cuando abrazan otras opciones más luminosas, como "Pano Corado" o "Fame de odio", donde lucen mucho menos.
Los millones de reproducciones seguramente no hubiesen existido jamás sin aquel polémico fenómeno televisivo que fue el Benidorm Fest. La cuestión era saber cómo iban a poder defender su condición de nuevas estrellas, y aquí Tanxugueiras parecen confirmar que tienen temas y talento para entretenernos desde lugares más tradicionales ("Sorora" o "Arica" como ejemplos de raíces incontestables) o más arriesgados (varias de las ya mencionadas o "Figa", otro ejemplo ya pretérito). Tenemos grupo para rato. Puede que las masas, poco a poco, se vayan dispersando, y Tanxugueiras se queden para audiencias algo más reducidas con el tiempo, pero mientras sea con material como el de "Diluvio" no habrá demasiado problema en ello. (Chou)
Milian Mori - As You Were Listening:
Desde Suiza y Raster, antiguo Raster Noton, llega el debut de Milian Mori. Casi sin decir nada más uno ya puede imaginar el sonido viendo qué sello está detrás. Pura receta Raster, con glitch de tomo y lomo para los acérrimos de los errores y la sofisticación. Microsonidos que se deslizan a lo largo de siete temas despacio, entrecortados, con un sonido maquinal que juega en otras esferas, en aquellas poco habituales. Repetitivo, liminal, elegante. Glitch cortada con una navaja magnética que va dibujando surcos geométricos que van variando a lo largo de todo el álbum, llegando a momentos con más ritmo como 'I Listen 6', el tema más destacado del debut, culminando esa progresión con un groove creciente. Muy buen debut a apuntar. El sello ya es un aval. (Ferraia)
Discos que OK
Lizzo - Special
Lizzo ya ha probado las mieles del mainstream y ya no las quiere soltar. Ya no queda la rapera más irreverente de sus inicios, que además de querer decir un par de cosas las soltaba de manera divertida en discos como Big GRRRL Small World. Ahora quiere hacer más pop r&b, bailable y desacomplejado, y con intenciones positivas girando en torno a ella. Está en su derecho claro.
La cosa es que no se le da mal. Tras el adictivo single disco 'About Damn Time', Special se revela un disco de intenciones claras pero también con jitazos sorprendentes. 'The Sign' es una magnífica manera de empezar el disco en subidón, y '2 Be Loved (Am I Ready)' juega bien con esas intenciones de Donna Summer que tiene. Por supuesto, sería mejor con un Moroder de productor, que ayudaría a evitar la sensación tipicorra que dejan 'Grrrls' o 'I Love You Bitch'. Quitando la estupenda 'Birthday Girl', al disco le cuesta mantener el ferviente impulso inicial, y termina en mucho terreno común del pop moderno de intenciones ochenteras. Pero eh, igual le vale para conquistar los cielos del pop mainstream. (Black Gallego)
Ty Segall – Hello, Hi
Tenéis que reconocer que os da más pereza un disco nuevo de Ty Segall que casi cualquier otra cosa en el mundo. Quizás sólo uno nuevo de Kurt Vile pueda superarlo, pero también es hora de afrontar que, aun sabiendo eso, deberíamos escucharlo. Simplemente eso, escuchar. Es, quizás, la tarea más difícil como oyente hoy en día: por un lado, porque eso implica no ponerlo en segundo plano; por otro, porque vamos cargaditos de prejuicios.
En segundo plano, Hello, Hi es flojo: no llama tu atención, no te hace levantar la vista y pararlo todo. No se comporta, desde luego, como esos discos que van directos al Excel, o que empujan desde el sí. Se asienta, sobre todo, en un tono bucólico, comeflores y muy deudor de la psicodelia 60s que menos se aferraba a la electricidad. Podríamos decir que se le nota la compañía de su colega Mikal Cronin, aunque sólo aparezca acredita al saxo. Es cuando lo comienzas a escuchar, de verdad, sin distracciones cuando su faceta menos musculada se luce en algunos momentos folk-rock preciosos, como ‘Looking at You’, las dos partes de ‘Saturday’ o esa saltarina, luminosa y campanamuertista ’Don’t Lie’.
Con prejuicios, Hello, Hi está destinado a la escucha rapidita y a otra cosa. En esta casa se prefiere al Segall de la electricidad a chorro, y ese aparece apenas en la titular. Pero quitándotelos... coño, en un disco grabado casi al completo por sí solo, es tremendamente resultón como suena a banda completa, el mimo de Ty por no dejar su lado acústico en algo despachado rápidamente y con descartes.
Así que lo que podríamos haber despachado en un meme consigue zafarse de nuestra propia pereza y venirse al OK. (probertoj)
Kal Marks - My Name Is Hell
El conjunto de Boston sigue en su línea. Nunca acaban de llegar al gran disco que quizá se podía esperar (lo más parecido fue aquel notable Life Is Alright, Everybody Dies de 2016) de ellos porque hay madera, pero sí que son, en cambio, un grupo muy regular. Nacidos en una de las cunas del indie rock americano, los estadounidenses tienen ese sonido canónico que hemos ido escuchando durante estos años, y My Name Is Hell está en la órbita. Hay buenos temas como 'Shit Town', con su característico sonido pesado y cambios de ritmo, y cierto amago de viraje al art/post-punk de 'New Neighbor', siempre con su filtro propio. Sin embargo, a lo largo de los once temas se palpa esa sensación de homogeneidad en la que a veces caen, con los mismos patrones y sin arriesgarse en demasía. No vendría mal para romper los tramos lineales que a veces tienen y que se reflejan bastante en este nuevo álbum. (Ferraia)
Imperial Triumphant - Spirit of Ecstasy
Estar en un sello de proyección internacional como Century Media no ha coartado precisamente las ansias experimentales y maximalistas de Imperial Triumphant. El grupo sigue emperrado en volverse cada vez más disonantes, más abstractos, más rococó y más extremos, dando nuevas dimensiones a death metal y al avant-garde que pocos grupos son capaces de concebir.
Claro está que es difícil delimitar la línea donde se vuelve todo tan recargado y experimental que ya resulta complicado tener algo que te ancle a la realidad. O, mejor dicho, encontrar un hilo que seguir y que te meta en el disco más allá de la abstracción atrevida. Hay momentos sugerentes para aburrir, pero no tantos contundentes. No muchos donde el disco realmente quiera atraparte en su viciada atmósfera y quiera romperte por completo. A su favor cabe decir que han logrado la manera de ir subiendo la locura y mantener cierta solidez que haga imposible aburrirse con ellos. Aunque corren el riesgo de quedarse en los nuevos Voivod, que es mejor destino que el de muchos otros, pero eso. (Black Gallego)
Black midi – Hellfire
(probertoj)
Moor Mother - Jazz Codes
De la nueva ola de rap abstracto y experimental tan fascinante, el de Moor Mother es uno de los nombres más repetidos a la hora de salir trabajos destacados. Resulta curioso, eso sí, que los mejores trabajos los haya traído siempre bien acompañda. Sea ese Brass a pachas con Billy Woods -otro destacado del nuevo hip hop- o con el proyecto más escorado al jazz libre como es Irreversible Entanglements -con discazo el año pasado-.
Este Jazz Codes venía con la promesa de disco personal grande, aquel que demuestre que no es un mero chispazo puntual de talento. No siempre le sale. Como buen trabajo de abstract hip hop de marcada influencia jazzística -y un jazz tan liberado como este- no siempre acierta con el tiro. Su interesante collage de sonidos, de producción elegante y con fino flow de la rapera, no siempre aterriza o te cautiva a lo largo de 18 canciones guadianescas que no desagradan, pero siempre queda el regusto de que podrían dar más. Dicho de otro modo, Moor Mother es capaz de entregar una de las colecciones de sonidos más sugerentes, pero todavía no tiene la colección de canciones necesaria para rematar. (Black Gallego)
Discos que MEH
Spencer Krug - Twenty Twenty Twenty Twenty One
La generación indie debería hacer bien en revisar sus pensamientos sobre Wolf Parade, a los que desestimaron rápidamente entre 2006 y 2010 mientras encumbraban a Arcade Fire, especialmente ahora que han descubierto que las entonaciones y teatralidad prog son asumibles (cf. lo de black midi, entre otros). Porque la banda de Spencer Krug tiene en su primer disco una obra mayor no reconocida como tal.
Entiendo por qué, como también entiendo lo difícil que lo sigue poniendo Krug a todos los que aún queremos ver qué narices hace. Spencer es TL;dr de manual, todo el rato. Sus canciones se pierden en vericuetos, sus letras parecen durar una eternidad, su épica está contaminada por el glam y el vodevil, sus canciones parecen un tour de force continuo.
El caso es que lo disfruto: el inicio es estupendo, con el drama subido al once. Los siete minutos de ‘Cut The Eyeholes So I Can See’, circulares, repetitivos, se me quieren hacer bola y no lo consiguen. Hay emoción entre tanta murga. Pasa también con ‘My Pupeteer’. ‘Bone Grey’ es un descarte y ahí que nunca me la salto. El inicio es estupendo y al final creo que llego pidiendo la hora, pero… luego… tampoco pasa eso nunca en realidad. Son las de Twenty Twenty Twenty Twenty One canciones que no te quieres poner, pero que siempre quieres dejar que sigan sonando una vez que ya están. Aunque las que no (‘Overcast Afternoon’, como cuando Billy Corgan se empacha de su propia sensibilidad) son para salir por patas. Y la recta final es flojita.
Como dirían Los Enemigos, ante este disco y mi reacción a él no me caigo, me caigo mal. Pero, Roberto, ¿tal y como lo cuentas no debería ser al menos disco que Ok? Pues eso, coño, pues eso. (probertoj)
Gwenno - Tresor Meh
Es probable que recordéis a The Pipettes. Aquel trío de chicas de Brighton que aparentaban empezar a comperse el mundo con el exitazo mundial que supuso 'Pull Shapes' pero acabaron quedándose en un One Hit Wonder por el que fueron entrando y saliendo numerosas componentes. Una de aquellas chicas, no de las iniciales pero sí de las que más perduró en el proyecto, fue Gwenno Saunders. Ahora Gwenno lleva tiempo tratando de cultivarse una carrera en solitario que va ya por su tercer álbum de estudio, 'Tresor'.
Se podría decir aquello de que 'Tresor' viene precedido de un considerable éxito de crítica (nominación al Mercury incluida). Lejos, muy lejos en lo estilístico, quedan los tiempos de las Pipettes. Ahora Gwenno aboga con un apuesta mucho más barroca, cargada e incluso experimental por momentos. Que tiene un poco de encanto y un mucho de turra, la verdad. 'An Stevel Nowydh', 'Tresor' y 'N.Y.C.A.W.' abren el disco de forma esperanzadora y bastante talentosa, pero poco a poco va costando mantener el nivel y 'Tresor' acaba naufragando entre una excesiva exigencia con un tramo final bastante soporífero. (Chou)
Joey Bada$$ - 2000
(Black Gallego)
Discos que NO
Gang of Youths – Angel in Realtime
Es 2022 y en Australia aún hay gente que quiere ser U2. Deberíamos empezar a usar “Playlistable” como adjetivo calificativo ofensivo. LMQLP. (probertoj)
Metronomy - Small World
Cuenta uno de los singles del séptimo disco de Metronomy que se alegran de estar de vuelta. Tampoco es que hayan regresado de un largo parón, ya que su entrega anterior databa de 2019, aunque es cierto que muchas cosas han cambiado desde entonces. Entre las que se mantienen como siempre está el sonido de los ingleses, que, debo decir, continúa siendo en general tan aburrido como siempre.
A favor de Metronomy hay que decir que no se parecen a nadie más. Que han conseguido sobradamente aquello del sonido propio y todo eso. Y que en casi todos sus discos hay uno o dos temas realmente divertidos y reseñables (mi favorito en este caso es 'Love Factory'). Por lo demás, aquí siempre ha imperado la teoría de que resulta difícil de comprender que un grupo tan anodino, aburrido y olvidable haya alcanzado tal éxitodecríticaypúblico. Seguirán sumando ese tema para que, el día de mañana, les dé para un greatest hits que por fin podamos disfrutar de verdad. (Chou)