Tier list cine y series de noviembre
Las series y películas del mes, ordenados en ranking para que no tengas que pensar
Hi, personicas. Os damos una última ronda de repaso a lo más reciente en cinefilia para que podáis ahorraros la paja y quedaros sólo el grano. Una ronda previa antes de los repasos de fin de año. Vamos con la imagen primero.
DIRECTO AL EXCEL
La hija
El último thriller de Manuel Martín Cuenca, experto en entrar en cuestiones truculentas y enormes claroscuros morales, es otro estupendo ejercicio de construcción y de tensión angustiosa latente en una aparente frialdad. Sería fácil hablar de cómo se desarrolla a fuego lento, pero siempre encuentra en cada escena una manera de plasmar la recrudecida y tóxica relación que se establece entre este matrimonio y la madre adolescente que deciden acoger con la esperanza de poder adoptar el bebé. Con una bien manejada exposición de la información y una arrebatadora contención en su puesta en escena, logra que toda la historia sea tan punzante como debe, incluso aunque las dos horas puedan parecer difícil de justificar. De Javier Gutiérrez ya se quedan cortos los calificativos. En cines.
Larry David
Que el hombre más neurótico del planeta, que además se puede permitir estar siete años sin hacer nada como ha demostrado y volver sólo porque le apetece, haya decidido hacer una temporada en pleno COVID habla de que este proyecto obedece más a sus ganas de jarana que a obligación moral con el público o el arte. Y también de cómo está en posición de hacer lo que le de la gana. Sólo Larry David está en posición de hacer hirientes parodias sobre corporaciones como Netflix y sus equipos directivos supuestamente pluralistas e inclusivos -pero siempre liderados por los mismos-.
Pero más allá de sus ocasionales dardos, su nueva colección de episodios demuestra de nuevo su talento para hacer la mejor serie sobre nada que rechaza cualquier tendencia moderna de hacer "arcos" o desarrollar "temas" o cualquier cosa que sea tendencia en la televisión actual. Conoce de sobra lo que sabe hacer bien, y su sitcom improvisada encuentra siempre maneras de hacer los chistes más demenciales y desternillantes. Además de hilar cosas que no parecen que vayan a tener ninguna conexión, pero siempre se entrelazan para morder en el culo a su protagonista. Larry está por encima del bien y del mal, incluso de sí mismo, y por eso se permite hacer humor con todo, especialmente de sí mismo. En HBO Max.
Reservation Dogs
Una de las revelaciones del año. Esta comedia dramática se mira en otras del estilo como Atlanta para explorar la conflictiva vida adolescente de un grupo jóvenes indígenas en una reserva de Oklahoma, teniendo espacio tanto para comedia tontorrona como para reflexión existencial, además de tener sus pequeños ratitos para surrealismo. Si eres habitual de serie con este tono, te puede parecer familiar, pero la manera en la que lo gestiona y lo despliega es totalmente fresco, sus personajes están muy cuidados y son entrañables e interesantes, y no se repite nunca. Cada capítulo es una estupenda experiencia, y es un pequeño tesoro que no os podéis perder en Disney+.
Spencer
Pablo Larraín no se ha mostrado interesado en hacer biopics tradicionales y no va a empezar a hacerlo ahora. Su retrato de Diana de Gales, con una espléndida Kirsten Stewart, es más relato de fantasmas que relato tradicional que te cuenta los detalles más esenciales de su Wikipedia. Su trabajo de personaje busca hacer un complejo relato que combine estar sometida tanto a una enfermedad mental paranoide como una institución tan opresiva como arcaica que la ha llevado a un estado de niñez interrumpida e inacabada. Son jardines de cuidado, especialmente mientras intenta dejar por los suelos a la familia real británica, pero sale muy bien airada con su enfoque empático, que también juega con cierta ambigüedad, y un buen uso de simbolismo -al menos hasta que termina explicándolo para asegurarse de que no te pierdes-. En cines.
Succession
No llega -y posiblemente no llegará- a esos niveles, pero el regreso de Succession ha sido lo más próximo que hemos tenido a un evento seriéfilo de la talla de Juego de Tronos. Por anticipación, por discusión y fervor tras cada episodio, por cómo los personajes se han ganado a la audiencia -y aquí son todos, no hay casos de un Gendry random que ni te acordabas de que seguía vivo-. Hasta su episodio más trascendental, el de la reunión de accionistas, se lo toman sus responsables como si se tratase La Batalla de los Bastardos, y lo realizan como tal.
Esta tercera temporada podría haber sido en la que Succession saltase el tiburón del todo, pero siempre aterriza de pie incluso con sus decisiones más locas. Su manera de retozarse en la miseria de sus personajes como gorrino en la mierda es entusiasta y ese entusiasmo se contagia. Las dinámicas están perfectamente establecidas, los puntos de humor negrísimo entran como un tiro y las partes dramáticas te dejan en un perfecto punto medio entre estar asombrado y soltar un "oyoyoyoyoy". Un triunfo total en HBO Max.
SÍ
Claroscuro
Una película tan ensimismada y pretenciosa parece justo lo que el algoritmo de Netflix decide comprar porque cree que tiene posibilidades en la temporada de premios. Pero esta ópera prima de Rebecca Hall no tiene esas inquietudes, y toma decisiones -muchas decisiones- para poder desentrañar un material tan complejo como el de la novela de Nella Larsen, que entra en cuestiones raciales profundas, incluyendo las discriminaciones por tonalidad de piel y una constante sensación de desasosiego e insatisfacción.
Sale airosa del jardín, incluso aunque el tiro no dé de lleno en el blanco, gracias a estilismos que casan, en su mayor parte, con lo que quiere tratar, y con una dirección de actores excelente -Ruth Negga, parfavar-. Ser tan ensimismada jugará en su contra para perdurar (aunque el algoritmo ya se encargó de hacerla desaparecer desde el primer día), pero es definitivamente estimable.
Eternals
Es posible que más de una década de acostumbrarnos a su fórmula -a veces incluso a martillazos- haya provocado que ya no se sepa procesar que una película Marvel trate de hacer cosas que no se ajustan a ella. Esto puede explicar que muchos críticos no hayan terminado de entrar en una película que, siendo honestos, no está carente de problemas o de estar desequilibrada. Podemos empezar por cómo no se quiere alejar del todo de la zona de confort manteniendo el componente humorístico a toda costa incluso aunque se siente más fuera de lugar, por mantener una amenaza externa algo despersonalizada como principal figura villanesca aunque sea totalmente innecesario o porque no termina de casar sus ambiciones preciosistas con la habitual gradación de color limitada y grisacea de la compañía.
Con todo, Chloé Zhao muestra aquí unas ambiciones más que estimables que no terminan derrapando tanto como pueden haceros creer. Igual ayuda estar acostumbrado a las grandilocuencias humanísticas y narrativas de las hermanas Wachowski -es fácil tener en mente ejemplos como su fallida El atlas de las nubes o Sense8-, pero se agradece una película de UCM que no tenga miedo a tener momentos de intimidad donde los personajes tengan cuestiones más profundas sobre sí mismos y su papel como héroes -incluso aunque se la vaya de la mano el lenguaje expositivo-, o que se meta de lleno en cuestiones espirituales y de sentirse manipulado y/o abandonado por una fuerza superior. De nuevo, se habrá llegado de manera desigual, pero no se encuentra carente de interés y de una genuina fuerza visual. Luego será difícil exigirle a Marvel que no nos siga machacando con la fórmula si rechazamos los pequeños esfuerzos por dejarla al margen.
La sangre helada
Una continuación no oficial de The Terror. La solvente adaptación de Andrew Haigh del libro de Ian McGuire recoge el testigo para hacer un terror visceral y puramente humano, entrando por completo en la psique más paranoica y animal de una expedición perdida en las aguas del Ártico. Su desolada visión de la condición humana es uno de sus principales argumentos junto a un Colin Farrell totalmente bestia y un notable Jack O'Connell. La clase de terror que no te sacude, pero va crepitando lentamente bajo tu piel y te hace creer menos en el resto de seres humanos. En Movistar+.
The Sparks Brothers
No se le puede negar el entusiasmo a Edgar Wright a la hora de hablar de los Sparks. Todo el documental está propulsado por ese fervor del que quiere descubrirte a esa banda con la que llevas un tiempo obsesionado. Y para qué negarlo, la propia historia de los hermanos Russell y su constante lucha por ascender sin renunciar a sí mismos es muy entretenida de ver. Estos elementos ya compensan un documental a ratos muy funcional y de sota, caballo y rey, que tiene algún buen detalle visual -especialmente usando animación- pero te quiere guiar por los puntos que realmente le entusiasman más que dar un buen reflejo del poder que han tenido en su carrera. En plataformas de alquiler.
tick, tick... Boom!
Los últimos años de Lin-Manuel Miranda parecen estar perfectamente orquestados para llevarle al éxito mainstream global, con la grabación teatral de Hamilton subida a Disney+ junto a sus trabajos musicales en obras Disney además de la adaptación de su musical En un barrio de Nueva York. Pero todas han resultado cuestionables en mayor o menor medida. Va a tener su miga que su resultado más satisfactorio sea como director... de un musical que no es suyo.
Miranda coge la obra autobiográfica del prodigio Jonathan Larson -con el que sin duda parece sentirse muy identificado-, que falleció antes de poder saborear el éxito que tendría su popular obra Rent. En tick, tick.. Boom! vemos sus ansiedades ante un éxito que le es esquivo, ante no cumplir sus expectativas antes de que se termine su juventud y ante un futuro incierto donde además sus relaciones más estables parecen quebrantarse.
Es mucho mejor cuando se centra en las dificultades del proceso creativo y poder realizar una carrera en el mundillo -especialmente en uno tan concreto como Broadway- y Miranda da mucha vitalidad y energía al principio, además de buenas ideas cinematográficas, pero conforme avanza va perdiendo la sujeción y se le desmadran varios hilos -cómo integra el tema del SIDA, por ejemplo- y el dramatismo de la historia diluye su punch. Con todo, es un trabajo notable, vibrante en ciertos puntos, y magníficamente sujetado en los hombros de Andrew Garfield. En Netflix.
OK
Historias para no dormir
Este resucitado clásico del gran Chicho Ibáñez Serrador actúa más como homenaje/reverencia al maestro que como continuación. Actualizando cuatro historias clásicas de la mano de cuatro directores experimentados y, en mayor o menor medida, conectados con el fantástico, esta antología funciona igual que la mayoría de antologías: unas veces más y otras veces menos. El que sale más favorecido es un alumno aventajado como Paco Plaza con su jugarreta meta con Freddy, y la sorpresa más agradable es la retorcida El asfalto de Paula Ortiz, tan trágica como satírica. Más irregular es Rodrigo Cortés -también guionista de El asfalto- con la, aun así, competente La broma y lo de Rodrigo Sorogoyen con El doble reconozco que no le he visto la gracia y hasta me ha irritado. Historias que funcionarán para cada uno más o menos, pero estimables y disponibles en Amazon Prime Video.
Ojo de Halcón
El mejor argumento a favor de esta serie en torno a un personaje cuya gran habilidad es disparar flechas de distintos tipos es precisamente lo que abraza lo poco trascendente que es. No hay amenaza mundial a la que enfrentarse, no hay que recurrir a algún otro superhéroe con habilidades casi divinas y hasta se toma a cachondeo sus propios villanos, una mafia que lleva chándal como uniforme -y su mejor secuencia es precisamente Ojo de Halcón teniendo a regañadientes una pelea en medio de una partida de rol-. No está mal como sucedáneo de la versión de los cómics de Matt Fraction y David Aja, así como del cine de Shane Black -del que toma la dinámica entre adulto y niño-joven y hasta la localización navideña-. Tiene el claro problema de que es más una película de Marvel alargada que una serie, pero nunca te trata de vender más de lo que es. Simpática.
Última noche en el Soho
Tiene lo suyo que Edgar Wright escoja que su película más aparentemente nostálgica, llevándonos de la mano por la zona de fiesta de Londres durante los años sesenta, sea la que tenga más intención de prevenir de los peligros de la nostalgia y de refugiarse en el pasado. Es buen material para hacer un fabuloso thriller sobrenatural como el que aspira a ser, pero se enrolla demasiado con un relato sobre sororidad que está mucho menos apuntalado y, en consecuencia, parece que todas sus ideas están desperdigadas, poco claras y hasta se contradicen. A ratos parece despegarse del todo de la historia y no parece tener interés en otros personajes aparte de los dos principales, algo que resalta porque son dos aspectos que el cine de Wright solía tener bien cubiertos.
Es una pena que esa parte no termine de funcionar, porque el resto sí parece estar al nivel esperado. La ambientación es una maravilla, las actrices principales están estupendas y Wright deja otras muestras de su increíble talento creando secuencias únicas, creando un particular estado de ánimo -aquí un viaje de ácido- y seleccionando música. Eso la convierte en más desigual que decepcionante, pero que tenga cuidado porque ya va pareciendo menos infalible.
MEH
Finch
A veces no necesitas más que Tom Hanks paseando por el fin del mundo acompañado de su perro y un robot en fase de aprendizaje. Hay bastante parte tierna en esta pieza post-apocalíptica en la que su director Miguel Sapochnik -experimentado en Juego de Tronos- no elude las reminiscencias a Naúfrago -incluso Robert Zemeckis figura en los créditos como productor-. Por desgracia, se pierde intentando mantener misterios en torno a su personaje central o al tener que conceder momentos de más movimiento y acción por miedo a perder la atención del espectador. Tampoco ayuda una excesiva duración para una historia tan delgada y que el humor no siempre aterriza. En Apple TV+.
Lamb
Alguien tuvo la osadía de lanzar la pregunta al aire: “¿Y si hubiera una niña oveja?”. Ese hombre es Valdimar Jóhannsson y con esa pregunta ha hecho un debut totalmente comprometido con la premisa. Es una película con una niña-oveja, todo el tiempo, y no se recrea en señalarte lo absurdo de todo, simplemente esta ahí como una especie de Paddington inquietante. Y ahí se acaba realmente la chicha, porque el islandés no consiguen explorar mucho más allá en su historia. Hay alguna idea sobre el duelo, las familias rotas, sobre la relación con la naturaleza, pero son meros apuntes en una película donde la mayor tensión viene del elemento menos sobrenatural y el final cae como quien se da un planchazo al tirarse a la piscina.
Santos Criminales
Esta precuela cinematográfica de una de las obras más fundamentales de la televisión tiene los problemas esperables de cualquier precuela que te muestre "los orígenes de...". La historia queda muy perdida por intentar mostrar una versión "reducida" o "potencial" de lo que ya conoces, además de tener que ir mostrando cosas nuevas de manera intermitente, casi siempre cortadas para meterte referencias a otra gente ya conocida. El ritmo discontinuo provoca que las dos horas de duración se sientan, al mismo tiempo, muy largas y muy escasas de chicha. Con el día adecuado, es cine de gángsters de zonita de confort. En cines.
The Beatles: Get Back
Enfocar este documental en tres partes -y cada parte dura de media 2 horas y 30 minutos, nada menos- desde la narrativa convencional puede ser el mayor error para entrar en esto. Peter Jackson bucea entre miles de horas de material de archivo para tratar de recrear la sensación de estar con una de las bandas más grandes que jamás han existido, y deja caer algunas ideas sobre amistades rotas, tratar de sacar adelante un proceso creativo y llegar a un punto de no retorno.
Sin embargo, la experiencia se puede volver agotadora entre muchas HORAS de conversaciones vagas e intentos e intentos de sacar adelante una canción. A pesar de la estimable ambición y la gran pericia técnica de restaurar todo este material audiovisual, Jackson da rienda sueltas a varias de sus peores tendencias post-Señor de los anillos (las duraciones extremas, la tecnología digital imponiéndose sobre todo) y recrea la experiencia de estar escuchando el CD de demos, tomas alternativas y versiones esquemáticas de canciones que hay en el enorme recopilatorio de archivo que ha salido para seguir dorando la píldora de los fans nostálgicos. En Disney+.
NO
Alerta roja
200 millones de presupuesto para el perfecto cacharro de ruidos y movidas que tener de fondo mientras preparas la comida o haces la plancha. Esta tan carente de todo, desde carisma a química de sus estrellas (¿estrellazas?), tensión, intriga con su mezcla de búsqueda del tesoro y persecución, secuencias de acción decentes, chistes con gracia y sentido de la diversión en general, que la podemos calificar como una No-Película.
Cowboy Bebop
La Casa Gucci
A Cowboy Bebop le pasa como a Fundación. Se han inspirado mucho, tanto que la cocaína ha llegado al cortex. Pero como producto audiovisual independiente no está mal.